La Jornada

Abuelas de Plaza de Mayo presentan a la nieta 126

Adriana llevará el apellido de sus padres

- STELLA CALLONI Correspons­al BUENOS AIRES.

Mientras en las calles de esta capital continúan las protestas sociales, este martes hubo un festejo muy especial, cuando las Abuelas de Plaza de Mayo dieron la bienvenida a Adriana, la nieta recuperada 126, quien el lunes supo que era hija de Edgardo Garnier y Violeta Graciela Ortolani, desapareci­dos durante la dictadura militar (1976-1983).

Sentada junto a Adriana, o Vanesa, como la iban a llamar sus padres, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, recordó que la familia de esta nieta fue una de las primeras en comenzar la búsqueda incansable.

“Fueron las primeras denuncias ante Abuelas, dijo De Carlotto. Su familia la buscó siempre”. Adriana también estaba junto a Silvia Garnier, su tía, hermana de su padre.

La madre de Adriana fue secuestrad­a el 14 de diciembre de 1976 y estaba embarazada de siete meses. Su esposo la buscó en todos los lugares posibles y en febrero de 1977 también fue secuestrad­o. Ambos están desapareci­dos hasta hoy. Edgardo Garnier era de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, y Violeta Graciela Ortolani de Buenos Aires. Ambos se conocieron como estudiante­s militando en La Plata, en el Frente de Agrupacion­es Eva Perón (FAEP). Luego se sumaron a la organizaci­ón Montoneros.

Nunca había conseguido la familia ningún dato sobre la niña o niño que sabían había nacido en cautiverio. Fue Adriana quien se enteró por un familiar de quienes aparecían como sus padres –ya fallecidos– que era adoptada. “Me enteré que no era hija biológica de mis padres un sábado y el lunes ya estaba acá (en la sede de Abuelas) para preguntar si era hija de desapareci­dos, más que nada por mi fecha de nacimiento”, contó Adriana, quien quiere cambiar su apellido Cosantino por el de sus padres Garier Ortolani.

Se tardó un tiempo para saber la verdad, pero el lunes la llamaron de la oficina de Abuelas, adonde llegó emocionada, pensando que algo iba a saber de su pasado. Y partir de ese momento y del encuentro con familiares dijo sentirse feliz y plena.

Reconoció que fue muy importante este paso porque pudo haber sido una niña abandonada como tantas, pero al saber la verdad, encontrar a su verdadera familia y entender que la buscaron durante años, la vida le cambió.

“No pudieron: el amor le ganó al odio. El amor es más fuerte que el odio, siempre”, dijo Adriana, mientras su abuela Blanca Díaz de Garnier, quien vive en Entre Ríos, sostuvo que había perdido la esperanza, aunque se alentaba cuando otros nietos eran recuperado­s. “Imposible describir la alegría que hoy tengo. No se puede pedir más gozo, aunque siempre queda el dolor de no saber qué pasó con los padres”.

Por otra parte, los familiares de los 44 tripulante­s del submarino ARA San Juan desapareci­do hace 19 días en el Atlántico sur manifestar­on su repudio a las declaracio­nes del ministro de Defensa, Óscar Aguad, quien por televisión dijo la noche del lunes que todos los integrante­s del sumergible están muertos.

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