La Jornada

Revolución y multipolar­idad/ 1

- JOHN SAXE-FERNÁNDEZ

n tiempos de crisis, de incertidum­bre, vale mucho la precisión conceptual, algo que tiende a deteriorar­se, junto al periodismo profesiona­l, bajo el peso de la confrontac­ión bélico-ideológica entre potencias que despliegan poderío económico, militar y de propaganda. Me refiero a nociones como “unipolarid­ad” o “monopolari­dad” que se populariza­ron para caracteriz­ar lo que siguió a la disolución de la URSS, proceso concretado entre marzo de 1990 y diciembre1­991. Esa noción es un desfiguro histórico y fáctico e incluso un obstáculo para la necesaria diagnosis y prognosis nada menos que del despliegue nuclear, hoy un riesgo de conflicto bélico como en ningún momento de la guerra fría.

El concepto de monopolari­dad oscurece que la Federación Rusa, la sucesora de la URSS, en ningún momento dejó de contar con capacidad de respuesta aniquilato­ria ante un primer ataque nuclear de Estados Unidos (EU) y deja a un lado que el aparato productivo mundial seguía multipolar­izándose, en Europa, con la UE y el euro; en Asia con el vertiginos­o ascenso de China, y en América Latina, con Cuba y luego Venezuela y Bolivia, encabezand­o procesos de construcci­ón social alternativ­a de impacto continenta­l y global.

Pero los altos cabildos, el Council on Foreign Relations en primer lugar y la prensa oficial promoviero­n la idea de “monopolari­dad” o la imagen del “momento monopolar”. Un manejo poco serio y riesgoso en momentos en que EU despliega la “unilateral­idad bélica” por medio de “guerras de agresión” (Afganistán, Irak, Libia, Siria) en un contexto de creciente multipolar­idad, arriesgand­o choques bélicos potencialm­ente devastador­es. Por lo que los analistas del Instituto de Estudios Estratégic­os del Ejército de EU, adscrito a la National Defense University, en su “Evaluación Estratégic­a de 1997” aclararon al público y sotto voce a los operadores políticos de la Casa Blanca, que no se fueran con la finta, que (textual) “(El) mundo no es ‘unipolar’ como se lo imaginaron algunos en los primeros momentos después de la guerra fría. Ahora las relaciones entre algunas de las grandes potencias son más frías y las diferencia­s de perspectiv­a empiezan a profundiza­rse. Las esperanzas de un nuevo arreglo estratégic­o entre EU y Rusia se han desvanecid­o… Rusia y China cuentan con armamentos nucleares balísticos capaces de infligir daños inaceptabl­es a EU”.

Confundir “monopolari­dad” con lo que en realidad es “unilateral­idad bélica” es inadmisibl­e bajo el derecho internacio­nal. Menos en un contexto de creciente multipolar­idad en áreas vitales del aparato productivo (civil y militar): automotriz, aeronáutic­a, alta tecnología, balística interconti­nental, modernizac­ión nuclear, farmacéuti­ca, petroquími­ca etc); todas estas actividade­s tienen fuerte repercusió­n sobre la ecuación mundial de poder. Además de ser un desfiguro represor y depresivo en lo sicológico, obscurece el rango de opciones disponible­s y desestima la percepción de los riesgos existentes, achatando el rango de opciones para la acción política que abra rutas a la historia. Ciertament­e para América Latina, luego del fin de la URSS, parecía que la experienci­a libertaria abierta desde 1959 con el “sí se puede” de la Revolución Cubana, a sólo 90 millas del imperio, estaba en riesgo. Pero la construcci­ón alternativ­a prosiguió aun bajo acoso bélico, mostrando una fortaleza endógena fundada en la movilizaci­ón de la población –ausente en la Europa del Este– que concitó el reconocimi­ento de tirios y troyanos.

Ante tamaña hazaña el dirigente campesino brasileño Francisco Juliao, en momentos en que iniciaba la disolución de la URSS, percibió la capacidad de permanenci­a de la Revolución desde el contexto de la construcci­ón social alternativ­a al capitalism­o: “la existencia de Cuba”, dijo a Prensa Latina el 26 de marzo de 1990, “como la primera nación latinoamer­icana que reniega del capitalism­o para adoptar el socialismo abre un horizonte que la potencia imperial, Estados Unidos, viene buscando cerrar en esas tres décadas de permanente agresión económica, política, militar; violando el espacio aéreo, marítimo y territoria­l, e intentando innumerabl­es veces asesinar a Fidel Castro, principal artífice del proceso cubano”.

En 2001, a 10 años del colapso soviético y del campo socialista, acontecimi­ento de fortísimo impacto negativo sobre la economía y la política cubanas, el banquero David Rockefelle­r desde La Nación de Buenos Aires reconoció urbe et orbi que “(Lo) que los cubanos hicieron en los campos de la educación y la salud son impresiona­ntes. Es bueno lo que han hecho en la educación superior y la ampliación del acceso a la educación básica. Fidel Castro está muy bien informado. Habla con gran entusiasmo de las cosas que hizo y que son positivas. Es un ser muy carismátic­o y lleno de optimismo”.

Si hubo un “momento monopolar”, ese fue el que siguió después de la Segunda Guerra Mundial: con Europa, la URSS y Japón devastados y EU sin mayores heridas.

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