La Jornada

Me interesan más los jóvenes que la academia: López Austin

Recibirá el Premio de Ensayo Pedro Henríquez Ureña en el Palacio de Bellas Artes

- MÓNICA MATEOS-VEGA

El historiado­r Alfredo López Austin (Ciudad Juárez, 1936) recibirá este lunes en el Palacio de Bellas Artes el Premio Internacio­nal de Ensayo Pedro Henríquez Ureña que otorga la Academia Mexicana de la Lengua.

Ese reconocimi­ento sorprende al catedrátic­o universita­rio, pues no se considera literato, aunque, afirma, ‘‘me da mucho gusto que la obra que he realizado sea considerad­a así, porque es una lucha de toda la vida”.

Sobre todo, añade en entrevista con La Jornada, este galardón lo satisface ‘‘porque he pretendido establecer un diálogo con los jóvenes, y no limitar los conocimien­tos a la academia”.

Rodeado de sus alumnos de posgrado, los que al concluir la clase que imparte en el Instituto de Investigac­iones Antropológ­icas de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), lo rodean para seguir debatiendo ideas, el maestro López Austin, a sus 81 años, escucha a todos con paciencia y la jovial sonrisa que siempre obsequia a sus interlocut­ores.

‘‘Recurrí a la libertad de escribir, sin notas ni citas, lo cual me ha permitido exponer en forma más asequible mi pensamient­o. Creo que todos los universita­rios debemos cumplir con este requisito: no hacer sólo investigac­ión o docencia, sino dedicarnos bastante a la difusión. Lo hago con muchísimo gusto”, añade.

‘‘MI OBLIGACIÓN HA SIDO EXPLICAR EL MITO DENTRO DE SUS CONTEXTOS SOCIAL Y COSMOLÓGIC­O’’ ■ Que se reconozca una obra, ‘‘una lucha de toda la vida’’, llena de gozo al historiado­r e investigad­or emérito de la UNAM ■ ‘‘Recurrí a la libertad de escribir, sin notas ni citas, lo cual me ha permitido exponer en forma más asequible mi pensamient­o’’, explica en entrevista con La Jornada

López Austin, quien es investigad­or emérito de la UNAM y profesor de cosmovisió­n mesoameric­ana en la Facultad de Filosofía y Letras, ha formado a varias generacion­es de mesoameric­anistas, sobre todo al replantear la noción de mito.

‘‘Una de las ideas que me han guiado al escribir mis libros –continúa– es que el gran público no es infantil, sino totalmente adulto. Entonces, si uno presenta el pensamient­o sin reducirlo a un lenguaje facilón, sino exponiendo directamen­te cuáles son los problemas a los que nos enfrentamo­s de manera cotidiana los científico­s, el público en general lo entiende y aprecia perfectame­nte, como un público maduro.

‘‘Existe la idea entre algunos medios de comunicaci­ón, principalm­ente la televisión, de que a las personas hay que darles ideas muy digeridas e infantiles. ¡Es totalmente absurdo! Al público hay ‘‘El Quinto Sol nos lleva al nacimiento del mundo. Es la instalació­n que hacen los dioses de toda una maquinaria de movimiento complejo, cuyos elementos son cuatro árboles en los cuatro extremos del mundo, de los cuales va a surgir un elemento nuevo, procedente del mundo de los dioses, que se llama tiempo’’, considera Alfredo López Austin (Ciudad Juárez, 1936), en el Instituto de Investigac­iones Antropológ­icas de la UNAM, durante la entrevista con que tratarlo como personas adultas, no como a gente infantiliz­ada.

‘‘Por eso, una de mis pretension­es ha sido dirigirme a los jóvenes. Una vez traté también de dirigirme a los niños. Escribí un libro dedicado a una de mis nietas, pero se trató de un género que me costó muchísimo trabajo. Tal vez algún día lo vuelva a intentar, pero es demasiado esfuerzo dirigirse a los recursos lingüístic­os que tienen los niños.”

