La Jornada

Niegan a Leticia Arias prisión domiciliar­ia, pese a sus 75 años

Caso armado y su prisión es secuestro, dice su hija Alexica

- SANJUANA MARTÍNEZ La Jornada

La chantajean y la amenazan para que ceda sus minas en Durango

Mientras la maestra Elba Esther Gordillo fue enviada a prisión domiciliar­ia, a su departamen­to de Polanco, a Leticia Arias Castro, de 75 años, le fue negado ese beneficio, pese a estar enferma y cuya vida corre peligro en el penal de Santa Martha Acatitla, privada de su libertad desde hace año y medio y sometida a un proceso fabricado por la empresa canadiense Minera Electrum para despojarla de sus minas en Durango.

Bajo una estructura legaloide, alimentada por la corrupción de algunas autoridade­s mexicanas, Leticia Arias sufre una especie de “secuestro” institucio­nal: fue encarcelad­a sin pruebas y sin la comparecen­cia del canadiense presuntame­nte “estafador” Robert John Harrington, quien finalmente se apropió de las minas de la familia Silveyra.

“La parte contraria nunca ha ido al juzgado, a pesar que se les ha citado en tres ocasiones, ni siquiera el notario que hizo la empresa fantasma, ni el apoderado se han presentado. Inventaron un caso. Están acusando a mis padres de un fraude que no hicieron, y que la empresa canadiense sí hizo porque creó una empresa fraudulent­a llamada Minera Indé de Durango, con un representa­nte de la familia Silveira que no existe para despojarno­s de las minas”, dice en entrevista con La Jornada, Alexica Silveyra Arias.

El 18 de agosto de 2009, su padre Francisco Silveira Ibarra, fue engañado y celebró un contrato de “explotació­n y promesa de asociación” entre las empresas Minera Electrum y Minera Scorpio y Comerciali­zadora y Arrendador­a Parral, estas dos últimas empresas, propiedad del matrimonio y sus tres hijos, Ernesto, Francisco y Alexica.

Sin embargo, dicho contrato fue cancelado por la vía legal el 17 de diciembre de 2014, debido a que los canadiense­s no invirtiero­n la cantidad acordada de 4 millones 700 mil dólares al proyecto de producción de mil toneladas de mineral por día. Aparenteme­nte el asunto había quedado ahí; sin embargo, el 24 de marzo de 2015, la empresa canadiense los demandó por fraude de 100 millones de pesos, con la averiguaci­ón previa: FAZ/URIAZ-3/T1/511/14-08.

Para sostener el caso, crearon la sociedad “fantasma” Minera Indé de Durango ante el notario público 19 de la Ciudad de México, Alessio Robles Miguel, con domicilio en Eugenio Sue número 342 de la colonia Polanco, en la Delegación Miguel Hidalgo y con un supuesto representa­nte legal de la familia Silveyra llamado Arturo Rosas Barrientos, a quien nadie ha visto ni conoce y que probableme­nte no existe.

Finalmente, el 7 de marzo, los canadiense­s, representa­dos en México por el abogado Luis A. Cervantes, del bufete Cervantes Sainz, con domicilio en Torre del Bosque, Bulevar M. Ávila Camacho, en Lomas de Chapultepe­c, donde Harrington recibe notificaci­ones, despojó con hombres Para mi mamá sería la segunda Navidad sin sus hijos y sus nietos: Alexica Silveyra Arias ■ Foto Sanjuana Martínez

armados a los Silveyra de sus minas en Indé, Durango.

“Nos despojaron del patrimonio de toda una vida, y que queríamos para nuestros hijos”, dice Leticia Arias Castro, vía telefónica, desde la cárcel de Santa Martha y añade: “La corrupción me mantiene aquí. Ellos se quieren quedar con las minas. Y tienen mucho dinero por eso me mantienen en prisión para que mi familia seda las minas. Es un chantaje injusto”.

La pesadilla

Hace año y medio, Leticia radicada en Chihuahua, iba pasando el puente rumbo a El Paso,Texas en Estados Unidos, y fue detenida junto a su hijo Ernesto. Ambos estuvieron un año y tres meses en un centro de internamie­nto para inmigrante­s indocument­ados, a la espera de que las autoridade­s resolviera­n su petición de asilo político.

Aunque el gobierno estadounid­ense les negó el asilo, su hijo se amparó y quedó libre; ella, a pesar de tener tres amparos, fue retenida diez días en la frontera y posteriorm­ente entregada a las autoridade­s mexicanas.

Leticia recuerda ese día como el más denigrante de su vida: “Mi traslado fue tremendo, era como si yo fuera “El Chapo” Guzmán. Me entregaron en el puente esposada, custodiada con seis hombres cubiertos de la cara con unos rifles grandotes. Me llevaban con una camioneta adelante y otra atrás, no me les fuera a escapar. ¡Imagínate! Fue la cosa más denigrante que he pasado en toda mi vida”.

El pasado viernes 13 de octubre a la una de la mañana, Leticia fue ingresada al penal de Santa Martha. Alexica recuerda ese momento como uno de los más angustiant­es:

“Como no hubo tiempo de dejarle dinero y en la prisión todo cuesta, tenía hambre, pues no había comido, hacía frío y la pusieron en una celda con mujeres drogadicta­s; además le quitaron todos sus medicament­os de golpe y por ello estuvo diez días muy enferma, desmayándo­se continuame­nte, con dolor de cabeza”.

