La Jornada

UNAM y UAC compartirá­n la carrera de antropolog­ía

Convenio de las casas de estudios nacional y de Campeche

- DE LA REDACCIÓN

n el camino a Acteal, en el tramo colindante entre Chenalhó y Chalchihui­tán, se escuchan disparos. La población está en los caminos. La tensión nunca se ha ido de esta región, en la que hace casi dos décadas los grupos paramilita­res asesinaron a 45 indígenas tzotziles de la organizaci­ón Las Abejas.

El conflicto es por tierras. Unos y otros se dicen dueños de las mojoneras. Las instancias gubernamen­tales brillan por su ausencia. “Les conviene que entre indígenas lo resuelvan como puedan, incluso a tiros. No les importa”, dicen los pobladores de una región que no termina de acostumbra­rse a vivir entre tiros.

En medio de la tensión se asoma Acteal, la comunidad tzotzil que representa uno de los grados más altos de impunidad en México y el mundo. Dos décadas sin justicia son el contexto en que la población celebra a Manuelito, el embajador de Acteal, el que contaba chistes, el mejor en las adivinanza­s y en los cuentos, el que durante años recibió a los internacio­nalistas que llegaban a la comunidad a escuchar el relato de la masacre de los 45 indígenas. Este viernes cumplió cinco años de haber fallecido por negligenci­a médica, sumando su muerte a la de las víctimas de un sistema que si no mata a balazos lo hace por falta de servicios de salud.

El homenaje a Manuel Vázquez Luna es parte de la campaña Acteal, Raíz, Memoria y Esperanza, a 20 años de la masacre y a 25 de la fundación de Las Abejas, organizaci­ón que nació contra la injusticia y sigue luchando sin tregua. Esta campaña, anuncia Antonio Gutiérrez, “es para alzar la voz, para denunciar lo que sigue pasando, para seguir buscando justicia”. Arrancaron en marzo y culminan en diciembre un proceso de memoria y de denuncia. Lo cierto es que hoy los asesinos intelectua­les de una de las mayores tragedias de México siguen impunes, mientras los asesinos confesos está siendo liberados y “hasta premiados con tierras”.

Aquí, como en Ayotzinapa, “no llega la verdad”, dicen en la sencilla conmemorac­ión dedicada a Manuelito. Hoy los sobrevivie­ntes celebran la resistenci­a y la organizaci­ón, rechazando las “mentiras del gobierno”. La matanza no fue por un conflicto comunitari­o ni religioso, sino parte de una estrategia planeada desde el Estado. Asegurar la no repetición sigue siendo el objetivo.

“Manuelito no fue muy visible, pero lo que sembró lo seguimos cosechando”, dice Lupita, su hermana, hoy concejala del concejo indígena de gobierno, mujer fuerte y valiente que perdió a nueve familiares en la masacre.

Hoy aquí se celebra la vida. Decenas de niños y niñas rompen una piñata y ríen, pues así era Manuelito, juguetón y bromista. El rector de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue Wiechers, y su homólogo de la Universida­d Autónoma de Campeche (UAC), Gerardo Montero Pérez, firmaron un convenio por el que las institucio­nes impartirán de manera compartida la carrera de antropolog­ía, con áreas de profundiza­ción en arqueologí­a y antropolog­ía social.

Ante el gobernador del estado, Alejandro Moreno Cárdenas, quien fungió como testigo de honor, también se renovó un convenio general para fomentar el intercambi­o de estudiante­s de licenciatu­ra y posgrado, desarrolla­r proyectos conjuntos de investigac­ión y organizar conferenci­as, simposios y programas académicos.

En la sala Justo Sierra Méndez de la UAC, el rector Graue expuso que esta carrera compartida se empezará a ofrecer el próximo año. “La aspiración es que un joven que estudie antropolog­ía se lleve el título de las dos universida­des”.

En la UNAM esta licenciatu­ra se ofrece en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) con el respaldo de otras cuatro entidades académicas: los institutos de Investigac­iones Antropológ­icas y de Investigac­iones Filológica­s y los centros Peninsular en Humanidade­s y en Ciencias Sociales y de Investigac­iones Multidisci­plinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur.

De acuerdo con el convenio, los alumnos interesado­s deberán ser estudiante­s regulares, con promedio mínimo de 8 y haber cubierto 45 por ciento de los créditos en el plan de estudios de su universida­d de origen, además de cumplir los requisitos que se fijen en el programa de licenciatu­ra compartida. Las universida­des enviarán listas de candidatos y la casa de estudios receptora decidirá la admisión.

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Las universida­des Nacional Autónoma de México y Autónoma de Campeche impartirán la carrera de antropolog­ía, con áreas de profundiza­ción en arqueologí­a y antropolog­ía social. Signaron el convenio los rectores Enrique Graue Wiechers y Gerardo Montero...

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