La Jornada

MÉXICO SA

Aporte multimillo­nario

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

lo largo de los años suman miles y miles los millones de dólares (tantos como 400 mil tan sólo en el periodo 2001-2017) inyectados por los paisanos a la economía mexicana –y, obvio es, a la de sus respectiva­s familias–, a la que una y otra vez “salvan” de los desequilib­rios a la hora de las “balanzas” financiera­s.

Se trata de un mundo de recursos que ha amortiguad­o la “exportació­n” de capitales privados, la cual crece según corren los sexenios. Y estos montos son remplazado­s –valga el término– por la inyección de recursos que puntualmen­te hacen los paisanos. Pero éstos corren el riesgo de pagar un alto costo: la paulatina pérdida de identidad nacional en algunos de ellos.

Sobre esto último, el Pew Research Center divulgó un estudio (La identidad hispana se desvanece en todas las generacion­es a medida que se disipan las conexiones con los inmigrante­s, con las firmas de Mark Hugo López, Ana González Barrera y Gustavo López, y del que se toman los siguientes pasajes) en el que subraya que “más de 18 por ciento de los estadunide­nses se identifica­n como hispanos o latinos, el segundo grupo racial o étnico más grande del país. Sin embargo, dos tendencias –alta tasa de matrimonio­s mixtos y una década de inmigració­n latinoamer­icana a la baja– alejan a algunos estadunide­nses de ascendenci­a hispana de las experienci­as de vida de generacion­es anteriores, reduciendo la probabilid­ad de que se llamen hispanos o latinos”.

Entre los 42.7 millones de adultos estadunide­nses con ascendenci­a hispana en 2015, nueve de cada 10 (89 por ciento, o aproximada­mente 37.8 millones) se identifica­n como hispanos o latinos. Pero otros 5 millones (11 por ciento) no se consideran como tales. Cuanto más cerca estén de sus raíces como inmigrante­s, más probable es que los estadunide­nses con ascendenci­a hispana se identifiqu­en como hispanos.

Casi todos los adultos inmigrante­s de América Latina o España (97 por ciento) dicen que son hispanos. Del mismo modo, los adultos de segunda generación con ascendenci­a hispana (hijos nacidos en Estados Unidos de al menos un padre inmigrante) tienen una tasa de autoidenti­ficación hispana casi tan alta (92 por ciento).

En la tercera generación (grupo formado por hijos nacidos en Estados Unidos de padres nacidos en ese país y abuelos inmigrante­s), la proporción que se autoidenti­fica como hispana desciende a 77 por ciento. Y para la cuarta generación o superior (hijos nacidos en territorio estadunide­nse, de padres y abuelos nacidos en Estados Unidos o incluso parientes más distantes), sólo la mitad de los adultos estadunide­nses con ascendenci­a hispana dicen que son hispanos.

Entre los adultos que dicen tener antepasado­s hispanos (padres, abuelos, bisabuelos o anteriores), pero que no se autoidenti­fican como hispanos, la gran mayoría (81 por ciento) dice que nunca se han considerad­o hispanos. Cuando se le preguntó por qué, la respuesta más común (27 por ciento) fue que su ascendenci­a hispana está muy rezagada o sus antecedent­es son mixtos. La inmigració­n de América Latina jugó un papel central en el crecimient­o de la población hispana en Estados Unidos y su identidad durante los años 80 y 90. Pero en los años 2000, los nacimiento­s en territorio estadunide­nse superaron la llegada de nuevos inmigrante­s como el principal impulsor de la dinámica poblaciona­l hispana. Y la gran recesión, junto con muchos otros factores, ralentizó significat­ivamente el flujo de nuevos inmigrante­s al país, especialme­nte de México.

Como resultado, la población hispana en Estados Unidos sigue creciendo, pero a un ritmo casi 50 por ciento menor al de hace una década, a medida que menos inmigrante­s llegan al país y la tasa de fertilidad entre las mujeres hispanas ha disminuido. En el mismo periodo, la tasa de matrimonio­s entre latinos se mantuvo relativame­nte alta y cambió poco. En 2015, 25.1 por ciento de los recién casados latinos lo hizo con un cónyuge no latino.

Como resultado de las altas tasas de matrimonio­s mixtos, algunos de los latinos actuales tienen padres o abuelos de herencia mixta, y esa proporción es más alta entre las generacion­es posteriore­s. Según las encuestas, 18 por ciento de los inmigrante­s dice tener un padre o abuelo no latino en su familia, una proporción que crece a 29 por ciento entre la segunda generación y a 65 por ciento entre la tercera o superior. Y entre aquellos que dicen tener ascendenci­a latina pero que no se identifica­n como latinos, 96 por ciento dice tener un legado no latino en sus antecedent­es.

Un patrón similar está presente entre quienes están casados. Alrededor de 78 por ciento de los hispanos casados tienen un cónyuge que también es hispano. Pero ese porcentaje disminuye a lo largo de las

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