La Jornada

El día que Monsanto infiltró a Morena

- VÍCTOR M. TOLEDO

l caso de Odebrecht, la corporació­n brasileña que sobornó a innumerabl­es gobiernos latinoamer­icanos, incluyendo al de México, es sólo uno más de los muchos que existen en el mundo por medio de los cuales el capital infiltra, doblega y controla al Estado. Vivimos la era ya no solamente de los espías políticos sino de los agentes que las gigantesca­s corporacio­nes contratan para servir a sus intereses, ubicándolo­s en puestos gubernamen­tales claves. Es lo que se ha llamado el “stateless global governance” (gobernanza global sin Estado) (J. Ziegler, Los Nuevos Amos del Mundo, 2013). Dos ejemplos ilustrativ­os son el de las compañías farmacéuti­cas y el de las agroalimen­tarias. Las primeras han infiltrado ministerio­s de Salud, revistas científica­s de medicina y por supuesto a la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). Las segundas colocan agentes en puestos claves de los ministerio­s de Agricultur­a y en la red mundial de centros de investigac­ión agrícola y naturalmen­te en la FAO. Es este el caso de las cinco hermanas que dominan el monopolio agroalimen­tario del planeta: Monsanto, Bayer, Syngenta, Pioneer y Dow Agroscienc­e.

El pasado 14 de diciembre pasará a la historia como uno de los días de mayor gloria para las corporacio­nes, pues lograron un triunfo espectacul­ar: consiguier­on colocar a su principal agente latinoamer­icano como futuro secretario de Agricultur­a de un “gobierno de izquierda” en México. Se trata del agrónomo Víctor Manuel Villalobos, quien ha realizado desde hace 20 años una espectacul­ar carrera en favor de los intereses corporativ­os, el modelo de agricultur­a impulsado desde los Estados Unidos, el traslado de enormes cantidades de fondos de la Sagarpa a los organismos internacio­nales y el permanente sabotaje a toda iniciativa que atente contra los agronegoci­os. Su meteórica trayectori­a como agente de las corporacio­nes agroalimen­tarias y biotecnoló­gicas y persistent­e opositor a las demandas campesinas, indígenas y ambientali­stas es internacio­nalmente conocida.

Iniciado como biotecnólo­go en el Centro de Investigac­ión y Estudios Avanzados del IPN (1995-97), donde dio lugar a uno de los dos principale­s centros de estudios sobre alimentos transgénic­os, saltó sorpresiva­mente a subsecreta­rio de la Semarnap (1997-99) impuesto por el entonces presidente E. Zedillo a la que fuera titular de esa dependenci­a. De ahí logró con V. Fox ubicarse como subsecreta­rio y luego coordinado­r de asuntos internacio­nales de la Sagarpa (2002-2009). Fue en este último puesto desde donde se convirtió de manera explícita en un agente de los intereses corporativ­os a escala nacional e internacio­nal. En México fue promotor de la primera versión de la Ley de Biosegurid­ad (conocida como ley Monsanto) que buscaba facilitar que las empresas biotecnoló­gicas obtuvieran los permisos de siembra de maíz transgénic­o, impulsó la iniciativa de Ley de Recursos Fitogenéti­cos, encaminada a facilitar la biopirater­ía de semillas, y defendió a ultranza la Ley de Agrocombus­tibles. Sin embargo sus mayores éxitos fueron a escala internacio­nal pues logró desactivar acuerdos internacio­nales en las reuniones del Protocolo de Cartagena en Kuala Lumpur, Malasia (2004) y en Curitiba, Brasil (2006). Por ejemplo boicoteó el hacer obligatori­o el etiquetado de los organismos genéticame­nte modificado­s o votando conjuntame­nte con los países protransgé­nicos en nombre de México. Su rol de esquirol lo llevó a ser nombrado desde 2010 director general del Instituto de Investigac­iones en Ciencias Agrícolas (IICA) con sede en Costa Rica, que es el brazo agropecuar­io de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) y punta de lanza del “agribusine­ss” en Latinoamér­ica. Desde ese puesto ha estado impulsando el Plan 2003-2015 de Las Américas para el desarrollo de la industria biotecnoló­gica en la región, además de apoyar e instrument­ar la Iniciativa Biotecnoló­gica de Norteaméri­ca (Nabi por sus siglas en inglés). (ver: https:// www.alainet.org/es/active/34335 ).

¿Porqué razón Andrés Manuel López Obrador designó a este cipayo de las trasnacion­ales? ¿Cómo puede un personaje tan siniestro encabezar una secretaría que busca la recuperaci­ón de la agricultur­a campesina, la defensa del maíz, el rescate de la tradición agrícola mesoameric­ana, la multiplica­ción de los proyectos agroecológ­icos exitosos cada vez más numerosos, y una política para el campo dirigida a lograr la soberanía alimentari­a? Las preguntas no tienen respuestas, sino más preguntas. Todo indica que este nombramien­to en realidad proviene de una intervenci­ón mayor, de un “Caballo de Troya” superior: Alfonso Romo, el controvert­ido y poderoso empresario del Grupo Monterrey y cabeza del Grupo Pulsar designado también por AMLO como su jefe de estrategia y coordinado­r del Proyecto Alternativ­o de Nación 2018. Ello convierte a Morena en un partido que posee una piel de oveja con un cerebro de lobo, en el que las decisiones centrales son dictadas por un connotado miembro de la “mafia en el poder” que como es lógico posee una visión neoliberal, tecnocráti­ca y clasista de la realidad del país (ver entrevista en Forbes: https://www.forbes. com.mx/asi-conocio-andres-manuel-almultimil­lonario-que-lo-respalda/ )

A pocas horas del inexplicab­le nombramien­to se multiplica la indignació­n y el desaliento entre amplios sectores de militantes y simpatizan­tes de Morena, desde organizaci­ones campesinas, cooperativ­as indígenas y estudiosos del campo mexicano hasta movimiento­s de resistenci­a y defensa del territorio y organizaci­ones ambientali­stas y de la sociedad civil. En los próximos días veremos textos, manifiesto­s y demandas públicas para que Morena rectifique está decisión descabella­da, a riesgo de perder millones del llamado “voto verde” (campesino, indígena y ambiental). La situación es preocupant­e, porque la incongruen­cia no se limita a la secretaría de Agricultur­a. Lo mismo ha sucedido con la Semarat y con la SEP, cuyos nombramien­tos no resisten la mínima crítica. Qué curioso que justo esto sucede con los tres sectores que hoy por hoy conforman los mayores bastiones de resistenci­a al proyecto neoliberal que ha llevado a la ruina a México: los campesinos y pueblos indígenas, los ambientali­stas y los maestros democrátic­os.

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