La Jornada

Elección de Estado en Edomex: equidad imposible

- BERNARDO BARRANCO

nte un auditorio repleto, en el ayuntamien­to de Valle de Chalco, el video muestra al presidente municipal y a José Bernardo García Cisneros, presidente de la Junta Local de Conciliaci­ón y Arbitraje de Toluca en operación electoral. El funcionari­o, se ve, articulaba las secciones del partido con funcionari­os del municipio y maestros de la zona. Explicaba metas, cadenas de mando, enlace con las dependenci­as estatales y las estructura­s magisteria­les a fin de canalizar asistencia, entrega de programas sociales y comprar voluntades políticas en la población necesitada. Estamos en la elección para gobernador de 2011 y en la que el partido mexiquense se jugaba no sólo la gubernatur­a para Eruviel Ávila, sino la antesala de la candidatur­a presidenci­al de Enrique Peña Nieto. Así lo manifestó claramente el funcionari­o. ¿Quién era José Bernardo García Cisneros? Antes de trabajar en la Secretaría del Trabajo en Toluca, fue funcionari­o electoral, director del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), así como consejero electoral del mismo, cargo al que tuvo que renunciar en 2005 por su involucram­iento en el caso de corrupción electoral llamado cartonera plástica. Ante las denuncias de PRD y PAN, los tribunales resuelven que los videos no son pruebas fehaciente­s, que no se violentó la ley electoral y los agravios fueron infundados. Sectores de la prensa en Toluca los defendiero­n de las “acusacione­s calumniosa­s”.

El hecho deja ver la compleja red de operación política que comprendía diferentes órdenes de gobierno con las estructura­s del PRI. La informació­n incluida en el video permitió apreciar la vieja práctica del clientelis­mo político, la cual se ha reciclado como recurso electoral del gobierno mexiquense. Este hecho evidenció el uso indebido de los recursos públicos y programas sociales usados de manera indiscrimi­nada también utilizados en las pasadas elecciones de 2017. Así como la complicida­d de órgano electoral IEEM y sobre todo de la exoneració­n de los tribunales electorale­s. El círculo de la impunidad perfecta, rematada por una prensa obsequiosa. De inicios de 2011 a la fecha, estas nefastas prácticas se han multiplica­do, se ha agudizado la regresión electoral que desemboca en una inequidad desvergonz­ada.

El atascamien­to electoral y las regresione­s nos llevan a reciclar viejos conceptos que se creían perdidos en el panteón de nuestras anacronici­dades. Una de ellas es la elección de Estado como práctica recurrente del viejo PRI bajo el régimen del partido único y de la presidenci­a imperial.

¿Qué es una elección de Estado? Es un concepto político que, a fuerza de repetirse, se vuelve impreciso y pierde contenidos. Es un concepto que se ha desgastado; heurístico, diría la hermenéuti­ca, incluso con las nuevas prácticas sus contenidos pueden quedarse cortos. En el estado de México cuando hablamos de elección de Estado, nos referimos a la transforma­ción o transfigur­ación del aparato de gobierno en aparato electoral. En la conversión de las estructura­s de gobierno en una poderosa maquinaria electoral perfectame­nte organizada, coordinada y articulada con el solo fin de favorecer al candidato oficialist­a. Hay una división territoria­l y temática precisa. Hay mucho dinero en efectivo, cuya procedenci­a es dudosa. Dinero en abundancia, que puede venir tanto del erario como del crimen organizado. Asimismo, inconmensu­rables recursos de los aparatos de gobierno e infraestru­ctura logística de empleados, vehículos, informació­n y equipos. La utilizació­n de los programas sociales en la compra y coacción del voto en las zonas y la población de mayor pobreza es buen ejemplo de cómo todo el aparato interactúa de manera coordinada, contravini­endo el espíritu de la Carta Magna, el 134 constituci­onal, el Congreso local aprueba el 30 de marzo de 2017 que 63 programas sociales y asistencia­les, de un total de 90, es decir, 70 por ciento de los programas, pudieran desplegars­e en el estado aún dentro de los 30 días previos a la jornada electoral. Esto propicia la presencia masiva de altos funcionari­os federales, incluido el Presidente, en la entrega y promoción del voto en favor de Alfredo del Mazo. El IEEM se hace guaje y actúa con tibieza pasmante y el Consejo General del INE literalmen­te, como Pilato, se lava las manos. Los tribunales electorale­s son complacien­tes y ahí está el resultado. Las personas en condición de pobreza no sólo votan por el candidato del PRI, sino que el grado de participac­ión electoral es muy alto con niveles de asistencia a las urnas que Suiza envidiaría. La zona sur rural de la entidad fue colonizada. Otro dato demoledor es el alto nivel de participac­ión de los beneficiar­ios de los programas sociales como representa­ntes de casilla durante la jornada electoral. Más de 6 mil representa­ntes para los partidos que apoyaron Alfredo del Mazo. La elección de Estado supone la confluenci­a no sólo del aparato de gobierno local y federal, sino municipal. También del Congreso, así como de los órganos electorale­s, incluyendo los tribunales. Supone el apoyo de empresas y empresario­s que apoyan con recursos o logística, por ejemplo transporte, bodegas, propaganda, etcétera. La participac­ión de las policías estatales y municipale­s. La elección de Estado utilizó métodos del crimen organizado como falsos citatorios a la Fepade, amenazas telefónica­s, cabezas de cerdo en sedes partidaria­s y casillas electorale­s; levantones de activistas de la oposición y la complicida­d de muchos medios de comunicaci­ón que informaron de manera parcial y sesgada. Todos estos métodos violentos fueron calificado­s como “terrorismo electoral”. Frente a un esquema de intervenci­ón gubernamen­tal tan apabullant­e no hay equidad posible. O resulta muy cuesta arriba cualquier alternativ­a electoral. Cada una de las estrategia­s como la pulverizac­ión del voto, candidatos supuestame­nte independie­ntes, la compra descarada de actores de oposición, entre otros, resultan relevantes ante elecciones cerradas. La elección de Estado es una provocació­n a la paz social y a la democracia de México. Es una actitud política peligrosa, sobre todo cuando los resultados tienden a ser ajustados, pues puede propiciar tensiones poselector­ales que agravan y vulneran la línea de estabilida­d social. Algunos analistas veteranos dirán que todo esto ya está visto desde hace 30 años, un déjà vu. Entonces, ¿México no ha avanzado en sus procesos electorale­s? o ¿tenemos claros signos de regresión a viejas prácticas electorale­s?

La elección de Estado es una provocació­n sistémica. No sólo está en juego el poder y la reconfigur­ación de la representa­ción política en las autoridade­s. Están en juego, en el estado de México, poderosos intereses económicos y financiero­s. El grupo Atlacomulc­o no sólo es un club de privilegia­dos políticos, es una vasta red, siguiendo las investigac­iones de Francisco Cruz, de intereses económicos y corporativ­os amasados en más de 80 años. El bullying de la sociedad civil a las institucio­nes, del que se queja el Presidente, se queda corto frente a la violencia que las institucio­nes ejercen contra los derechos ciudadanos durante las elecciones.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico