La Jornada

La crisis de credibilid­ad y confianza en el INE

- BERNARDO BARRANCO

El proceso electoral de 2018 enfrenta el poco reconocimi­ento de los organismos públicos locales electorale­s (Oples) y sobre todo la credibilid­ad erosionada del actual Consejo General del INE. El país lleva a cuestas el lastre histórico del fraude electoral y la corrupción política como patologías incurables. El fraude electoral es una criatura cancerosa que contamina no sólo las institucio­nes electorale­s, sino que resta legitimida­d a las diversas estructura­s del Estado. El fraude electoral es correlato de la corrupción de las élites políticas, es la metástasis siniestra que invade las elecciones. Los pasados procesos electorale­s de Coahuila y estado de México este año exhibieron ante la opinión pública al Consejo General del INE desprovist­o de voluntad política para salvaguard­ar la calidad de la democracia electoral. Y más: los consejeros generales se evidenciar­on al salir a defender de manera ramplona, en el espacio público, los procedimie­ntos, decisiones de las autoridade­s electorale­s locales y los resultados electorale­s de dichas entidades. No se trataba de romper lanzas, pero sí de una sincera autocrític­a. El manejo poselector­al del INE fue desastroso, primó la soberbia de los consejeros generales. Incluso cuestionar­on las opiniones y señalamien­tos que circularon en las redes sociales, invocaron las “realidades virtuales” o verdades alternativ­as que desde diferentes sitios de Internet cuestionar­on el proceso y a las autoridade­s con la legitimida­d ciudadana de la libre expresión.

El presidente del Consejo General del INE, Lorenzo Córdova, ha declarado de manera reiterada, que el gran

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