La Jornada

La alegría es amarilla y la tristeza es azul

Animadores presentan

- JAIME WHALEY

Las emociones, que a todos nos envuelven con la prevalenci­a de sensacione­s placentera­s o de disgusto, son expuestas en Intensa Mente, película de animación para público menudo, pero que en forma amena pone de manifiesto los misterios de la conducta.

Alegría tristeza, furia, asco, desagrado, temor, son los personajes centrales de la incursión por los laberintos mentales del cerebro de Riley, la pequeña que deja con su familia en Minnesota los juegos de hockey y se instala en San Francisco, donde empieza a brotar la nostalgia por otros asideros como la amistad, la familia o la sinceridad.

Jonas Rivera y Pete Docter, cineastas con amplia experienci­a en animación –han trabajado en otras cintas, como Nemo y Toy Story–, ofrecieron en la Cineteca Nacional una plática sobre el desarrollo de la película desde su concepción hasta el estreno.

Aceptaron que fue un proceso bastante difícil, pues primero hubo de proyectar la representa­ción de las distintas emociones, para lo cual partieron de gráficas como cuadrados, triángulos, círculos, signos de interrogac­ión y asteriscos.

Adentrarse en el gran archivo que es la mente y sus vericuetos no es tarea sencilla, señalaron. Se requiere de paciencia y tiempo, y en esto último la pareja y su grupo de trabajo emplearon cinco años.

Al decidirse por dar forma humana a las emociones, la alegría se tornó amarilla, la tristeza azul, el enojo fue rojo y el asco resultó verde; todos ellos bajo el mando de una central instalada en el cerebro.

Una vez resuelto este proceso, en el que intervinie­ron especialis­tas, se dio forma a las emociones en moldes de yeso para enseguida filmarlos y pasarlos a su accionar en computador­a.

“Fue laborioso, pero nos divertimos bastante”, señaló Docter, quien junto con Rivera ha trabajado en filmes como La Sirenita, Blanca Nieves y Pulp Fiction.

Antes de pasar a animación, Intensa Mente pasó por la parte de los efectos en que algunos cuadros requiriero­n ser reproducid­os mil 500 veces.

En tanto, en la música intervino una orquesta completa de 90 atrilistas.

Los cineastas aceptan que la cinta habría de ser entendida por diversos públicos, lo mismo en China que Rusia o Venezuela, por lo que hubo de trabajar en en la interpreta­ción de las emociones, para que algo que Riley experiment­ara pudiese ser comprendid­o casi universalm­ente, “pero no queríamos caer en que se nos viera como predicador­es de determinad­as conductas .

“Las cosas que suceden se las dejamos a la película, las escenas de alegría son parte del vivir, como lo son las de enojo o temor´, señalan y concluyen que también el propósito de la cinta es entender las emociones en una chica en pleno desarrollo.

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