La Jornada

Aunque La Guerrera me asesora, gané un sitio por mi esfuerzo: Silvia Torres

Somos las primeras hermanas mexicanas en ser campeonas mundiales, le dijo Ana María

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

Silvia Torres no tuvo privilegio­s por ser hermana de la ex campeona Ana María, La Guerrera. Padeció –asegura– dificultad­es durante su trayectori­a amateur, se abrió camino sola como profesiona­l y el título mundial que conquistó hace una semana fue producto del trabajo arduo y la disciplina.

“Nunca fui como una júnior”, dice Silvia Torres; “me he ganado mi lugar, todo ha sido producto de mi propio esfuerzo y eso me hace sentir orgullosa”.

Apenas la declararon nueva monarca interina en peso minimosca hace una semana, Ana María la abrazó y le susurró que lo habían logrado, que eran las primeras hermanas mexicanas en conquistar un cinturón mundial.

“Somos las primeras”, le soltó al oído y un caudal de imágenes y recuerdos le vinieron de pronto. Silvia recordó lo difícil que fue su breve paso como boxeadora amateur, los obstáculos que, afirma, le sembraron en el camino, las noches de soledad, alejada de la familia.

“Esos momentos los tengo vivos porque sufrí mucho cuando me fui de casa para formarme como boxeadora amateur”, recuerda; “lloraba mucho al principio, pero era mi sueño, no salieron las cosas como quería y no pude representa­r a mi país en los Juegos Olímpicos de Londres 2012; después me propuse ser campeona del mundo. Lo conseguí”.

Silvia iba al gimnasio para cuidar la maleta de su hermana Ana María. Después empezó a entrenar esporádica­mente, hasta que cumplió 18 años y decidió ser boxeadora.

“Por supuesto, mi inspiració­n fue mi hermana Ana María”, confiesa; “ella siempre me ha aconsejado y me ayuda a entrenar; me motiva su carrera, lo difícil que fue para las pioneras en este deporte en México. Yo la vi llorar de impotencia, pero nunca se dio por vencida”.

Silvia, como muchas peleadoras de su generación, reconocen en La Guerrera a una boxeadora que abrió la brecha para que las más jóvenes pudieran tener mejores condicione­s de trabajo.

“Todavía estamos lejos, hacemos el mismo esfuerzo y damos grandes batallas, sin embargo nos pagan menos”, lamenta Silvia; “pero gracias a Ana María puedo negociar mejor mis contratos y me asesora”.

Silvia ahora apuntará a refrendar su título y a buscar la oportunida­d por el campeonato absoluto, en posesión de la argentina Yésica Bop.

“Lo que sigue será consolidar mi título, vendrán rivales muy fuertes y eso es lo que yo quiero: tener oponentes de las mejores.”

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