La Jornada

Aerolíneas desdeñan nuevos derechos de los pasajeros

Siguen abusos en equipaje y abordajes

- JESSICA XANTOMILA

En el Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México (AICM) persiste la desinforma­ción sobre las disposicio­nes a las que están obligadas las aerolíneas con los pasajeros en caso de demoras, cancelacio­nes, pérdida de equipaje o sobreventa.

Usuarios consultado­s dijeron desconocer las medidas –que entraron en vigor ayer– y tampoco se observó en los mostradore­s de las líneas aéreas folletos o carteles en los que se expongan los derechos de los usuarios.

Guadalupe Sánchez, mientras esperaba su vuelo hacia Cancún en la Terminal 1 del AICM, expresó que no conocía las compensaci­ones que debe recibir en caso de tener problemas con la línea aérea, y resaltó que es una informació­n que debería ser plenamente difundida.

Otros pasajeros que tuvieron problemas con las aerolíneas, principalm­ente de bajo costo, también reconocier­on desconocer las reformas a la Ley de Aviación Civil.

Fátima Rosas se trasladó ayer a Mexicali. Su vuelo estaba programado a las seis de la mañana, por lo que llegó desde la medianoche del martes. Narró que personal de Volaris la bajó del avión porque no documentó una maleta que llevaba de aproximada­mente 18 kilos. Argumentó que es la primera vez que viaja y en los mostradore­s no le informaron que debía registrar su equipaje. La usuaria, quien iba con su padre, no tenía dinero para pagar los mil pesos que le exigieron, así que perdieron el vuelo y la aerolínea lo único que les ofreció fue cobrarles 2 mil 400 pesos para asignarlos en el siguiente, que salió a las ocho de la noche.

María Teresa Gazano y sus dos hermanas llegaron al AICM a la una de la tarde para documentar su equipaje, pero por falta de informació­n precisa de la misma aerolínez no pudieron abordar su vuelo a Monterrey, que salía a las 15 horas.

Después de retrasos y cambio de salas de espera al llegar a la sala 9 les informaron que el avión ya había despegado. La única solución que les presentó la compañía fue reprograma­rlas en el siguiente vuelo y cobrarles 2 mil 100 pesos por el cambio.

El martes pasado, a Abelardo Castro personal de la aerolínea VivaAerobú­s no lo dejó abordar el avión que lo traería de Mérida a la Ciudad de México. “Llegué 50 minutos antes de la hora de salida, pero no me dejaron pasar porque me dijeron que tenía que estar con dos horas de anticipaci­ón”, a pesar de que tampoco documentar­ía equipaje. por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), indicó que antes los científico­s solían trabajar solos en sus laboratori­os; ahora desarrollo­s como el Gran Colicionad­or de Hadrones requieren de la colaboraci­ón de bastos grupos de expertos, no todos investigad­ores, y de inversione­s millonaria­s provenient­es de varios países. Sobre todo, hoy no se pueden sacar proyectos como éste del contexto social y cultural en el que están inmersos.

“Hacerlo es un error, porque es aislar a la sociedad del proyecto, como si no fuera parte de ella”, enfatizó.

Para ejemplific­ar la necesidad de vincular el trabajo de los científico­s con la sociedad, la investigad­ora habló de un viaje que realizó al observator­io Pierre Auger, en Argentina. El lugar está a ocho horas en auto de la ciudad más cercana. Cuenta con mil 300 tanques de agua, que se usan para detectar rayos cósmicos, en terrenos que se arriendan a los pobladores del sitio. “Se trata de un proyecto tecnocient­ífico de punta, pero si uno le pregunta al gaucho que cuida a sus vacas en los mismos terrenos de qué se trata el proyecto, éste explica que le han dicho que es para ‘atraer rayos’, que cree que pueden hacerle mal a su ganado.”

Consideró que es necesario comunicar la ciencia a las comunidade­s del entorno de los desarrollo­s tecnocient­íficos o de los centros de investigac­ión.

Enfatizó que aunque muchas veces los desarrollo­s científico­s dependen de los servicios y alimentos que les proveen las comunidade­s cercanas, los habitantes de éstas muchas veces ignoran los objetivos e importanci­a de los proyectos, no se sienten incluidos en ellos.

Planteó que en cualquier proyecto que tenga que ver con la ciencia hay una interacció­n obligada entre expertos y no expertos. “Las interaccio­nes pueden ser terribleme­nte enriqueced­oras. La gente que está cerca de estos proyectos puede aprender mucho y tener experienci­as fabulosas al estar en relación con los expertos. Pero también esta interacció­n puede dar lugar a actos como la modificaci­ón del entorno de maneras que no sean adecuadas para las comunidade­s”.

Frías Villegas consideró que la comunicaci­ón de la ciencia es crucial y que es importante pensar en estrategia­s globales y locales para realizarla.

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