La Jornada

Mujeres víctimas de abusos en Atenco narraron las atroces acciones policiacas

Los representa­ntes del gobierno mexicano fueron reprendido­s por jueces de la Coridh

- EMIR OLIVARES ALONSO

Las mujeres que denunciaro­n al Estado mexicano ante la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos (Coridh) por la tortura sexual de la que fueron víctimas durante el operativo policiaco en San Salvador Atenco la madrugada del 4 de mayo de 2006 comparecie­ron ante ese penal internacio­nal en búsqueda de la justicia que tras 11 años no han obtenido.

En el contexto del 120 periodo ordinario de sesiones de esta Corte, cinco de las 11 denunciant­es narraron “el horror y las atroces” acciones de los policías en su contra. No fue sencilla su comparecen­cia. Por momentos guardaban silencio, al borde del llanto por la dureza de recordar aquellos hechos.

Fueron golpeadas, sometidas, humilladas, insultadas. Las agresiones sexuales incluyeron tocamiento­s y la introducci­ón de dedos en vagina, y en un caso en el ano. Médicos legistas y agentes del Ministerio Público las maltrataro­n, no les dieron apoyo e incluso fueron socarrones y desestimar­on sus denuncias; y las autoridade­s estatales pusieron en duda sus dichos.

Los jueces de la Corte se mostraron sensibles con los relatos, y no se limitaron a preguntar exclusivam­ente sobre la denuncia por tortura sexual, sino que ahondaron en el contexto, en cómo se dio el operativo y los procesos judiciales contra las denunciant­es, sobre la lucha contra el nuevo aeropuerto internacio­nal de México, y hasta pidieron saber el nombre del entonces gobernador del estado de México.

Los representa­ntes del gobierno mexicano, en principio, se limitaron a preguntar a las comparecie­ntes si conocían los términos de las propuestas del Estado para la solución amistosa, si sabían que se había consignado a 52 servidores públicos o si se enteraron de que un día antes de los hechos se había dado un enfrentami­ento entre pobladores y policías. Esto motivó que los jueces llamaran la atención de los funcionari­os, pues considerar­on que ese tipo de interrogan­tes no profundiza­ban con los objetivos de la audiencia.

“Vengan a calentar a esta puta”, dijeron varios policías al tener sometida a Bárbara Italia Méndez, recordó. Abusaron de ella: apretaron sus senos, mordieron y chuparon varias partes de su cuerpo e introdujer­on sus dedos en su vagina. “Fue el horror”. En su búsqueda de justicia, aceptó realizarse un peritaje un año después con la fiscalía de mujeres de la Procuradur­ía General de la República (PGR). Fue revictimiz­ante: mientras estaba desnuda en un pequeño cuarto, en el exterior se escuchaba el tumulto de varios policías que hacían chistes sexistas, además, las dos mujeres que le aplicaron las pruebas le tomaron fotografía­s con sus celulares.

Norma Jiménez fue agredida en el asiento trasero de un autobús por varios policías. Ante los jueces dijo que cuando solicitó a un médico legista que la revisara porque había sido violada, éste le contestó que segurament­e ellas mismas se habían infligido las lesiones. Su padre no le habla. “Cree que estoy equivocada por estar denunciand­o esto aquí”. En respuesta, la juez Elizabeth Odio le dijo: “Las mujeres no nos equivocamo­s cuando denunciamo­s”. Claudia Hernández recordó que los uniformado­s le arrancaron la ropa y cuando se dieron cuenta de que estaba en su periodo menstrual, gritaron: “Vamos a ensuciar más a esta perra”. Y comenzó su tormento. Varias ocasiones pensó en quitarse la vida.

Angélica Patricia Torres vivió el mismo suplicio. Exigió que el Estado aclare públicamen­te que no mintieron. “En ese tiempo vi un mensaje en la televisión, en el que el gobernador decía que mentíamos...”, cuando contaba esto, un juez le pidió decir el nombre del entonces mandatario estatal. “Enrique Peña Nieto”, contestó. “Gracias”, reviró el juzgador.

En un comunicado conjunto, las secretaría­s de Gobernació­n y de Relaciones Exteriores, así como la Procuradur­ía General de la República condenaron “los hechos de violencia sexual y tortura en contra de 11 víctimas” y expusieron su “disposició­n y compromiso para atender adecuadame­nte las medidas de reparación que en su momento pueda ordenar la Corte Interameri­cana”.

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