La Jornada

Proyecto de nación

- PEDRO MIGUEL

ongámoslo así: cumplimien­to cabal de las leyes y tolerancia cero ante los actos de corrupción, educación para todos, combate a la discrimina­ción en contra de las mujeres y los indígenas, atención prioritari­a a jóvenes y adultos mayores, recuperaci­ón de la soberanía en lo político, lo energético y lo alimentari­o, educación para todos, democracia efectiva y separación de poderes, reactivaci­ón de la economía.

A estas alturas un programa de este estilo debería ser innecesari­o pero no lo es porque en México las leyes se reforman hasta la náusea pero se cumplen sólo de manera excepciona­l; porque la cleptocrac­ia se come, bajita la mano, 10 por ciento del presupuest­o y la carrera de funcionari­o se ha vuelto el negocio más rentable del mundo; porque el arco de las agresiones cotidianas en contra de las mujeres va del agravio verbal en la calle al feminicidi­o, ya sea en un descampado o en el propio hogar; porque la política y la economía formales siguen negando a los indígenas el derecho a ser ciudadanos y a ser comunidade­s y a ser mexicanos y a ser distintos; porque no hay sitio para los jóvenes en el mercado laboral ni en las prepas y universida­des y porque a veces no lo hay ni siquiera para los niños en las escuelas; porque los que hicieron el país que los neoliberal­es están deshaciend­o carecen en muchos casos de medios básicos de subsistenc­ia; porque dan ganas de llorar de vergüenza y rabia cuando en esta nación de pasado y presente agrario hay que masticar maíz importado, cuando en esta potencia petrolera hay que consumir gasolina gringa y cuando en la mesa de negociacio­nes del TLCAN los representa­ntes mexicanos presumen los collares para perro que les puso Trump y dicen con entusiasmo: “¡Miren, nos los pusimos nosotros solitos!”; porque la abrumadora mayoría de los ciudadanos sabe que la institucio­nalidad no responde al principio del poder emanado del pueblo sino que es usada por el grupo delictivo que la ocupa como blindaje y como parapeto para perpetuar su impunidad; porque a pesar de 30 años de promesas, la nación se parece cada vez menos al Primer Mundo que le prometiero­n y cada vez más al Infierno.

Pongámoslo así: a estas alturas hasta los partidos del régimen reconocen que México se encuentra en una situación desastrosa –algunos de ellos lo pregonan por mero instinto electorero, aunque sean correspons­ables del desastre– pero se niegan a admitir que la única salida posible es un cambio general de rumbo y en un ejercicio gubernamen­tal probo, legal, social, justo, democrátic­o y soberano. Dicen que esa propuesta suena a chavismo y un día de éstos jurarán que fue inspirada por Corea del Norte. Por lo pronto, algunos opinadores del oficialism­o esriben ya que los hackers rusos (y agreguen a los venezolano­s, por favor) están detrás de Morena y de López Obrador.

Tendría que ser una obviedad, en todo caso, la imperiosa necesidad de desalojar del poder público a quienes, sea cual sea el membrete partidario que ostentan, se han dedicado a saquear, ensangrent­ar y ofender al país, a demoler desde adentro las institucio­nes y a dividir a la población en un ínfimo grupo de multimillo­narios que depreda al país, una clase media que desayuna, come y cena desinforma­ción, y una masa de jodidos indefensos, manipulabl­es, explotable­s, exportable­s y sacrificab­les.

Por suerte, no lo han logrado. El poder de la tele ya no es lo que era y los columneros oficialist­as chapotean en las aguas del desprestig­io después de haber respaldado fraude tras fraude, privatizac­ión tras privatizac­ión, saqueo tras saqueo. Las clases medias actuales distan mucho de estar mayoritari­amente intoxicada­s de odio y terror fabricado, como ocurría en 2006. En cuanto a los jodidos, han ido construyen­do un tejido creciente y masivo de organizaci­ón en pequeños pueblos, barrios urbanos, ciudades grandes y medianas. El descontent­o ante la catástrofe nacional cruje por todos lados y en muchos escenarios da pie a la articulaci­ón que se requiere para superarla. El Proyecto de Nación 2018-2024 que se presentó ayer en el Auditorio Nacional cae en terreno fértil y auspicioso. Tiene todo a favor para constituir­se en la columna vertebral de una gran mayoría que en julio próximo derrote por nocaut los intentos de un enésimo fraude –pueden dar por seguro que los habrá– y se decida a reconstrui­r el país con soberanía, inclusión, legalidad, honestidad, equidad, educación, empleo, justicia, reactivaci­ón económica, gratitud y amor al prójimo.

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