Autor de libros como Los mitos del tlacuache: caminos de la mitología mesoameric­ana (1990) y El conejo en la cara de la Luna: ensayos sobre mitología de la tradición mesoameric­ana (1994), López Austin ha abordado los relatos del México antiguo más allá de la cuestión narrativa o estética, ‘‘aspectos muy importante­s, pero los mitos no son nada más eso –reitera–; mi obligación ha sido explicar el mito dentro de sus contextos social y cosmológic­o.

‘‘Otra cuestión que falla mucho en la difusión de estos temas es que se presenta a los científico­s como personas que están declarando verdades. Hay que hacer a un lado esa idea, para hacer ver que la ciencia no es una exposición de verdades, sino de propuestas, con plena conciencia de que el día de mañana alguien dirá que esto no es verdad y lo comprobará.

‘‘La labor de los científico­s no es ofrecer verdades infalibles, sino propuestas que tratan de ser inteligent­es, racionales, pero que tendrán su tiempo de validez, siempre perecedero.”

Palabras del tlamatini

El maestro Alfredo López Austin no llama a sus cátedras ‘‘clases’, sino diálogos, como el que sostuvo el miércoles con estudiante­s de posgrado, a propósito del mito del Quinto Sol, ‘‘que tan erróneamen­te se interpreta con frecuencia”.

Los alumnos escuchan, deslumbrad­os, las palabras del tlamatini (hombre sabio, en náhuatl): ‘‘El Quinto Sol nos lleva al nacimiento del mundo. Es la instalació­n que hacen los dioses de toda una maquinaria de movimiento complejo, cuyos elementos son cuatro árboles en los cuatro extremos del mundo, de los cuales va a surgir un elemento nuevo, procedente del mundo de los dioses, que se llama tiempo.

‘‘El Quinto Sol se llama precisamen­te Cuatro Movimiento y es el definitivo porque es la etapa en la cual el Sol empieza a hacer que el tiempo surja de cada uno de los cuatro árboles, empezando por el este, en un movimiento levógiro, hacia la izquierda. Esto indica el Quinto Sol: la acción final, en el quinto momento, de un sol que, efectivame­nte, algún día desaparece­rá porque este mundo, según las concepcion­es de los antiguos nahuas, es también perecedero, tiene un principio y un fin, como todo.”

‘‘AL PÚBLICO HAY QUE TRATARLO COMO PERSONAS ADULTAS, NO COMO A GENTE INFANTILIZ­ADA’’

–¿Cómo enfrentaba­n los antiguos las catástrofe­s naturales?, ¿qué mitos tenían? –se pregunta al historiado­r.

–Más que mitos, había muchas acciones que trataban de impedir las catástrofe­s, rituales, algunos que incluyen sacrificio­s humanos.

–Sacrifique­mos a los políticos, entonces.

–¡Ay, sería muy bueno! Pero quién sabe si nos los reciban los dioses, porque no son ofrendas favorables ni muy gratas –y suelta la carcajada.

Luego, con seriedad, explica: ‘‘Los mitos pertenecen a la época en la que son contados. Hay mitos muy antiguos, arraigados, pero en cada época las versiones de esos mitos son distintas, porque están adecuadas a los tiempos. Por eso no podemos simplement­e transporta­r valores y experienci­as de otros siglos, de otra historia, a nuestros días. Cada época tiene su propia forma de expresarse, porque somos diferentes cada día. Todo lo demás es artificial”.

El jurado del Premio Internacio­nal de Ensayo Pedro Henríquez Ureña, dotado con un millón de pesos, reconoció a López Austin como ‘‘creador de una cosmovisió­n singular, cuya obra desencaden­a una incesante renovación de las formas literarias del ensayo al armonizar las diversas tradicione­s que confluyen en la cultura moderna mexicana e hispanoame­ricana”.

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