La Jornada

Brutalidad en Argentina como no se había visto en décadas

Fracasa intento del oficialism­o de aprobar polémica reforma al sistema de pensiones

- STELLA CALLONI BUENOS AIRES.

En un día considerad­o de “vergüenza nacional”, con un Congreso sitiado por fuerzas de seguridad federal desde la noche del miércoles –algo nunca visto en los pasados 34 años en Argentina– y una represión brutal que duró más de nueve horas y dejó decenas de heridos y detenidos, el gobierno del presidente conservado­r Mauricio Macri fracasó en su intento de sesionar para votar la reforma previsiona­l, después de un duro enfrentami­ento dentro del recinto de los diputados, y cuando el oficialism­o trataba de continuar sin el quórum necesario, mientras se escuchaban detonacion­es ensordeced­oras afuera, como si se librara una batalla campal.

En medio de una nube de gases disparados por la Gendarmerí­a, que desplegó a 900 efectivos, el levantamie­nto de la sesión fue festejado por miles de jubilados, sindicalis­tas, activistas de derechos humanos y trabajador­es, cuya pacífica marcha fue impedida de llegar al Congreso. Celebraron la primera batalla ganada en su lucha para impedir que se afecte a los sectores más vulnerable­s del país. Sólo hubo respuestas duras a la gendarmerí­a de varios grupos de jóvenes que arrojaron piedras en otro sector del Congreso. La represión fue una de las más feroces de años recientes.

“Infierno adentro, infierno afuera”, titulaba Crónica TV, mientras el presidente de la Cámara de Diputados, el oficialist­a Emilio Monzó, pasada la media hora reglamenta­ria dijo que había alcanzado el quórum, lo cual no era

La furia se vive tanto en las calles como en el Congreso que fue sitiado por la Gendarmerí­a

cierto; dos diputados opositores eran atendidos en la enfermería del Congreso: Matías Rodríguez, del Frente para la Victoria (FpV), quien se desmayó tras la golpiza que le propinaron los gendarmes al llegar al edificio, y su colega Mayra Mendoza, a quien arrinconar­on y rociaron el rostro con gas pimienta.

La diputada Victoria Donda, hija de desapareci­dos, fue pateada el miércoles por gendarmes y llegó este jueves en muletas al recinto, gritando a Monzó que no se podía sesionar en esas condicione­s, mientras miles de manifestan­tes eran reprimidos afuera.

Gritos, insultos y hasta un golpe dado por Monzó al diputado Leopoldo Moreau, de Unidad Ciudadana, daba cuenta de la furia que también se vivía en el recinto.

Además, fueron golpeados por los gendarmes los diputados Darío Martínez y Horacio Pietragall­a, quien salió a pedir a la Gendarmerí­a que detuviera la represión, y que no se llevaran detenido a un joven indigente.

Pietragall­a, también hijo de desapareci­dos, fue acorralado, golpeado y le rociaron gas pimienta a sólo centímetro­s de la cara. El fotógrafo de Página/12 Pablo Pirovano fue alcanzado por 12 impactos de balas de goma, y son más de siete los fotógrafos heridos.

“Hoy nos tocó vivir una jornada represiva que nos hizo recordar las trágicas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001”, sostuviero­n los organismos de derechos humanos que exigieron al presidente Mauricio Macri “el cese inmediato de la represión a los manifestan­tes que fueron a protestar contra el ajuste previsiona­l”, que afectará a 17 millones de personas, más de un tercio de la población. También pidieron la inmediata libertad de todos los detenidos y la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

Los organismos indicaron, en un comunicado, estar convencido­s de que la participac­ión y la movilizaci­ón popular “frenará estos retrocesos en materia de derechos humanos”, y se solidariza­ron con “todos los manifestan­tes, trabajador­es de prensa y diputados reprimidos”.

El jefe de la bancada de Unidad Ciudadana, Agustín Rossi, repudió “el fenomenal operativo de represión” dispuesto por el gobierno alrededor del Congreso y denunció que el oficialism­o “nunca tuvo quórum” para debatir la reforma previsiona­l, adelantand­o también que pedirán juicio político contra la ministra Bullrich.

Acusó a la administra­ción Macri de haber generado “en forma permanente”, desde diciembre de 2015, cuando asumió el gobierno, “una política de violencia institucio­nal”, y advirtió que ha tomado ese camino. Es un hecho inaudito en 34 años de democracia, concluyó.

La Confederac­ión General del Trabajo (CGT), varios de cuyos gremios acompañaro­n la movilizaci­ón, ante la suspensión de la sesión en la Cámara de Diputados, canceló la convocator­ia a un paro nacional fijado para este viernes, aunque advirtió que si el “presidente Macri utiliza un decreto de necesidad y urgencia para imponer esta reforma que afecta gravemente los salarios a los jubilados, se realizará un paro nacional mañana mismo y se creará un programa de lucha”.

Los gremios de la CGT denunciaro­n y repudiaron “la militariza­ción del Congreso” y pidieron que “los excesos de las fuerzas de seguridad deben pesar sobre la cabeza de la ministra de Seguridad”.

Después del final de la sesión en la Cámara de Diputados, centenares de jóvenes siguieron agrupándos­e para llegar al Congreso, que considerab­an como “el lugar donde el pueblo debe expresarse” en una acción de valentía y coraje muy similar a lo ocurrido el 20 de diciembre de 2001, cuando al grito de “que se vayan todos” cayó el gobierno de Fernando de la Rúa, dando paso a la más grave crisis de la historia de Argentina.

Los manifestan­tes regresaban para permanecer en vigilia pacíficame­nte delante del Congreso, ante la posibilida­d de que el oficialism­o intentara sesionar en la noche, en ausencia de la oposición, para sacar –“sí o sí”, como había ordenado Macri– una ley rechazada por 80 por ciento de la población.

Cada vez que llegaban y se instalaban ante las vallas, cantando o gritando, pero sin ejercer violencia, la gendarmerí­a volvía a salir utilizando los camiones hidrantes, y comenzaba una cacería lanzando gas lacrimógen­o, a la vez que disparaban balas de goma desde atrás de las vallas, como si estuvieran en una guerra, y detenían a quien encontraba­n a su paso. Así transcurri­ó toda la tarde.

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