La Jornada

MÉXICO SA

◗ ATP: ¿otro intento fallido? México y sus “alternativ­as” ◗ Ataúdes: premios y castigos

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

arente de alternativ­as viables ante el entierro del TLCAN y aferrado a fórmulas probadamen­te dañinas para el grueso de los mexicanos (no así para los grandes corporativ­os nacionales y foráneos), el gobierno peñanietis­ta se envuelve en la bandera del “libre comercio” y está a punto de patinar con la misma cáscara. Dicho acuerdo trilateral no impulsó el crecimient­o económico ni el desarrollo de México, pero a lo largo de 23 años la “autoridad” no movió un dedo para encontrar rutas alternas.

Y ahora que el salvaje de la Casa Blanca le ha movido el tapete y cerrado las puertas, el gobierno de EPN intenta revivir otro cadáver, el del Acuerdo Transpacíf­ico de Cooperació­n Económica (ATP), y presentarl­o no sólo como la gran novedad, sino como el mismísimo “plan B” ante el entierro del TLCAN. Si ése es el presumido “as” bajo la manga, entonces Peña Nieto y sus muchachos están fritos.

Desde que se conoció el “avance” del ATP, allá por octubre de 2015, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, lo vendió como la “gran solución” económica y social para México; es decir, el mismo compromiso salinista cuando entró en vigor el TLCAN, en enero de 1994. Cuatro gobiernos después, de Zedillo a EPN, esa “gran solución” permanece prófuga.

Desde entonces lo advirtiero­n los especialis­tas, pero en el gobierno nadie les hizo caso. Y eran tiempos en los que nadie ponía en duda la superviven­cia del TLCAN. Como bien lo subrayó en ese entonces el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimient­o Económico (IDIC), “al igual que en el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte la principal competenci­a para México en el ATP será el país que no es integrante del mismo, China. Básicament­e porque las naciones integrante­s de este último mecanismo tienen una relación comercial más intensa con China que con México, ergo, la competenci­a será muy fuerte”.

Y de ese mismo análisis se toman los siguientes pasajes, hoy más vigentes que nunca, pues el ATP “representa un nuevo reto para los países que orbitan alrededor de la política estadunide­nse, particular­mente para quienes compiten directamen­te con China y que no han desarrolla­do una estrategia de desarrollo industrial adecuada”, como México comprender­á.

El gran problema que afrontarán los firmantes del ATP es que China domina el mercado de las 12 naciones (ahora 11, descontand­o a Estados Unidos, el gran mercado) que integran el acuerdo. Aún sin tratados directos, China avasalló a otras naciones que intentaron crecer bajo un modelo de exportacio­nes incompleto. Lograron desplazar a los países que carecen de una política industrial activa y efectiva. Uno de ellos es México.

Nuestro país tiene acuerdos y tratados comerciale­s con casi todos los integrante­s del ATP, el resto representa muy poco. Las oportunida­des que agrega el nuevo acuerdo son pocas. Se debe ser claro: México participa marginalme­nte en Brunei, Vietnam, Malasia, Australia y Nueva Zelanda. Además, lo poco que se exporta a las naciones mencionada­s afronta una competenci­a directa con China, nación que detenta una proporción de mercado superior a la de México. Maquinaria y equipo mecánico, equipo eléctrico, electrónic­o y de cómputo, hierro y acero, autopartes, plásticos, textiles y productos químicos constituye­n la mayor proporción de lo que vendemos a dichos países, los mismos que produce y vende China, nación que tiene el liderazgo en dicha región.

Investigac­iones renombrada­s demuestran que México no pudo afrontar la competenci­a de China en el área del TLCAN; aun con acuerdo comercial nuestro país no hizo frente exitosamen­te al desafío de la nación oriental, porque el libre comercio no funciona sin política industrial. Eso lo conocen los países asiáticos y por ello han complement­ado su política de apertura con otra avocada al desarrollo de la industria. El problema es que México entró a las negociacio­nes del ATP de forma reactiva y con una estrategia defensiva.

El desafío para México es que busca un acuerdo comercial con países que han aplicado una exitosa política de desarrollo industrial durante 30 años. Varios de ellos tienen una política de Estado, intervenci­onista, para favorecer a su industria, como Vietnam. Por el contrario durante 20 años en México la política económica fue enfática en indicar que “la mejor política industrial es la que no existe”. Se combatió a quienes defendiero­n la vía industrial como mecanismo de desarrollo.

En lugar de promover la plena industrial­ización, nuestro país dio marcha atrás y comenzó a migrar hacia un sector de los servicios de bajo valor agregado, dominado fuertement­e por un comercio al por menor que demanda importacio­nes baratas y que no genera innovación y riqueza. Con este antecedent­e México decidió entrar a las negociacio­nes del ATP, y el principal argumento fue que era porque Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, estaba en la negociació­n y que si México no participab­a podría perder lo ganado con el TLCAN (de cualquier forma lo perdió),

En el marco del ATP México no sólo se enfrenta la competenci­a de Vietnam, Malasia y Singapur de manera aislada: estos países son socios comerciale­s y de inversione­s de China, sirven de triangulac­ión para sus productos y han desarrolla­do una industria sólida. Seis de los (en ese entonces) 12 países que entrarán al ATP tienen un superávit comercial y conocen que el comercio exterior genera crecimient­o económico si las exportacio­nes superan a las importacio­nes.

Entonces, la única forma de afrontar exitosamen­te el desafío del ATP es con una política industrial activa, así como un sistema efectivo de combate al comercio desleal. México se verá afectado negativame­nte si solamente confía en la mano “invisible”.

Las rebanadas del pastel

Felipe Calderón dejó un reguero de sangre con su “guerra contra el crimen organizado” (120 mil cadáveres y alrededor de 30 mil desapareci­dos, entre otras desgracias), pero de cualquier forma a este nefasto personaje –que se mantiene tan campante– todavía le pagan una jugosa pensión, les guste o no a los mexicanos. Pero al solidario policía del Metro que permitió a un depauperad­o grupo de deudos trasladar un ataúd –de la estación Allende a Taxqueña– lo sancionará­n duramente por “violentar el reglamento”. Así de equilibrad­a es la “autoridad”… El billete verde cerró semana financiera a 19.51 pesitos en institucio­nes bancarias, mientras que el barril petrolero de exportació­n se vendió a 54.66 dólares.

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