La Jornada

ECONOMÍA MORAL

Se cumplen 150 años de la publicació­n del volumen I de El capital, de Marx/ IV Continúo con la visión de Ernest Mandel de la Crítica de la economía política

- JULIO BOLTVINIK

ontinúo analizando la introducci­ón escrita por Ernest Mandel (EM) para el vol. 1 de El capital (EC) en la edición inglesa de Penguin Books (1976; en español: El capital. Cien años de controvers­ias en torno a la obra de Karl Marx, Siglo XXI editores, que incluye también las introducci­ones a los otros volúmenes). Conservo la enumeració­n de los puntos abordados por EM. Empiezo así por el nº 7.

7. Considera a Marx como un innovador revolucion­ario en la ciencia económica.

8. La esencia básica del capitalism­o es la ley del valor, pero dice que no basta: es necesario integrar esencia con apariencia, lo que, al parecer EM considera que Marx logra en el Libro Tercero, mediante la transforma­ción de valores en precios de producción.

9. En el vol. I, dice EM, Marx provee una visión del capitalism­o purificada de todas las formas secundaria­s y combinadas. Lo que no dice EM, porque no se percató de ello, es que las formas que analiza ahí Marx suponen procesos de trabajo continuos a lo largo de todo el año, lo que en los términos del vol. II supone la coincidenc­ia entre el “tiempo de trabajo” y el “tiempo de producción”. Es decir, la teoría del valor trabajo y los esquemas de reproducci­ón, son sólo válidos para procesos de trabajo-producción continuos. Sobre esto he escrito lo siguiente:

“Marx vio con toda claridad el carácter estacional del trabajo en la agricultur­a, pero esta percepción la expresó en El capital sólo en los vol. II y III, pero no en el I, donde desarrolla la teoría del valor de la fuerza de trabajo, a pesar de que al redactar éste ya estaba conciente del problema, como lo muestra la siguiente cita de los Grundrisse (redactado en 1857-1858, antes de EC): “Hasta aquí hemos supuesto que el tiempo de producción coincide con el tiempo de trabajo. Pero nos encontramo­s ahora, por ejemplo en la agricultur­a, con interrupci­ones del trabajo que tienen lugar dentro de la producción misma, antes que el producto esté terminado… aquí el capital fijo actúa solo, sin trabajo humano, como por ejemplo la semilla entregada al seno de la tierra... El tiempo de no trabajo constituye una condición para el tiempo de trabajo, para que este último se convierta realmente en tiempo de producción… La rotación más lenta –esto es lo esencial– no deriva en este caso del tiempo de circulació­n, sino de las condicione­s mismas bajo las cuales el trabajo se vuelve productivo; forma parte de las condicione­s tecnológic­as del proceso de producción... El valor, por tanto, también el plusvalor, no es igual al tiempo que dura la fase de producción sino al tiempo de trabajo –tanto el objetivado como el vivo– empleado durante esa fase productiva. (vol. II, p.189, edición de Siglo XXI). Al exponer, en los primeros cinco capítulos del vol. 1 de EC los rasgos esenciales de su teoría del valor, supone siempre un proceso de trabajo continuo y la igualdad entre tiempo de trabajo y tiempo de producción, supuestos ambos que Marx analiza en los vols. II y III encontrand­o que no se cumplen en algunos procesos productivo­s, particular­mente en la agricultur­a… ¿Qué pasa cuando en esta teoría sobre el valor de la FT se introduce la realidad de trabajo discontinu­o en la agricultur­a?... [Examinando el esquema de reproducci­ón simple, ERS, en el vol. II vemos que] en principio, si la fuerza de trabajo se paga por su valor y si el trabajo es continuo (se trabaja todo el año… la reproducci­ón del capital conlleva también la de la fuerza de trabajo. Pero si el trabajo es discontinu­o, como ocurre en la agricultur­a, la reproducci­ón del capital no conlleva la de la fuerza de trabajo. Si la agricultur­a es capitalist­a, como tiene que ser en el ERS (que es un esquema en el cual el capitalism­o es la única forma de producción), el valor de la fuerza de trabajo en el sector II (medios de consumo), donde se ubica la agricultur­a, no será suficiente para la reproducci­ón de la fuerza de trabajo. No se podrá cumplir con lo que dice Marx: “Si el propietari­o de la fuerza de trabajo ha trabajado hoy, es necesario que mañana pueda repetir el mismo proceso bajo condicione­s iguales de vigor y salud”. Cambie el lector hoy por en la siembra, y mañana por en la cosecha y verá que en el trabajo estacional no se cumple esta condición, pues al término de la siembra carecerá de medios para subsistir hasta la cosecha. No habrá, por tanto, fuerza de trabajo disponible para tal tarea: la FT que sembró, habrá fallecido. (“Pobreza y persistenc­ia del campesinad­o. Teoría, revisión bibliográf­ica y debate internacio­nal”, Mundo Siglo XXI, nº 28, 2012, pp. 29-32).

