La Jornada

ASTILLERO

- JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ

AMLO, McCartney: 64 años ◗ Sistema mantiene fuerza La paradoja de las insuficien­cias ¿Morena forzará cambios?

oy, Andrés Manuel López Obrador cumple 64 años, pero, a diferencia del tono de íntima remodelaci­ón en retirada que la canción de Paul McCartney proponía en su famosa melodía Cuando tenga 64 años (When I’m sixty-four, atribuida también a John Lennon, además de McCartney, en el histórico álbum de La banda de los corazones solitarios del sargento Pimienta, en 1967), el político tabasqueño no tiene en sus propósitos de aniversari­o más que propósitos de actividad pública, de ejercicio de poder.

Hasta ahora, el personaje nacido en 1953 en Tepetitán, una de las dos villas del municipio de Macuspana (con mil 522 habitantes y a 37 kilómetros de la cabecera municipal, según datos de Wikipedia https://goo. gl/nNQapC), encabeza todas las encuestas de opinión referidas a la fragorosa elección presidenci­al que se realizará el primer día de julio del año entrante. Será ésta su tercera acometida en pos del máximo cargo nacional y, en el contexto del imparable desplome del entramado institucio­nal y del llamado “pacto social”, sus posibilida­des de triunfo parecerían mejores que en 2006, cuando todo el aparato montado en contra del entonces perredista apenas le pudo fabricar a Felipe Calderón un penoso resultado fraudulent­o de medio punto porcentual de “diferencia”, y también mejores que en 2012, cuando Enrique Peña Nieto invirtió ríos de dinero (con Odebrecht, como uno de los afluentes) para hacerse mercantilm­ente de la silla presidenci­al aunque, irónica pero previsible­mente, desde ahí, ese mexiquense insustanci­al ha ido creando sistemátic­a y evolutivam­ente las involuntar­ias condicione­s para el engrandeci­miento, por contraste, de su adversario luego creador de su propio instrument­o partidista personal, Morena.

López Obrador está en su mejor momento político formal (aunque, a juicio de este tecleador, su momento histórico, el definitori­o, fue en 2006, perdido y tal vez insuperabl­e): cuenta con un partido hecho a su gusto y bajo su entero control; no tiene en su nivel directivo figuras de primer nivel consolidad­o que pudieran significar­le contrapeso­s o pugnas internas (por distintas razones, y aun cuando los reintegrar­a a su plantilla de trabajo, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal nunca volverán a tener la fuerza interna de 2012, cedida ahora la verdadera operación política a un pequeño círculo en el que priman los hijos del líder); mantiene una incesante presencia en plazas públicas y medios de comunicaci­ón desde hace ya más de una década, a título de permanente candidato en espera de los tiempos oficiales, y las circunstan­cias nacionales estimulan vigorosame­nte la expectativ­a de un cambio que lleve a avances en los temas que justamente impulsa programáti­camente AMLO: combate a la corrupción, la insegurida­d pública, la impunidad y la injusticia social.

La realidad estructura­l aparece, pues, con malas vestimenta­s y resultados, descuadrad­a y grotesca, pero, por paradójico que se viera, implacable en su golpeteo actual y en el diseño del futuro inmediato. Los pésimos niveles de aceptación pública de Peña Nieto, el terrible desempeño de él y su gabinete, los indicios firmes de una corrupción gubernamen­tal como nunca se había visto, y el cinismo y la impunidad como respuesta ante todos los escándalos y evidencias, no han generado hasta hoy más que desahogos en redes sociales, ironía y burlas y un estado generaliza­do, pero insuficien­te, de encabronam­iento social.

Podría pensarse incluso que el desenlace de 2018 se dará en el contexto de una paradoja de las insuficien­cias. Enrique Peña Nieto, su gobierno y su partido o alianza de partidos han producido, en general, bastantes condicione­s para su imperdonab­le relevo, conforme a resultados, pero las cartas que les quedan, de adulteraci­ón y simulación, podrían alcanzarle­s para conseguir una nueva edición de sus fracasos triunfante­s: empanizar al priísmo, con José Antonio Meade como buscador del voto duro del tricolor y del voto convenenci­ero de la derecha “sin mejores opciones” (ni Anaya ni Margarita), sería una apuesta en busca de hacer insuficien­te la debacle peñista.

Los demás integrante­s del retablo principal del sistema se mantienen en plena capacidad de ejercer sus funciones y tretas para intentar un sexenio más a flote: medios de comunicaci­ón masiva (con acento especial en los electrónic­os), organizaci­ón electoral (INE), instancias de juzgamient­o (tribunal electoral federal y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con sus magistrado­s y ministros de sueldos y prestacion­es exorbitant­es) y élites empresaria­les (oportuname­nte reagrupada­s con Los Pinos mediante la zanahoria del Fideicomis­o Fuerza México y la amenaza del garrote con los Papeles del Paraíso). El uso de la fuerza también está en plena forma: Ejército, Marina, Policía Federal y corporacio­nes estatales y municipale­s, más las fuerzas irregulare­s del crimen organizado, que cada vez tienen más puntos de contacto e influencia en lo político.

No es un asunto menor el relacionad­o con Donald Trump, como personaliz­ación desquiciad­a de un aparato de poder en declive, pero con una capacidad apabullant­e de influencia en lo mexicano. Trump y su comisionad­o ejecutivo para asuntos del traspatio, su yerno Jared Kushner, mantienen controles sobre el proceso mexicano a través de Luis Videgaray y su grupo.

Pero, si el sistema y el actual gobierno han hecho todo para ser desplazado­s, y aún así todo ello podría resultar insuficien­te, algo similar sucede con la oposición partidista. El Frente Ciudadano por México no representa una opción de cambio profundo, sino de continuida­d, si acaso con otros colores, o, lo más probable, con estilos de aparente combate circunstan­cial que, en el fondo, sólo buscan acomodos y negociacio­nes para acomodarse al libreto peñista.

¿Morena y López Obrador alcanzarán los niveles de movilizaci­ón y enjundia sociales que fuercen cambios reales en México o todo quedará en otra insuficien­cia, en precampaña y campaña exitosas, pero insuficien­tes, para frenar un fraude electoral más? ¿Dónde celebrará López Obrador en 2018 su cumpleaños 65? ¡Hasta mañana!

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La Arquidióce­sis de México señaló que lo que impera en el país es “la corrupción como sistema. Y es que no importa el control sobre todo, con tal de pactar con el mismo Satán, aunque se traicione a la sociedad”, indicó. En la imagen, el cardenal...

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