Congreso de EU aprueba...
En medio del festejo republicano sigue la intriga al interior del palacio del gobierno con un intento de “matar” no al mensajero, sino al mensaje, proveniente de la investigación del entorno Trump.
En días recientes se intensificó la pugna entre Trump y los encargados de la investigación federal sobre su campaña y la mano rusa en las elecciones, con los aliados de Trump atacando al equipo de investigadores encabezados por el fiscal especial Robert Mueller, acusándolos de falta de parcialidad y de violar procedimientos legales para obtener documentos, entre otras cosas. Algunos incluso afirman que la investigación es realmente un intento de “golpe” contra Trump.
Aunado a esto, aumentan los rumores de que Trump está considerando despedir a Mueller, e incluso al subprocurador Rod Rosenstein, quien nombró al fiscal especial después de que el presidente despidió al jefe de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) anteriormente encargado de esta misma investigación. El propio presidente reiteró sus ataques contra la FBI en estos días.
Pero otros analistas sugieren que el objetivo es sembrar dudas sobre la integridad de Mueller y su gente, sentar las bases para cuestionar los motivos y hasta justificar que se otorguen perdones presidenciales para algunos de los acusados.
Esta semana hay reunión entre abogados de la Casa Blanca y el equipo de Mueller, y según versiones extraoficiales reportadas por el Washington Post, hay indicaciones de que la investigación podría prolongarse un año más, algo que seguramente provocará aún más tensiones con Trump, quien insiste en que todo esto es una “cacería de brujas”.
Sin embargo, el presidente no ha logrado mejorar su imagen ante la opinión pública, sino todo lo contrario: una encuesta de CNN este martes registró el índice más bajo de aprobación de cualquier presidente en la era moderna en este punto de su periodo en la Casa Blanca, con sólo 35 por ciento que lo aprueba y 50 por ciento que reprueba su gestión.