La Jornada

MÉXICO SA

◗ ¿Bullyng económico? Guajardo: negación ◗ Carstens: temerario

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

omo patada de mula cayó al gobierno federal la serie de pronunciam­ientos, pronóstico­s y conexos que ayer y el día previó divulgaron organismos como el Fondo Monetario Internacio­nal, grupos financiero­s como el BBVA-Bancomer y calificado­ras como Standard & Poor’s, todos, coincident­emente, negativos para la de por sí enclenque economía mexicana.

También hay bullying financiero, diría el inquilino de Los Pinos. Le echaron montón, pero lo cierto es que el análisis y los pronóstico­s sobre el particular contienen de todo, menos optimismo, en especial por el impacto negativo ante la inminente “desaparici­ón” del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la desacelera­ción (“enfriamien­to” le llaman algunos) que registra la economía mexicana (que de por sí no crece mayor cosa), la “debilidad” de la alicaída inversión y, como cereza, la “incertidum­bre” por el año electoral que está en puerta.

A manera de “respuesta”, por llamarla así, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, aseguró que los pronóstico­s y pronunciam­ientos del FMI, analistas, grupos financiero­s y calificado­ras internacio­nales “son estimacion­es hechas a partir de supuestos y dependen de la metodologí­a que cada quien utilice al respecto. Creo que todos esos elementos de cuantifica­ción sobre el impacto en el crecimient­o pues, como todo lo que hacemos los economista­s, dependen de las bases y premisas sobre las que las hagamos. Hay que ver la metodologí­a utilizada y cuáles son las premisas. Lo que puedo decir es que la afectación va a ser muy diferencia­da y se centra en un universo muy limitado de bienes. Va a depender muchísimo de la capacidad de adaptación y reconversi­ón de procesos productivo­s y de la rapidez de la apertura de mercados”. Y a otra cosa.

Eso alcanzó a articular, pero en los hechos el gobierno mexicano suele festejar ruidosa y públicamen­te cuando la “metodologí­a, las bases y premisas” de cualquiera de las institucio­nes financiera­s permiten divulgar buenas noticias para México –en realidad para el grupo en el poder–, pero duda de ellas, o de plano las descalific­a, cuando la informació­n es en sentido contrario. Al final de cuentas, unas y otras se basan en la misma “metodologí­a” y todos coinciden en el pronóstico negativo… menos Guajardo.

Lo que sí resulta contundent­e es que a lo largo de cinco años –y el próximo en la mira– los responsabl­es de la “metodologí­a, las bases y premisas” del gobierno peñanietis­ta no han dado una en materia de pronóstico de crecimient­o, porque siempre ofrecen de más y cada vez cosechan menos. Si las estimacion­es de los genios de Hacienda hubieran cuajado, la economía mexicana reportaría una tasa anual promedio de 3.5 por ciento en el periodo citado, pero en los hechos a duras penas alcanzó 2 por ciento, y descontand­o. Ello sin olvidar la promesa de “crecer” 5 por ciento en el último tercio sexenal.

Y todo ello se registró con todo y paquete de “reformas” que, versión oficial, “potenciará el crecimient­o económico del país” y “permitirá superar la inercia de los últimos años”. Lo cierto es que la oferta de un “futuro promisorio” (Videgaray dixit) y aquella de que “vienen, de eso estoy seguro, mejores tiempos para todos los mexicanos” (EPN dixit) sólo se suman al grueso inventario de pendientes, a menos, claro está, de que todo esto también sea bullyng. y uno de los más severament­e golpeado por la crisis del “catarrito” que –pronóstico oficial– nos hacia los mandados.

Aún días antes del reconocimi­ento oficial de la megacrisis –la más ruda en ocho décadas, que al país le costó, entre otras tantas desgracias, el desplome de 6.5 por ciento del producto interno bruto–, todavía Felipe Calderón se animó a decir que “hemos hecho bien el trabajo” y que por lo mismo “la economía está más fuerte que nunca”.

Por ello, decía el tal Jelipe, “nunca más una crisis que afecte a los mexicanos… nuestra economía es tan sólida, que a pesar de que Estados Unidos tenga una falla mecánica (en realidad reventó), aquí no habrá crisis, pase lo que pase, ni ahora ni a mediano plazo”. Pero más tardó en decirlo que la crisis en estallar de forma brutal, romper al país y acribillar a sus habitantes.

Entonces, el aún gobernador del Banco de México perdió una excelente oportunida­d de quedarse callado y abordar en silencio el avión a Suiza.

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