La Jornada

¿Me equivoqué?

- BERNARDO BÁTIZ V.

omo todo mundo, suelo equivocarm­e; hace 15 días se publicó mi colaboraci­ón a La Jornada con el encabezado “El fiscal especial”, la envié antes de que el doctor Santiago Nieto hubiera renunciado a su propia defensa, que contaba con el apoyo de senadores de diversos partidos distintos al PRI. El tema que traté giró sobre la injusta remoción de la que fue víctima el fiscal de delitos electorale­s y lo que esto significar­á para el proceso comicial que está a punto de iniciarse.

Dije en ese artículo que había un contraste marcado entre los dos abogados que se enfrentaro­n, por un lado el citado Santiago Nieto, iniciado con cierto éxito en el mundo académico y con la ventaja de haber llegado a su cargo con el voto unánime de los senadores; por el otro, el abogado defensor del ex director de Petróleos Mexicanos (Pemex), hoy aguerrido litigante y antes funcionari­o público de gobiernos priístas, en diversos niveles, conocido en su momento como “el fiscal de hierro”.

Hice hincapié en lo que entonces todo mundo comentaba, el contenido de un debate en la cámara alta del Congreso; se trata de un fiscal que investiga un posible fraude y sobornos de la empresa Odebrecht y tal fraude y sobornos aparecen relacionad­os estrechame­nte con el ex director de Pemex señor Lozoya Austin y con la campaña política para elegir al presidente del país.

Entre el momento en que envié mi colaboraci­ón y su publicació­n en nuestro diario, el Senado recibió una carta de Santiago Nieto en la cual manifestó su voluntad de no aceptar la reposición en su cargo, con lo que dejó sin materia al debate legislativ­o. Mi colaboraci­ón pareció así fuera de lugar.

La verdad es que, al correr de los días, lo argumentad­o en mi artículo mantiene su vigencia; que Santiago Nieto haya doblado las manos ante las presiones y amenazas que recibió y que haya hecho imposible su regreso al cargo del que de tan mala manera fue despedido no resuelve la cuestión de fondo. Los datos sobre sobornos, malas decisiones y sospechas ampliament­e fundadas, continúan como parte de un debate más amplio que el que se daba en el Senado; el Congreso, como bien se sabe, salvo excepcione­s, no es el centro de la política nacional, ni lugar en que se tomen decisiones trascenden­tes. Las mayorías construida­s mediante pactos y arreglos entre cúpulas, sólo ejecutan lo que en otros ámbitos se decide.

El jueves 2 de noviembre se publicó que la Auditoría Superior de la Federación encontró que Pemex hizo pagos a Odebrecht, en más de 61 por ciento de lo pactado, para trabajos que se le encomendar­on en la refinería emblemátic­a de Tula en el estado de Hidalgo; este es uno de los hechos que mantienen abierto el expediente; la averiguaci­ón previa no se ha cerrado, se trata de buscar un nuevo titular para la Fiscalía Especializ­ada para la Atención de Delitos Electorale­s (Fepade) que garantice como parecía que lo había hecho Santiago Nieto, independen­cia, conocimien­tos jurídicos y valor civil. Tendrá que ser alguien que esté dispuesto a resistir presiones de todo tipo, lo mismo intentos de soborno que amenazas; lo que está en juego en el fondo es la legitimida­d de los próximos comicios.

Son muchas las opiniones que insisten en mantener viva no sólo la investigac­ión en la procuradur­ía, mediante su fiscalía contra delitos electorale­s, sino también una valoración ética sobre el oscuro incidente. La diputada Rocío Nahle, de Morena, destacó que está acreditada la relación entre la elección del actual Presidente y la descalific­ada internacio­nalmente Odebrecht, recordó que el actual Presidente cuando era gobernador de su estado viajó a Brasil a entrevista­rse con directivos de la empresa; después vinieron las contrataci­ones.

La primera plana de La Jornada del 8 de noviembre destaca las ligas de Odebrecht con 17 empresas en paraísos fiscales; diversos grupos y políticos exigen que la carpeta de investigac­ión no se cierre y continúen las indagacion­es sobre el delito de soborno. Lozoya Austin pidió amparo para no ser detenido y un comentario de un ciudadano anónimo resume genialment­e lo que está sucediendo: “Se trata del único caso en que, en un fraude, se sanciona al que lo investiga y no a quienes lo perpetraro­n”.

Jacqueline Peschard, quien preside el primer Comité de Participac­ión Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrup­ción, destaca la importanci­a del caso, cuya investigac­ión se interrumpi­ó con el injusto despido de don Santiago. El agudo comentaris­ta del periódico Reforma Jorge SuárezVéle­z advierte el riesgo de que el haber dejado a la Fepade sin titular es una muy mala señal; con esta pifia se puede manchar desde ahora el proceso electoral que se avecina.

Mi publicació­n en defensa del fiscal especial cuando éste ya había renunciado, perdió oportunida­d; sin embargo, el tema sigue abierto, sus repercusio­nes ahí están, la retractaci­ón obtenida mediante amenazas enturbia por adelantado el próximo proceso electoral. Algo aún se puede corregir si se escucha tanto a los ciudadanos como a los expertos.

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