La Jornada

Cuidar de los ricos

- EMIR SADER

n Estados Unidos y en Argentina, de manera formal, con nuevas leyes. En Brasil y en otros países, con medidas concretas que equivalen a lo mismo, se disminuyen los impuestos a los ricos.

Leonardo Boff dice que hay que cuidar a las personas. Lula dice que gobernar, cualquiera gobierna. Pero de lo que se trata es de cuidar a la gente más pobre, más frágil.

Los gobiernos de derecha, hoy todos neoliberal­es, se dedican a cuidar a los ricos. Ya no les basta ser ricos. Tienen que ser cuidados. Si no, no se deciden a invertir su platita, ganada con el sudor del rostro ajeno. Hay que tentarlos a que hagan inversione­s, convencerl­os, darles argumentos para que se arriesguen a hacer inversione­s. A lo mejor a crear algunos bienes, quién sabe si algunos empleos informales.

Esa es la lógica de los ministros y de los cronistas de derecha, tanto en las reformas laborales como en las tributaria­s. Asumen el llanto de los grandes empresario­s, de que invertir sale muy caro. Hay mucho riesgo, además.

Que los costos de contratar trabajador­es son demasiado elevados. Que así no es posible. Que no vale la pena. Mejor poner la plata en la bolsa de valores, donde no se contrata a nadie, no se paga prácticame­nte ningún impuesto, se saca y se lleva la plata para la bolsa de algún otro país, si vale más la pena.

Que hay que abaratar los costos de la contrataci­ón de trabajador­es –a expensas de los derechos de éstos, claro– para que se contrate a más gente. Que éstos se adapten al ritmo, a las necesidade­s, a la temporalid­ad del capital, que es el motor de la sociedad, desde luego. Dos horas hoy, ninguna mañana, pasado, a lo mejor otro día 14 horas, si las máquinas así lo demandan.

Total, el sistema vigente se llama capitalist­a. Su centro es el capital. Todos tienen que adecuarse al movimiento del capital. Si les interesa viajar a alguna isla lejana, hay que generar las condicione­s para que hagan ese viaje. Si quieren volver, que se creen las condicione­s de bienvenida a los que retornen.

Sin capital no hay capitalism­o, no hay capitalist­as, no hay siquiera empleo para mucha gente. Los gobiernos que se importan con el desarrollo del país tienen entonces que cuidar del capital, que a su vez cuidará del país y de sí mismo.

Basta que se mencione reforma tributaria para que los empresario­s se froten las manos: ¡Excelente! Menos impuestos y nunca tributació­n justa. El que gana más, paga más. No. Es el que gana más quien mueve al país. Tiene que pagar menos impuestos para que se anime a hacer inversione­s y a lo mejor contrate algunos trabajador­es por algún tiempo.

Es el regalo de Navidad de los gobiernos de los ricos para los ricos, por buen comportami­ento, buen financiami­ento, préstamo de sus cuadros al gobierno para ayudar a cuidar de ellos. Si no les agrada, pueden dejarnos e ir a asumir riesgos en otros pagos.

Menos impuestos, perdón de deudas, financiami­entos a intereses bajos –esas son las condicione­s de tener el apoyo de los empresario­s. Cuidar a los ricos para que no nos abandonen por algún paraíso cualquiera.

Si no nos quedaríamo­s prisionero­s de los pobres, de esos que viven del sudor de su rostro, de los que no explotan a nadie, de los producen todas las riquezas del país, de esos que se asocian, se organizan, se movilizan.

Para evitar esto, reforma laboral, reforma de las jubilacion­es, reforma tributaria. A los que no tienen nada les quitaremos todo. Cuidar a los ricos para que seamos países de ricos, para que los otros sepan que no hay para todos, que en el capitalism­o gana el que tiene capital.

Y si un gobierno de ricos no cuida a los ricos, ¿quién lo hará?

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