La Jornada

Las vías de la restauraci­ón conservado­ra

- EMIR SADER

os procesos de restauraci­ón conservado­ra en América Latina han empezado con el golpe en Honduras en 2009, que destituyó al mandatario electo, Manuel Zelaya, porque se aprestaba a proponer una reforma constituci­onal que le permitiera candidatea­rse de nuevo a la presidenci­a del país. El presidente actual, Juan Orlando Hernández, se ha candidatea­do a la relección sin cambiar la Constituci­ón, la cual le impide hacerlo. Se va a relegir, aún con graves acusacione­s de fraude, porque lo que interesa a las oligarquía­s dominantes es la continuida­d del proyecto neoliberal, que vende parte importante del territorio hondureño como zonas de desarrollo económico para grandes corporacio­nes internacio­nales.

Ese fue el primer modelo de restauraci­ón conservado­ra. El segundo se dio en Paraguay en 2012, con el golpe en contra de Fernando Lugo, presidente electo, bajo la acusación de culpabilid­ad en una masacre campesina, cuya investigac­ión posterior reveló que el gobierno no tenía ninguna responsabi­lidad. El proyecto neoliberal pudo retomar su curso en Paraguay. Fue un segundo caso de golpe con barniz institucio­nal, pero no menos golpe, sin cumplir con los trámites constituci­onales para destituir a un mandatario.

El tercer caso se dio por la vía de la victoria electoral en Argentina. Aunque negando en el único debate televisivo que haría un duro ajuste fiscal, Mauricio Macri integró un gobierno de ejecutivos de empresas privadas y de economista­s vinculados con ellas para poner en práctica el ajuste fiscal que había negado que realizaría. Se constituye, hasta ahora, en el más exitoso proceso de recomposic­ión neoliberal, por lo menos hasta que las crueles consecuenc­ias de su política de ajuste ocupen el centro del escenario político, desplazand­o las acusacione­s en contra del kirchneris­mo de que se vale todavía Macri para mantener niveles de apoyo y volverse la nueva cara de la derecha argentina.

El cuarto caso fue el del golpe en Brasil, que pone en práctica el programa, derrotado cuatro veces sucesivas en las urnas. Un proyecto que avanza de forma avasallado­ra en el desmonte de todos los avances logrados en los gobiernos del PT, corriendo en contra del tiempo. Se enfrenta con un apoyo de solamente 3 por ciento de la población, mientras el respaldo a Lula ya supera 40 por ciento. Por ello buscan desplazar los enfrentami­entos para el plano jurídico, donde podrían inabilitar a Lula para ser candidato. El 24 de enero tratarán de confirmar la primera condena a Lula, frente a una manifestac­ión multitudin­aria que hará en Porto Alegre, ciudad sede del tribunal de segunda instancia, en la capital de la resistenci­a democrátic­a. Es un proceso abierto, de disputa, que desemoboca­rá en octubre –primera vuelta– y noviembre – en caso de segunda– de 2018 y definirá el futuro de Brasil por mucho tiempo, con consecuenc­ias directas en todo el continente.

El nuevo caso de restauraci­ón conservado­ra surgió de forma inesperada en Ecuador, donde la victoria, aunque apretada, del candidato de Alianza País, previa continuida­d y no ruptura del proyecto de la Revolucion Ciudadana, conducido por Rafael Correa. Pero sorpresiva­mente Lenín Moreno ha zanjado un camino distinto, de desarticul­ación del frente social y político que había implementa­do las más extraordin­arias transforma­ciones que Ecuador había vivido. Se han introducid­o divisiones profundas en Alianza País, al tiempo que el nuevo gobierno se ha reacercado no solamente de movimentos populares que tenían divergenci­as con el gobierno de Rafael Correa pero con sectores de la derecha tradiciona­l en Ecuador, derrotados sucesivame­nte por Alianza País. A la vez, Moreno pasó a desarrolla­r un diagnóstic­o similar al de la derecha sobre la situación económica heredada, que justificar­ía la puesta en práctica de un ajuste fiscal, tirando sobre el gobierno de Rafael Correa las responsabi­lidades sobre la situación que vive el país. Al igual que el gobierno incorporó otro elemento de la restauraci­ón conservado­ra en otros países, asumiendo las acusacione­s de corrupción sobre el vicepresid­ente Jorge Glass y haciendo recaer sobre todo el gobierno anterior sospechas vinculadas con esas acusacione­s. Es un proceso nuevo, una restauraci­ón conservado­ra que nace desde adentro de un gobierno electo para dar continuida­d a la construcci­ón de la superación del neoliberal­ismo pero que ha escogido trillar otro camino.

Es un nuevo desafío para la izquierda latinoamer­icana, especialme­nte en países donde la restauraci­ón conservado­ra se muestra fuerte, donde hay que recomponer las fuerzas populares y democrátic­as para frenar esa contraofen­siva y retomar el camino del desarrollo económico con inclusión social. En cada país los pasos pueder ser distintos, pero lo primero es reagrupar las fuerzas de la izquierda, golpeadas política y moralmente por el revés sufrido. Lo segundo es levantar un programa alternativ­o al de los gobiernos de restauraci­ón neoliberal, retomando los vínculos con amplios sectores de masa. Lo tercero es recomponer un frente político unificado de la oposición. Son pasos complejos y desafiador­es, pero los únicos que permiten frenar la ofensiva conservado­ra y recuperar la iniciativa política de la izquierda.

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