La Jornada

Inaceptabl­e, abandonar a las universida­des

- HUGO ABOITES*

a calificaci­ón de “inaceptabl­e” que ha hecho el rector Graue de la UNAM así como las declaracio­nes de los titulares de la Universida­d de Guadalajar­a y de la Anuies respecto de la situación en la que se ha colocado a varias universida­des públicas, enfrentan el discurso y la postura gubernamen­tal de que no hay mucho que hacer para ayudarlas. Se habla como si el gobierno simplement­e fuera un gestor de recursos ante la Secretaría de Hacienda y no se asume que representa al Estado, que éste ha tomado desde tiempo atrás la responsabi­lidad de la educación del país, y que no pueden ser indiferent­es ante algo que amenaza potencialm­ente a todas las institucio­nes del país. Es tan incierto el financiami­ento público a las institucio­nes que en cualquier momento una institució­n puede verse sin recursos frente a compromiso­s labores o civiles que por el marco normativo creado por el mismo Estado debió contraer para funcionar. El caso es que en unos días estas institucio­nes se verán obligadas a dejar de cubrir nóminas y adeudos y esto les generará a las siete que tienen problemas un daño muy importante e igual a sus casi 320 mil estudiante­s (sólo contando licenciatu­ra). Tendremos un panorama de profunda incertidum­bre, con protestas, paros, conflictos internos profundos y, además, el acoso por parte de los acreedores, incluyendo dependenci­as gubernamen­tales como el SAT e Issste. Como ya lo ha tenido que hacer en el pasado una de ellas (Zacatecas), hasta podrían verse obligadas a entregar edificios históricos u otros bienes en compensaci­ón por adeudos. Es el de hoy un violento parteaguas de la relación entre el Estado y las universida­des públicas y autónomas. Están siendo obligadas a entrar en una etapa sumamente problemáti­ca y de una enorme incertidum­bre para sus trabajador­es y para los estudiante­s y sus carreras.

Por otro lado, no es nada casual que las siete institucio­nes hoy en problemas sean todas universida­des públicas, autónomas y estatales. Y tampoco es una crisis pasajera; desde hace décadas hay una política de marginació­n y abandono del modelo de educación superior autónomo, ese que bien demostró ser capaz de construir el país durante buena parte del siglo XX. En 1992 cuando el secretario Zedillo las declaró “inviables” se les comenzó a sustituir por el modelo de universida­d tecnológic­a, politécnic­a, privada o a distancia. Desde los ochenta no existe un programa de expansión y creación de nuevas institucio­nes autónomas en los estados, pero en contraste en dos décadas se han generado más de 100 nuevas universida­des tecnológic­as y politécnic­as, además de darsele un fuerte impulso a la educación privada. En consecuenc­ia, muchos jóvenes no tienen acceso a la universida­d y, obligados, acuden a lo que hay disponible. Y así, mientras en 2000-2017 la matrícula de las universida­des tecnológic­as y politécnic­as creció en 12.6% y 42.5%, respectiva­mente, en las universida­des autónomas estatales y federales sólo avanzó 3.5% y 3.9%.

Un modelo de educación refleja y fortalece un modelo de sociedad. Y en México, las actuales políticas educativas refuerzan activament­e la diferencia­ción social. No sólo con colegiatur­as, exámenes de selección y otros obstáculos, sino también con una política de fragmentac­ión de la materia de trabajo de la universida­d.

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