Aerolíneas desdeñan nuevos derechos de los pasajeros
Siguen abusos en equipaje y abordajes
En el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) persiste la desinformación sobre las disposiciones a las que están obligadas las aerolíneas con los pasajeros en caso de demoras, cancelaciones, pérdida de equipaje o sobreventa.
Usuarios consultados dijeron desconocer las medidas –que entraron en vigor ayer– y tampoco se observó en los mostradores de las líneas aéreas folletos o carteles en los que se expongan los derechos de los usuarios.
Guadalupe Sánchez, mientras esperaba su vuelo hacia Cancún en la Terminal 1 del AICM, expresó que no conocía las compensaciones que debe recibir en caso de tener problemas con la línea aérea, y resaltó que es una información que debería ser plenamente difundida.
Otros pasajeros que tuvieron problemas con las aerolíneas, principalmente de bajo costo, también reconocieron desconocer las reformas a la Ley de Aviación Civil.
Fátima Rosas se trasladó ayer a Mexicali. Su vuelo estaba programado a las seis de la mañana, por lo que llegó desde la medianoche del martes. Narró que personal de Volaris la bajó del avión porque no documentó una maleta que llevaba de aproximadamente 18 kilos. Argumentó que es la primera vez que viaja y en los mostradores no le informaron que debía registrar su equipaje. La usuaria, quien iba con su padre, no tenía dinero para pagar los mil pesos que le exigieron, así que perdieron el vuelo y la aerolínea lo único que les ofreció fue cobrarles 2 mil 400 pesos para asignarlos en el siguiente, que salió a las ocho de la noche.
María Teresa Gazano y sus dos hermanas llegaron al AICM a la una de la tarde para documentar su equipaje, pero por falta de información precisa de la misma aerolínez no pudieron abordar su vuelo a Monterrey, que salía a las 15 horas.
Después de retrasos y cambio de salas de espera al llegar a la sala 9 les informaron que el avión ya había despegado. La única solución que les presentó la compañía fue reprogramarlas en el siguiente vuelo y cobrarles 2 mil 100 pesos por el cambio.
El martes pasado, a Abelardo Castro personal de la aerolínea VivaAerobús no lo dejó abordar el avión que lo traería de Mérida a la Ciudad de México. “Llegué 50 minutos antes de la hora de salida, pero no me dejaron pasar porque me dijeron que tenía que estar con dos horas de anticipación”, a pesar de que tampoco documentaría equipaje. por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), indicó que antes los científicos solían trabajar solos en sus laboratorios; ahora desarrollos como el Gran Colicionador de Hadrones requieren de la colaboración de bastos grupos de expertos, no todos investigadores, y de inversiones millonarias provenientes de varios países. Sobre todo, hoy no se pueden sacar proyectos como éste del contexto social y cultural en el que están inmersos.
“Hacerlo es un error, porque es aislar a la sociedad del proyecto, como si no fuera parte de ella”, enfatizó.
Para ejemplificar la necesidad de vincular el trabajo de los científicos con la sociedad, la investigadora habló de un viaje que realizó al observatorio Pierre Auger, en Argentina. El lugar está a ocho horas en auto de la ciudad más cercana. Cuenta con mil 300 tanques de agua, que se usan para detectar rayos cósmicos, en terrenos que se arriendan a los pobladores del sitio. “Se trata de un proyecto tecnocientífico de punta, pero si uno le pregunta al gaucho que cuida a sus vacas en los mismos terrenos de qué se trata el proyecto, éste explica que le han dicho que es para ‘atraer rayos’, que cree que pueden hacerle mal a su ganado.”
Consideró que es necesario comunicar la ciencia a las comunidades del entorno de los desarrollos tecnocientíficos o de los centros de investigación.
Enfatizó que aunque muchas veces los desarrollos científicos dependen de los servicios y alimentos que les proveen las comunidades cercanas, los habitantes de éstas muchas veces ignoran los objetivos e importancia de los proyectos, no se sienten incluidos en ellos.
Planteó que en cualquier proyecto que tenga que ver con la ciencia hay una interacción obligada entre expertos y no expertos. “Las interacciones pueden ser terriblemente enriquecedoras. La gente que está cerca de estos proyectos puede aprender mucho y tener experiencias fabulosas al estar en relación con los expertos. Pero también esta interacción puede dar lugar a actos como la modificación del entorno de maneras que no sean adecuadas para las comunidades”.
Frías Villegas consideró que la comunicación de la ciencia es crucial y que es importante pensar en estrategias globales y locales para realizarla.