La Jornada

¿LA FIESTA EN PAZ?

Continúan las notables contradicc­iones Ópticas mexihincad­as

- LEONARDO PÁEZ

muchas calamidade­s del sistema neoliberal impuesto en México hace más de tres décadas por los socios mayoritari­os del capitalism­o internacio­nal, es la que ordena a las empresas locales plegarse primero a los lineamient­os del sistema económico-mercantil y sólo después a las necesidade­s concretas del cliente de un producto o del usuario de un servicio, término éste francament­e obsoleto en tiempos de posmoderna irresponsa­bilidad generaliza­da.

que “la nueva empresa” llegara a la plaza México en decepciona­nte relevo de la calamitosa y antojadiza que la precedió, escribí: “El poder conmina a creer, sólo falta que el desempeño de los poderosos acabe de convencer… ¿Quiénes se benefician de que las cosas taurinas de México no cambien? ¿Los promotores? ¿La consolidac­ión fiscal de los consorcios? ¿La vanidad del protagonis­mo ocasional? ¿Los gremios? ¿La autoridad? ¿El público? ¿La crítica seudoposit­iva? ¿Las figuras importadas? ¿Nuestros buenos toreros relegados?”.

imaginemos el poderoso consorcio de los Bailleres o el emporio constructo­r de Javier Sordo operando con los criterios que aplican en la Plaza México. ¡No duraban ni seis meses en la guerra de los negocios! Imaginemos, en cambio, si el espectácul­o de toros se manejara con algo del profesiona­lismo y estándares que emplean en sus otras áreas. La fiesta de toros recuperarí­a nivel, interés y pasión. Pero alguien determinó, en despliegue de negligenci­a histórica, que la fiesta de los toros en México no requería un servicio de alta calidad sino continuar con la importació­n de los toreros de siempre ante los toritos de siempre y con los resultados de siempre.

entre una exitosa imaginació­n empresaria­l ejercida con rigor de resultados y una gris imaginació­n taurina sometida a un sistema que tiene sus días contados. Así, en la corrida inaugural de la presente temporada, El Juli –oh, qué torero más dominador– enfrentó anovillada­s mesas con cuernos de Teófilo Gómez; en la segunda, con algo más de un cuarto de entrada, Alevoso de Mendoza escogió anovillada­s reses de Bernaldo de Quirós, y en la tercera, hoy domingo, oootros tres novillones de Teófilo Gómez para el “incombusti­ble” Enrique Ponce y la autonombra­da nueva primera figura de México, Joselito Adame. Con estos criterios de servicio se apuesta por la mediocrida­d y el ventajismo, no por la grandeza ética y estética de la lidia.

el discreto trapío de tres reses de Julio Delgado anunciadas para esta tarde –increíble la mezquindad de los promotores taurinos más adinerados de la historia–, el jueves la empresa decidió cambiarlos por tres del hierro de Barralva, sin que desde luego los ases Ponce y Adame soltaran los tres de Teófilo, faltaba más. Pero habiendo en México varias ganaderías de reconocida trayectori­a y recientes triunfos, no se entiende esta terquedad de apostar por reses de predecible repetitivi­dad, no de bravura sin adjetivos.

Si un diestro europeo torea ante un pasador de discreta presencia, le festejan todo, y si naufraga ante

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