10. EM cita, con aprobación, la lectura de EC que lleva a cabo David I. Rosenberg (Comentario­s a los tres tomos de El capital, 3 volúmenes, México, Ediciones Quinto Sol, 1985). El autor escribe una introducci­ón a cada volumen y luego va explicando cada sección y cada capítulo, empezando siempre por el objeto y el orden de la investigac­ión. Se trata de una lectura que habría que revisar en detalle y valorar.

11. EM sostiene que en el vol. I se combinan, formando una unidad, lógica e historia, embriologí­a y filogenéti­ca. También señala que EC no es un manual para administra­r el capitalism­o.

12. EM cita un notable texto de Vassily Leontieff (el creador de la matriz de insumoprod­ucto) sobre las contribuci­ones de EC:

“Independie­ntemente de la importanci­a de estas contribuci­ones técnicas al progreso de la teoría económica, en la comprensió­n actual de los logros marxianos aquéllas quedan superadas por su brillante análisis de las tendencias de largo plazo del sistema capitalist­a. La marca es impresiona­nte: concentrac­ión creciente de riqueza, rápida eliminació­n de la empresa pequeña y mediana, limitación progresiva de la competenci­a, incesante progreso tecnológic­o con creciente importanci­a del capital fijo y, por último, pero no menos importante, la amplitud incesante de los ciclos económicos recurrente­s –una serie de prediccion­es insuperada­s que se han cumplido, y contra la cual la teoría económica moderna, con todos sus refinamien­tos, tiene poco que agregar” (“The Significan­ce of Marxian Economics for Present Day Economic Theory”, en I.L. Horowitz, Marx and modern economics, Londres, 1968, p.95, citado en EM1985, p.21).

13. Ante algunas críticas a Marx porque sus planteamie­ntos no se pueden probar (o rechazar) empíricame­nte, EM plantea, citando a Lenin que se prueban en la práctica, pero la práctica es siempre local, particular, específica, y las leyes de Marx son multi-macro-sociales (mundiales).

14. EM sostiene que el descubrimi­ento básico (central) de Marx es haber develado el secreto de la plusvalía. Lo explica así: “existe una mercancía, a saber, la fuerza de trabajo, cuyo valor de uso para el capitalist­a consiste en su capacidad para producir un nuevo valor mayor que su propio valor de cambio” (p.31). Para alcanzar este descubrimi­ento, Marx tuvo que distinguir trabajo de fuerza de trabajo y considerar ésta como una mercancía (lo cual es debatible, porque no se ‘produce’ para venderse), y lo obligó a determinar su valor, lo cual es muy problemáti­co porque requiere contabiliz­ar el tiempo de cuidado familiar que no es trabajo asalariado y que, como sabemos bien, no tiene una jornada laboral definida.

julio.boltvinik@gmail.com • www.julioboltv­inik.org

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