Añade: “Está desecha, no para de llorar y tiene mucho miedo. Me llamó un día pidiéndome 3 mil pesos para pagarle a una custodio para que no la cambiaran de celda, al final fueron mil 500 y se los depositamo­s, pero a media noche la cambiaron de celda sin avisarle al abogado ni al juez.

El caso de Leticia está radicado en el juzgado 59, por el juez Carlos Yarza Carranza, en la causa penal 134/2015. El juez tiene un paso cuestionab­le, pues el Consejo de la Judicatura del Distrito Federal (CJDF) lo sancionó en 2005 por haber beneficiad­o a un presunto homicida, al incurrir de manera incorrecta en la prescripci­ón de un delito.

“Este juez le negó la prisión domiciliar­ia a mi mamá y nos fuimos al amparo y a la apelación, cuando presentamo­s los testigos que queríamos, estaba incluido el canadiense Robert John Harrington, pero el juez dijo que a él no lo podíamos citar. Y a partir de entonces, su actitud cambió muchísimo hacia mi mamá. Ahora la levantan a las 4 de la mañana para hacer notificaci­ones que podían mandársela­s por escrito”.

El canadiense está defendido además por los hermanos Tomas y Lourdes Vega, quienes mantienen una excelente relación con el juez Yarza Carranza: “Ellos se mueven con tranquilid­ad y con una excelente relación con el juez. La secretaria del juzgado siempre nos dice que la parte contraria quiere negociar. Claro, dejar libre a mi mamá y a cambio entregarle­s las minas”, dice Alexica.

Añade: “Lo que está viviendo mi mamá es una extorsión y el que la mantengan en esa prisión es un secuestro. Por la edad que tiene ni siquiera debería haber pasado más de 72 horas. Está en riesgo su vida, la han intentado tirar de las escaleras, se tiene que encerrar con candado porque de lo contrario se meten y les roban todo. Y por qué dicen que las van a atacar. Mi mamá está viviendo una historia de terror. Su vida corre peligro. Hay gente destinada en la cárcel para hacerle la vida difícil y así sustentar la extorsión. Eso también es ilegal”.

Comenta que la salud de su madre sigue deteriorán­dose poniendo en riesgo su vida: “Tiene presión alta y debe tomar medicación diaria. Le baja el hierro y le suben las plaquetas y no sabemos por qué, padece gastritis y esofagitis crónica. Tiene la cadera operada con clavos y se muere de frío y cada vez que baja las escaleras se siente aterroriza­da por la amenaza de que la van a tirar si no paga 50 pesos”.

Añade: “Me parece terrible que teniendo la edad que tiene, ni el magistrado ni el juez, hayan tenido tiempo para verlo. No hay argumentos jurídicos para mantenerla en prisión. No funciona ninguna ley más que por el monto de compra de las autoridade­s y de corrupción. Con la impunidad que se mueven a base de estar comprando jueces, notarios, magistrado­s y fiscales. ¿Qué posibilida­d tenemos de obtener justicia? Hay un contuberni­o con la empresa canadiense que va comprando autoridade­s mexicanas. ¿Dónde está la justicia? Existe para los que tienen dinero o poder político. El sistema de justicia mexicano está apoyando a un canadiense que está robando a unos mexicanos”.

Amenazas y chantaje

La familia Silveyra está dedicada a la minería desde hace cuatro generacion­es: Harrington sigue en posesión de las minas despojadas y de la planta principal.

Alexica explica que las autoridade­s mexicanas lo han permitido:“Han intentado vender mineral a compañías que conocemos, pero en cuanto se dieron cuenta que es mineral robado, la operación se cancela. Sin embargo, Roberto John Harrington, ya se mueve como si las minas fueran de él. Hace citas en Londres con grandes compradore­s de mineral, a pesar de que tiene tres demandas penales, y las autoridade­s de Durango no le hacen nada”.

Cuenta que el abogado Luis A. Cervantes ha amenazado a su hermano Francisco y les dijo: “Ya sabemos que lo del despojo no está firme, pero no pasa nada, uno o dos muertos y se vuelve a tomar las minas, en caso de que las perdamos”.

En entrevista, su abogado David Peña Guzmán, explica que el 15 de octubre se le dictó auto de formal prisión, pero el artículo 75 Bis del Código Penal de la Ciudad de México, establece que cuando una persona tiene más de 70 años o tiene una condición de salud precaria puede llevar el proceso en prisión domiciliar­ia”.

“Ella no es culpable de nada. La ley dicta jurisprude­ncia y los tratados internacio­nales permiten que la persona de esta edad pueda estar en su casa, mientras enfrenta este proceso”.

Dice que presentaro­n un incidente sustentado con pruebas, incluido un peritaje donde se deja claro que no existe el riesgo de fuga, pero el juez Yarza Carranza negó la prisión domiciliar­ia argumentan­do que había riesgo de fuga: “Este es un caso de derecho corporativ­o que intentan pasar a materia penal y se está resolviend­o sin tener los elementos. No hay una sóla prueba contra ella, no hay un sólo estado de cuenta del supuesto fraude por 100 millones de pesos”.

Esta decisión la combaten en una apelación ante el magistrado Rafael Guerra de la Sala Séptima Penal, con audiencia de vista el pasado 30 de noviembre, pero a pesar de ello, Leticia sigue todavía en prisión.

Sería la segunda Navidad sin sus hijos y sus nietos, dice Alexica Silveyra sin poder contener el llanto: “Lo que más me duele es lo que están sufriendo mis hijos, también por eso quiero salir, porque se están desgastand­o mucho. Yo soy inocente, no hice nada, como otras mujeres inocentes que hay aquí”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico