La Jornada

EMPRESAS

El fracaso de la industria petrolera

- MIGUEL PINEDA

a industria de los hidrocarbu­ros se convirtió en negocio fallido este sexenio, con pérdidas multimillo­narias, caída de la inversión, baja productivi­dad, corrupción sin precedente y récord en el robo de gasolina. Para colmo de males, José Antonio González Anaya, director de Petróleos Mexicanos (Pemex), abandona el barco para sustituir a José Antonio Meade.

Todo empezó durante la administra­ción de Emilio Lozoya en Pemex, cuando autorizó la compra, a precios de oro, de Agronitrog­enados y Fertinal, derroche de recursos para favorecer a un grupo de políticos y empresario­s. En la misma administra­ción de Lozoya se presentó el megafraude internacio­nal de Odebrecht y, a diferencia de otros países, en México se reservó la informació­n para no perjudicar a la casta divina del Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI).

A principios de este año Peña Nieto cometió otro gran desacierto al incrementa­r el precio de los hidrocarbu­ros, lo que desencaden­ó una inflación galopante, una fuerte devaluació­n y un gran descontent­o social.

Ahora, las inversione­s de Pemex se han reducido cerca de 100 mil millones de pesos a lo largo del año para terminar el sexenio con niveles récord en la importació­n de gas y gasolinas. México ya es un país importador neto de hidrocarbu­ros.

Desde el punto de vista financiero, González Anaya le dio una manita de gato a Pemex. Gracias a la ingeniería financiera, ahora resulta que esta firma es una empresa más eficiente y productiva. La realidad es que al bajar las inversione­s, lo que sucederá a Pemex es lo mismo que al caballo del español del cuento: ya que comienza a aprender a no comer, es probable que se muera.

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