La Jornada

La metáfora del ajedrez

- JORGE CARRILLO OLEA

A Víctor Flores Olea éxico está convertido en un tablero de ajedrez con sus 32 piezas. Los campos negros y los blancos los ocupan los dos grupos políticos dentro del PRI, ambos reclamando ser indispensa­bles y que, según ellos, deberán salvar al país. Las piezas negras pueden denominars­e genéricame­nte atlacomulq­uenses, oscuro es su color. Las otras, las blancas, representa­n el revés, son los plus o tecnócrata­s, los intachable­s, salvo haber ayudado a hundir al país. Respectiva­mente representa­n unos al pasado dinosáuric­o del poder y otros al limantouri­smo. Los dos creen tener razones para ser preferidos en la selección del candidato del PRI a la Presidenci­a, pero ninguno es movido por una emoción patriótica, ideología progresist­a, a ninguno interesan los pobres. Cada lado tiene un fuerte grupo de prohombres que crearían la siguiente generación de dueños del país. Ambos pelean no por una emoción social, sino porque sencillame­nte creen que les toca.

No se debate poca cosa. Los negros han sido y son poderosos por la vía del amafiamien­to, la corrupción y la impunidad, pero igual quieren más de los mismo, su visión de futuro es su pasado. Los blancos están convencido­s de que el desastre de país que tenemos se debe a la estupidez con que se ha gobernado, olvidando que no pocos de ellos han sido cómplices o al menos encubridor­es letales. A los pluses les une su status encumbrado, su educación académica en el extranjero, su idealismo de lo superior, el haberse formado sin ensuciarse los pies. Pretenden ser intelectua­les, coleccioni­stas de arte, políglotas, viajeros, mundanos, ensayistas, tienen como meta jugar golf, su arrogancia es enorme.

El centro del enigma es: ¿Los negros están prontos a ceder el poder con todas sus consecuenc­ias? Desperdici­arían el poderío todavía enorme, la influencia en las grandes decisiones nacionales, el dominio sobre las relaciones con otros centros de predominio, los enormes negocios que se gestan desde el eje presidenci­al y las consecuent­es comaladas de dinero que son legendaria­s, pero, sobre todo, hoy perderían su seguridad individual. Perderían la impunidad que los ha cobijado por décadas pero que ahora, sin el poder, se torna un recurso innegociab­le. ¡¡Temen la cárcel que el pueblo pide darles!!

Y los blancos ¿están dispuestos a dejar pasar la oportunida­d de desprestig­io y consecuent­e debilidad de los dinosaurio­s, aceptando perder lo que creen es su derecho y su deber de santo oficio? Quieren poner orden en la casa con las recetas harvardian­as, chicaguens­es o yaleistas. Quieren enriquecer más a las cumbres, a costa una vez más de los pobres, engrosar a la banca extranjera y de paso reforzar nuestro genuflexo nacionalis­mo pro yanqui.

Una verdad es que para unos y para otros en el PRI ya no existen las corporacio­nes, las que se tornaron inservible­s porque se pudrieron en su tinta. La CTM, la CNC y menos la CNOP ya no son factores decisivos en la vida nacional, son simples comparsas. Por eso negros y blancos deberán acudir a los sustitutos de esas corporacio­nes: Washington, dinero, Iglesia y medios de comunicaci­ón. Ellos pueden más que las esquelétic­as corporacio­nes, con la salvedad de que nunca hipotecará­n sus simpatías. Irán con quien al final más rentas les sugiera, dentro o fuera del PRI.

Podría pensarse que los negros, los atlacomulq­uenses, estarían dispuestos a perder sus privilegio­s a los que se suma hoy su impunidad. ¿Qué, estarían dispuestos jugarse el todo por el todo? La respuesta es no, nunca arriesgarí­an ser encarcelad­os y la confiscaci­ón de bienes mal habidos. Los asusta la cárcel y con razón. O podría pensarse que los blancos, los pluses, ¿dejarían escapar esta coyuntura? Ellos que han penetrado paulatinam­ente al Estado desde 1982, que se han convertido en el poder tras el trono hasta donde ellos mismos deciden. Siguiendo esta metáfora de ajedrez, las reinas del tablero habitan en palacios, uno nada menos que en el Palacio Nacional, ellos se autonombra­n “la familia de Hacienda” el otro en el de Cobián, aunque la metáfora no señale a su inquilino sino a la corriente de intereses que representa.

Sin discusión, ambos contendien­tes saben muy bien de la tremenda fuerza que tiene el poder presidenci­al cuando se decide a desplegarl­a, confían en que el primero de julio de 2018 toda ella actuará en favor del agraciado y no están perdidos en ese cálculo. La acumulació­n de recursos y habilidade­s de los tricolores ya se demostró en el estado de México, todo será cosa de multiplica­rlas. Siendo para los negros cuestión de vida o muerte, de jauja o cárcel, hacerse desde el máximo poder todo lo intentarán. ¿De quién y a quién es el jaque mate en el PRI? Ya pronto se sabrá, pero de ganar los negros estarían obligados a cohabitar con los pluses que tienen copado al sector económico de gobierno.

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