La Jornada

Sin el boxeo estaría muerto, afirma el medallista olímpico Alfonso Zamora

Era pandillero, pero el deporte lo alejó de ese ambiente en el que había delitos y drogas

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

A principios de los años 60 del siglo pasado, Tlatelolco vivió un proceso de modernizac­ión que transformó el entorno urbano con un complejo habitacion­al sin precedente. Pero también, relata Alfonso Zamora –medallista olímpico en boxeo– no dejaba de ser un punto de convergenc­ia de lo peor de las colonias aledañas, una inercia de las vecindades de los barrios bravos que convivían de forma simultánea. Ahí, recuerda, abundaban ladrones de poca monta, traficante­s de drogas y hasta tratantes de mujeres.

“Un ambiente feo que, quieras o no, te jala”, dice Zamora, ganador de medalla de plata en Munich 1972; “yo estaba perdido desde niño; robaba, me drogaba, me peleaba, era pandillero, caí dos veces en la correccion­al, estaba mal de verdad; no exagero cuando digo que si no fuera por el boxeo ya estaría muerto”.

Zamora era incorregib­le; sus padres no sabían cómo contenerlo. Pero el boxeo se le cruzó encarnado en un vecino, boxeador profesiona­l, quien lo llevó por súplicas del padre al gimnasio Jordán. Ahí se le reveló el deporte que lo llevaría a representa­r a su país en unos Juegos Olímpicos y que, ya como profesiona­l, le daría un patrimonio como campeón mundial en peso gallo.

Habla con devoción del deporte por el que hoy el Consejo Mundial de Boxeo le rinde un homenaje como Gloria del pasado. “De todos los éxitos que tuve: ganar un campeonato del mundo, tener peleas memorables como profesiona­l, nada se compara con subir a un podio olímpico representa­ndo a tu país. Eso, estoy seguro, es lo mejor que me pasó en la vida”.

Gastó mucho de lo que ganó, pero aclara que no arruinó su vida, como suele ser la narrativa recurrente en el boxeo. “Algo quedó”, dice, pero se gana la vida como jefe de entrenador­es en el Instituto del Deporte de Aguascalie­ntes.

Por esta razón, apunta, le duele ver la situación en la que se encuentra el boxeo amateur, un conflicto entre la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) y la Federación Mexicana de Boxeo Amateur que, asegura, impide el desarrollo de los jóvenes peleadores que tienen aspiracion­es olímpicas.

“Ambos lados están haciendo mucho daño al boxeo”, lamenta; “por atacarse entre ellos, están cerrando el paso de muchos jóvenes que podrían enderezar sus vidas y encontrar un camino al éxito, como yo lo viví. No lo sabemos, pero quizás hay muchos Zamoras que sólo están esperando una oportunida­d”.

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