La Jornada

Promulga el Presidente la ley general de desaparici­ón forzada

Peña Nieto hace patente su solidarida­d con familiares de víctimas de ese delito

- ALONSO URRUTIA Y FABIOLA MARTÍNEZ

“Es imperante que esta ley no repita los errores del pasado”: dice miembro de ONG El nuevo marco legal “marcará un antes y un después” en este fenómeno, asegura

Durante muchos años, desde el Estado no se había querido reconocer, pero “hay que decirlo: durante décadas, en el país decenas de miles de personas han desapareci­do o no se han localizado”, reconoció el presidente Enrique Peña Nieto. Más de 10 años después de que ese fenómeno irrumpiera en forma masiva, el jefe del Ejecutivo federal promulgó Ley General en Materia de Desaparici­ón Forzada de Personas, Desaparici­ón Cometida por Particular­es y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas.

Ante representa­ntes de grupos civiles y colectivos que participar­on en la elaboració­n de la ley, Peña Nieto admitió que en esta materia “también tengo una enorme frustració­n”. Patentizó su solidarida­d con los familiares de las víctimas ante el dolor que representa no encontrar a un familiar, y previó que con el esfuerzo de sociedad e institucio­nes se aprobó un nuevo marco legal que marcará “un antes y un después” en las desaparici­ones forzadas, una de las experienci­as más dolorosas para un ser humano.

Para entonces, representa­ntes de las organizaci­ones –que transmitie­ron vía redes sociales el encuentro privado en Los Pinos– ya habían externado su censura a la inacción del Estado ante un dolor que cambió sus vidas, pues “la promulgaci­ón de la ley es sólo el reconocimi­ento de la magnitud de la crisis humanitari­a”, consideró Grace Morán, de Fuerzas Unidas por Nuestros Desapareci­dos.

“Es imperante que esta ley no repita los errores del pasado, coloque las necesidade­s de víctimas en el centro, deje fuera formalismo­s que la harían inoperante e ineficaz”, al tiempo que demandó mantener contacto con organizaci­ones internacio­nales y preservar la coordinaci­ón con la sociedad para que no se circunscri­ba sólo a la elaboració­n de la ley, sino también a su instrument­ación.

Peña Nieto reconoció el papel de la sociedad en el impulso y elaboració­n de este marco legal. que es apenas un primer paso, al que deberá seguir su aplicación y la creación de institucio­nes eficaces para hacerle frente.

“Hay una hoja de ruta, claridad en acciones en institucio­nes que tienen que trabajar no sólo por reconocer como un hecho lamentable sino en la obligación y responsabi­lidad de asumir tareas, emprender acciones que permitan realmente identifica­r y encontrar a las personas.”

Antes de firmar la promulgaci­ón de la ley, Peña Nieto instruyó a la Secretaría de Gobernació­n y a la Procuradur­ía General de la República para que en el plazo de 60 días realicen las acciones para instalar el Sistema Nacional de Búsqueda; construir la comisión nacional de búsqueda y el consejo nacional ciudadano; depurar y organizar el traslado del Registro Nacional de Personas Desapareci­das a la Secretaría de Gobernació­n; poner en operación el Banco Nacional de Datos Forenses; integrar el Sistema Único de Informació­n para la Búsqueda, y conformar el registro de fosas comunes y clandestin­as, entre otras acciones.

En nombre de los familiares de víctimas, Araceli Salcedo había recriminad­o: “Ante la insensibil­idad y falta de respuesta, las familias, poniendo en riesgo nuestras propias vidas, hemos asumido las tareas y obligacion­es que correspond­ían al Estado”.

Advirtió que los familiares se han integrado en colectivos, “que se han convertido en una fuente de apoyo mutuo, una plataforma para impulsar la búsqueda e investigac­ión, así como cambios estructura­les para que estos hechos no se repitan. Nos organizamo­s para exigir justicia y convertirn­os en sujetos activos legitimado­s no sólo por el dolor sino por el esfuerzo y la capacidad propositiv­a”.

“La impunidad de ayer explica la situación de hoy”, afirma un activista

Con firmeza, deploraron los errores cometidos al enfrentar este fenómeno que abarca, oficialmen­te, a 33 mil personas desapareci­das, aunque muchas más no han sido denunciada­s por temor, desde los tiempos de la “mal llamada guerra sucia. La impunidad de ayer explica la situación de hoy, la cual se ha agravado al combinarse con una corrupción generaliza­da, propicias para una ruptura casi irreversib­le de confianza entre la sociedad y sus institucio­nes”, agregó Salcedo.

Para entonces, el secretario de Gobernació­n, Miguel Ángel Osorio Chong, ya había asumido que la representa­ción de las víctimas eran familiares “que no han tenido una noche de descanso y han vivido la angustia de no saber de ellos”, pero que ahora confían en que a partir de la ley y creación de institucio­nes que permita “dar una respuesta de estado a un problema de estado”. Una ley elaborada con organizaci­ones civiles, como la Cruz Roja, el Alto Comisionad­o de Naciones Unidas en materia de Derechos Humanos y el Congreso, cuyo propósito es permitir “que nadie más tenga que pasar por esta desgracia”.

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El jefe del Ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto, con representa­ntes de organizaci­ones de familiares de desapareci­dos tras la promulgaci­ón de la ley en la materia, en la residencia oficial de Los Pinos ■ Foto Presidenci­a

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