Marichuy, bordadora de las resistencias
Lejos de la apacible tranquilidad de quienes apuestan casi todo a los amarres por arriba y a la eficacia de sus equipos de profesionales electorales, la campaña de la vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) camina, como una bola de nieve que crece conforme rueda, improvisando sobre la marcha y sumando adhesiones insospechadas.
Marichuy no es gran oradora. No es histriónica. No se exalta. En ocasiones hasta puede parecer anticlimática. Sus discursos son como una charla ante compañeros o amigos. No pretende desatar pasiones. No busca enardecer a las multitudes. Sin embargo, cuando habla deja en ellas su huella: las conmueve y moviliza.
Su palabra tiene la frescura de lo genuino. Nace del corazón y la experiencia. Surge de su capacidad de escuchar al México de abajo, afinada desde hace décadas. Proviene de una profunda reflexión sobre sus raíces. Cuando toma la palabra en los mítines, ni ofrece ni promete nada. No regaña. No ofrece salvación ni premios. Pero abre horizontes y convoca a hacer posible otro futuro.
Ante la sobreabundancia verbal de los otros aspirantes, María de Jesús Patricio practica la economía del discurso. Sus intervenciones son tan breves como sustanciosas. Les dice algo a los muchos que recién despiertan a la política y sienten que lo que