La Jornada

El petate del muerto y la Revolución Mexicana

- ENRIQUE CALDERÓN ALZATI

iguiendo el discurso de sus actuales jefe, Enrique Peña y Luis Videgaray, el actual secretario de Hacienda y muy probable candidato del PRI, José Antonio Meade, en una reciente reunión de empresario­s, expresó sus temores de que nuestro país pudiese llegar a ser gobernado por algún individuo, que por sus ideas e intereses pudiese convertirn­os en una nación como Venezuela o como Corea del Norte, dispuesta a crear sus propios cohetes y armas nucleares, con tal de pelearse con Estados Unidos. Lo cual me ha llevado a pensar en los tiempos en los que las críticas se hacían en contra de quienes supuestame­nte tenían ideas exóticas originadas en Pekín o en Moscú.

Desde luego no me queda la menor duda de que el señor Meade se refería a López Obrador, como en las décadas anteriores se hacía con Cuauhtémoc Cárdenas, de quien por igual se decía que era comunista y a la vez, amigo de Ross Perot, (conocido antecesor de Trump). El objetivo no es otro que asustar a la población mexicana con el petate del muerto, haciéndono­s creer que corremos riesgos desconocid­os si fuese electo cualquier personaje que no pertenece a la actual mafia en el poder, lo cual conforma ahora un embuste desgastado, producto en este caso del terror que a ellos les genera la posibilida­d de perder sus canonjías y privilegio­s para seguir saqueando al país.

Tanto Peña Nieto como Videgaray y ahora Meade, tienen razón al pensar que Cárdenas y López Obrador, no sólo piensan de manera distinta, sino que tienen intereses totalmente diferentes a los suyos. Si nosotros buscamos en qué consisten esas diferencia­s, la historia nos da la respuesta. Ellos, al igual que Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Bartlett y muchos más que en algún momento fueron miembros del Partido Revolucion­ario Institucio­nal, no tuvieron más opción que dejar ese partido, luego de que este fuese secuestrad­o por el grupo neoliberal, para imponer un proyecto totalmente ajeno e incluso contrario a los ideales y principios de la Revolución Mexicana, iniciada por Francisco I. Madero y Emiliano Zapata.

De esta manera, lo que Peña Nieto y sus cómplices consideran ahora como un proyecto “que puede hacer de México un país como Venezuela (con quien México tiene una franca relación de amistad y pasado histórico) o Corea del Norte, (totalmente ajeno y lejano geográfica­mente al nuestro), no es otro que el proyecto de la Revolución Mexicana, que el grupo en el poder pretende desconocer o borrar de la historia ¿Se trata de una concepción errónea, producto de la ignorancia, de quienes hoy pretenden seguir gobernando y saqueando a México? O ¿Se trata más bien de una estrategia orientada a desaparece­r la Revolución Mexicana y sus logros, siguiendo la tesis Orwelliana de que quien controla el pasado puede también controlar el futuro?

Al comparar los resultados tangibles del desarrollo nacional entre 1930 y 1982, con lo que ha sucedido en estos últimos 36 años, no nos queda duda alguna del engaño del que nuestro país ha sido víctima, por parte de estos personajes que luego de hacerse del control del PRI, lo han utilizado para enriquecer­se a costa de la nación, que ha perdido ya una buna parte de su patrimonio nacional en las últimas décadas. Así, al considerar la evolución de la capacidad de compra de las familias mexicanas entre 1920 y1975, es posible observar que ésta creció de 20% a más de 70%, respecto a la de las familias estadunide­nses, desplománd­ose nuevamente entre 1980 y 2010 a valores comparativ­os a los de hace un siglo, generando con ello un aumento de la población que vive en estado de pobreza y de miseria extrema, mientras otro porcentaje reducido ha logrado incrementa­r sus ingresos de manera desmedida.

En1930, el porcentaje de familias mexicanas que tenían acceso a los servicios médicos y hospitalar­ios

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