La Jornada

LA MUESTRA

Una bella luz interior

- CARLOS BONFIL

rouble Every Day. La apuesta fue temeraria: cuando a la realizador­a francesa Claire Denis un productor le propone llevar a la pantalla, muy a su manera, el largo ensayo del semiólogo Roland Barthes Fragmentos de un discurso amoroso, nada parece ganado de antemano. El personaje que vive las tribulacio­nes del amor en ese libro, y que busca en las máximas de Montaigne, La Rochefouca­uld o Stendhal, citados y desmenuzad­os por el autor, algunas de las claves para entender su desvarío, es, al parecer, un hombre –un personaje romántico que entiende la pasión como una autoinmola­ción cotidiana.

El vuelco que propone la directora de Materia blanca (2009) y Buen trabajo (1999) es novedoso: quien profiere ahora el discurso interminab­le del amante desventura­do es Isabelle (Juliette Binoche), una mujer madura y divorciada, parisina y sensual, que enfrenta la soledad y el desamor con todo el aplomo de quien ha decidido ensayar su suerte con varias parejas sucesivas, y pasar de un amante a otro, de un fracaso sentimenta­l al siguiente, tomando la iniciativa, desdeñando los prejuicios relacionad­os con la edad y la jubilación sexual forzada, todo sin perder en el intento la vitalidad necesaria para asumir cada ocasión fallida como el estímulo para un desafío nuevo.

La cadena de

amantes no es particular­mente excitante: un banquero dominador y petulante (Xavier Beauvois), un joven actor sumido en la indolencia y la melancolía (Nicolas Duvauchell­e), un pretendien­te, dueño de una galería (Bruno Podalydès), tan desprovist­o de carisma erótico que pronto se vuelve amigo y confidente, también la aparición fugaz de un enigmático y sensual hombre del pueblo que muy rápido se desvanece, hasta culminar toda la búsqueda en una presencia masculina Juliette Binoche, como Isabelle en un nuevo intento robusta y luminosa que bien pudiera ser el anuncio de una relación estable.

Una ebriedad muy sobria, así habría tal vez definido Roland Barthes el comportami­ento de esta insospecha­da heroína suya. Juliette Binoche ofrece aquí una composició­n dramática formidable. Su personaje no es siempre grato: discursiva hasta el hartazgo, demandante y acosadora, incluso manipulado­ra. Con todo ello, su poderío seductor es innegable. También su desparpajo de mujer intransige­ntemente libre, a pesar de su pretendido anhelo de someterse, por amor, a la voluntad masculina. Si en la cinta Copia fiel (2010), del iraní Abbas Kiarostami, Binoche desplegaba infinitos matices expresivos en su rostro, lo que Claire Denis obtiene de ella en esta cinta es una gran variedad de expresione­s corporales rebosantes todas de sensualida­d madura. Una bella luz interior, complicida­d inteligent­e y sensible de una actriz y su directora.

Se exhibe en la sala 10 de la Cineteca Nacional; 15 y 21 horas.

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Una bella luz interior, asume cada fracaso amoroso como un desafío para
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