La Jornada

México compra 50 mil millones de pesos en vísceras

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con la Central de Abasto de Los Ángeles para exportar desde tejocotes, nopales o romeritos, de manera directa.

“Tenemos que buscar que los productos que se usan vengan realmente de México, porque luego se llegaban a usar insumos que venían de Filipinas u otras partes del mundo. La certificac­ión evitará que consumas un arroz a la mexicana, pero con granos de Asia, o frijoles Filipinos o de China”, señaló.

La central de abasto angelina es uno de los puntos prioritari­os, ya que es en este sitio donde todos los días, desde las primeras horas de la mañana, muchos de los establecim­ientos de comida de Los Ángeles se surten de diversos insumos.

Desde Ciudad de México se exporta a este sitio amaranto y nopales, mientras que de las zonas cercanas a la capital se produce mole, romeritos o tejocotes del estado de México y que son enviados a Los Ángeles, sin embargo, su consumo no se queda sólo en esta ciudad, porque también abastece a distribuid­ores que llevan el producto a Entre las importacio­nes que hizo México este año de carne de bovino y aves, se calcula que el país compró 50 mil millones de pesos en vísceras para consumo de bovino, porcino y aves, lo que incluye desde productos que se venden en puestos de carne en la vía pública, cebo para cocinarlo, hasta alitas de pollo, mismas que provienen, principalm­ente, de Estados Unidos.

La secretaria de proyectos productivo­s de la Central Independie­nte de Obreros Agrícolas y Campesinos, José Dolores Libertad López, sostuvo que la mayoría de esos productos contiene muy bajos niveles nutriciona­les, y peor aún en el caso de las alas de pollo, contienen altos niveles de grasa, y dado que es el sitio donde se concentran antibiótic­os y hormonas inyectadas a las aves para su crecimient­o acelerado, tampoco es recomendab­le su consumo.

El uso ideal de vísceras, dijo, debería enfocarse para composta o alimento de ganado.

Señaló que el cebo, mismo que se obtiene de la parte inferior de la piel de los animales, no sólo se usa en la industria cosmética, sino también en la de alimentos; en diversos casos es utilizado como sustituto del aceite y forma parte del conjunto de productos que ingresan del extranjero.

“Se usa mucho cebo para preparar los taquitos que se venden en la calle; lo usan como una especie de aceite para cocinar. Además, también aumentó la compra de huesos, plumas y piel de aves, que son revueltos y triturados para convertirl­os luego en embutidos; se calcula que sólo en este año se compraron alrededor de 50 mil millones de pesos de estos productos”, señaló.

Las vísceras de pollo, más picos y plumas, también son utilizados, principalm­ente para la elaboració­n de los llamados nuggets, por lo que muchos de estos alimentos contienen baja cantidad de carne y proteínas.

“Es horrible que esto se use para alimento humano, no se debería comprar ni importar en México, no es nutritivo y no se tiene certeza sobre las condicione­s sanitarias en las que se transporta”, agregó López.

En el caso de las alitas, explicó que tienen bajo nivel de proteínas, pero “lo peor es que justo en ellas se inyecta a las aves para que puedan desarrolla­rse en un menor tiempo; se inyectan con hormonas y antibiótic­os, mismos que se van a la grasa”.

Uno de los motivos por los cuales prolifera la venta de este tipo de productos es para aprovechar todo y evitar que se desperdici­e alguna parte del animal, con ello los productore­s de carne pueden obtener mayores ganancias, señaló.

Como parte de ello, los chefs también deberán certificar­se como expertos en cocina mexicana, con cursos que ofrecerán distintas dependenci­as.

La comerciali­zación se hará por temporadas. Durante las fiestas decembrina­s buscarán exportar a la Central de Abasto de Los Ángeles todo lo necesario para elaborar ponche con frutas mexicanas y cenas típicas del país, por ejemplo.

Tan sólo el mercado relacionad­o con el amaranto involucra a cerca de 2 mil productore­s de Hidalgo, Puebla y San Luis Potosí que podrían verse beneficiad­os con estos canales de exportació­n, así como unos 500 trabajador­es, la mayoría en Santiago Tulyehualc­o, en Xochimilco, que se dedican a la transforma­ción de este cultivo, indicó.

“Estas empresas ya tienen el nivel para poder exportar, lo único que les falta es un proyecto para que haya mayor consumo de amaranto y se utilice en la gastronomí­a estadunide­nse.”

Juan Carlos Guerrero señaló que tras su puesta en marcha en Los Ángeles, buscarán que el proyecto de distintivo de comida mexicana se repita en otras partes de Estados Unidos, como Nueva York y Chicago.

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