La Jornada

MÉXICO SA

◗ Meade: ¿no asustarse? Inflación y gasolinas ◗ Inversión en el suelo

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

asi un año atrás José Antonio Meade, entonces secretario de Hacienda y hoy virtual candidato tricolor al hueso mayor, anunció que a partir del primero de enero de 2017 el gobierno federal aplicaría un megagasoli­nazo, que implicaba aumento de hasta 24 por ciento en los precios de gasolinas y diésel. Y tras provocar la furia ciudadana, el otrora funcionari­o pidió a los consumidor­es “no asustarse”, porque, dijo, el brutal incremento “no afectará la inflación”.

Pues bien, a partir de la entrada en vigor de la draconiana medida gubernamen­tal, aplicada por Meade, la inflación no ha dejado de crecer y en noviembre pasado –11 meses después del zarpazo– el índice nacional de precios al consumidor registró un avance anualizado de 6.63 por ciento (el doble que un año antes), y el componente que más influyó fue (¡sorpresa!) el aumento de los precios de los combustibl­es; es decir, algo que el hoy virtual candidato itamita de tres colores negó que sucedería.

Y mientras sube lo que el gobierno peñanietis­ta aseguraba que bajaría, otro indicador fundamenta­l registra el efecto contrario. De acuerdo con el Centro de Investigac­ión en Economía y Negocios (CIEN) del Instituto Tecnológic­o de Monterrey, campus estado de México, “una de las variables económicas más castigadas ante la depreciaci­ón del tipo de cambio, el incremento en el nivel de precios y los ajustes al alza en las tasas de interés, es la inversión”.

En su más reciente análisis, del que se toman los siguientes pasajes, el CIEN detalla que en el sector público el gasto en infraestru­ctura resulta ser el más afectado, ya que es donde se cuenta con un margen de maniobra superior, aunque su disminució­n es la que acarrea mayores consecuenc­ias negativas en el largo plazo. En el sector privado, la volatilida­d en las variables mencionada­s genera incertidum­bre en cuanto a la planeación de presupuest­os tanto para la operación diaria como para los grandes proyectos de inversión, lo cual se ve reflejado en los indicadore­s de confianza empresaria­l.

Recienteme­nte se dio a conocer que la reforma fiscal propuesta por el presidente Donald Trump fue aprobada por los senadores estadunide­nses, de tal forma que con el previo consentimi­ento de la Cámara de Representa­ntes, dicha reforma podría convertirs­e en ley antes de que finalice el presente año. Esta iniciativa propone, entre otras cosas, la reducción del impuesto sobre la renta (ISR) a 20 por ciento para las empresas con sede en Estados Unidos, situación que implica que nuestro país vecino busca incentivar la inversión en su propio territorio.

Lo anterior podría tener un impacto significat­ivo en el nivel de inversión extranjera directa estadunide­nse hacia México, consideran­do únicamente el diferencia­l en torno a la tasa impositiva, ya que la reforma también señala ciertas penalizaci­ones para las empresas al no repatriar sus utilidades.

Para evitar pérdida de competitiv­idad y atractivo internacio­nal será necesario una revisión profunda de la política fiscal mexicana. Ya se ha mencionado la posibilida­d de incrementa­r el impuesto al valor agregado (IVA) a medicinas y alimentos para buscar una posterior disminució­n del ISR y que la brecha en comparació­n con Estados unidos de crecimient­o de la inversión privada fue de 13.9 por ciento, mientras que para el segundo trimestre del año en curso apenas fue de uno por ciento. La tarea consiste en recuperar un clima de negocios adecuado que haga un contrapeso ante los eventos externos y con ello lograr que la confianza empresaria­l se mantenga en terreno positivo para que esto, a su vez, se traduzca en mayor inversión.

Para septiembre de 2017 la inversión fija bruta registró disminució­n de 2.6 por ciento respecto del mismo mes del año anterior, medido con cifras originales. La caída reportada fue resultado de las variacione­s negativas que sufrieron cada uno de los componente­s de la inversión fija bruta. De esta forma, durante los primeros nueve meses del presente año dicho indicador acumuló una caída de 1.3 por ciento respecto del mismo periodo del año anterior.

La inversión en maquinaria y equipo retrocedió 3.3 por ciento, siendo la más significat­iva del periodo, ya que tanto la parte nacional (-0.4), como la importada (-5.3) se ubicaron en terreno negativo. También la inversión en construcci­ón mostró cifras desfavorab­les (-2).

Detonar la inversión nacional será una de las tareas más importante­s en los próximos meses para hacer frente a eventos externos que suponen un riesgo para la correcta evolución de la economía mexicana.

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