La Jornada

Acusan a la minera canadiense Torex de contaminar ríos

Habitantes de Cocula ya se ven afectados

- PATRICIA MUÑOZ RÍOS

La empresa canadiense Torex Gold Resources, ubicada en Cocula, Guerrero, está generando una grave, riesgosa e inhumana contaminac­ión por las descargas de desechos químicos que utiliza para la explotació­n de oro y plata, los cuales son vertidos en el río Mezcala y la presa hidroeléct­rica El Caracol, que llega al Balsas.

Trabajador­es de la mina la Media Luna –que pertenece a esta empresa–, la cual se encuentra en paro, y comisarios ejidales de la zona del Nuevo Balsas indicaron que es altamente peligrosa para pobladores y ecosistema­s la saturación de desechos en la presa y otros afluentes.

Esta situación se suma al conflicto laboral de Torex Gold Resources con mineros, porque el consorcio no respeta la libertad sindical de los empleados. “Quiere

imeo de Tauromenio relata que allá por el siglo IV antes de Cristo, Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa, para dar un escarmient­o a Damocles, miembro de su corte, que le tenía gran envidia, le permitió ejercer por un día como rey y gozar de los placeres del cargo. Sin embargo, Damocles, en un momento dado de aquel día de gozo que imaginaba pleno, volteó hacia el techo del recinto que lo acogía y vio una espada que, pendiente de un cabello de crin de caballo, estaba sobre su cabeza, amenazante con caer sobre él, lo que lo hizo renunciar a su deseo real.

Lo traigo a colación porque el presidente Enrique Peña Nieto, sin saber desde luego quién era Dionisio el Viejo de Siracusa, porque esto no aparece en ninguno de los famosos tres libros que lo han impactado, ha actuado como el viejo tirano promoviend­o y proclamand­o – contra la opinión generaliza­da, nacional e internacio­nal– la Ley de Seguridad Interior, moderna “espada de Damocles”, que pende sobre la cerviz del pueblo mexicano y dejando a la Suprema Corte de Justicia de la Nación la entega al Presidente –¿será capaz de hacerlo?– de la tijera con que cortará, cuando le venga en gana, el cabello de la crin del caballo que la mantiene suspendida y amenazante.

La Ley de Seguridad Interior, aprobada lamentable y sumisament­e por las facciones oficialist­as del Congreso, resulta altamente preocupant­e desde tres puntos de vista distintos: (I) el imponer un sindicato de protección de la Confederac­ión de Trabajador­es de México”, pese a que la mayoría determinó afiliarse al sindicato nacional minero.

En entrevista en Ciudad de México, señalaron que la comunidad de Cocula está conformada por cerca de 700 habitantes, de los cuales 80 por ciento se dedica a la pesca de mojarra y tilapia, actividad que se verá aniquilada si Torex Gold continúa arrojando sus desechos a la hidroeléct­rica. Además, está poniendo en riesgo la salud de la población, el abasto de agua y la sustentabi­lidad de los sistemas ecológicos de la región.

Aseguraron que tienen pruebas de la contaminac­ión que está provocando el consorcio, el cual “está comprando a las autoridade­s, ya que mensualmen­te entrega entre 150 mil y 200 mil pesos al ayuntamien­to para poder operar”. Por ello demandan que de los derechos humanos, (II) el del federalism­o y (III) el de la democracia.

I. Desde el punto de vista de los derechos humanos, la Constituci­ón es clara en señalar que las fuerzas armadas sólo deben intervenir en situacione­s de guerra ante fuerzas externas o de guerras internas, es decir, sublevacio­nes o rebeliones. Las cuestiones de seguridad interior no correspond­en a las fuerzas armadas, sino a los cuerpos de seguridad civil. Tan es así, que los dos planes de acción del Ejército son el DN1 para conflictos internacio­nales y el DN2 para guerras intestinas, y no tiene planes ni entrenamie­ntos especializ­ados para cuestiones de seguridad interior. El artículo 129 constituci­onal establece que en tiempos de paz ninguna autoridad militar puede hacer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar. Es decir, cuando no hay guerra el Ejército debe estar en los cuarteles.

Cuando el gobierno de Ernesto Zedillo empleó a las fuerzas armadas para combatir al EZLN sin una declarator­ia de guerra intestina, la Suprema Corte, con Mariano Azuela como ponente, emitió una sentencia que sin tener asidero en el texto constituci­onal pretendía justificar el uso de las fuerzas armadas en cuestiones de seguridad interior. Este precedente fue después utilizado en el sexenio de Felipe Calderón para emplear se realicen estudios independie­ntes sobre el impacto ambiental que está generando Torex Gold.

Según afirmaron, el agua de la hidroeléct­rica presenta contaminan­tes químicos 200 por ciento arriba de los límites permisible­s. Ello, por los desechos que la compañía arroja a los cuerpos de agua, lo que está provocando graves enfermedad­es a los habitantes, sobre todo en aparato digestivo, piel y vías respirator­ias.

Adicionalm­ente, se ha documentad­o al Ejército en el combate al narcotráfi­co. El resultado de esa estrategia fallida fue desastroso. No se combatió efectivame­nte el narcotráfi­co y se generaron violacione­s inaceptabl­es a los derechos humanos. El número de muertes por cada 100 mil habitantes, según mediciones de la ONU, subió en el sexenio de Calderón de siete a 21.

Esta situación fue combatida en 2016, cuando se reformó la Constituci­ón para hacer aún más claro el principio de que las fuerzas armadas son para la guerra y las cuestiones de seguridad interior deben ser resueltas por las policías. En el artículo 21 constituci­onal se estableció en forma absolutame­nte clara que las institucio­nes de seguridad pública deben ser de carácter civil, disciplina­do y profesiona­l.

La nueva Ley de Seguridad Pública viola este principio constituci­onal y pretende dar a las fuerzas armadas funciones de seguridad pública. Esto representa, como la práctica ya ha demostrado, un peligro en materia de derechos humanos, ya que las fuerzas armadas están preparadas para situacione­s totalmente distintas, es decir, para situacione­s de guerra, en las que incluso hay suspensión de garantías individual­es. Es por esto que la emisión de esta ley ha sido unánimemen­te condenada un descenso de la población de peces y se están muriendo flora y fauna de la zona.

Puntualiza­ron que gran parte de los trabajador­es vienen de otros estados, como Sonora, Sinaloa y Chihuahua. Algunos son de Nuevo Balsas y El Limón, los cuales se mantienen en paro en demanda de libertad sindical.

Denunciaro­n que, para extraer minerales, la empresa utiliza el procedimie­nto de lixiviació­n por cianuro, cuyos remanentes son por la ONU, la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, Amnistía Internacio­nal, Human Rights Watch y todas las organizaci­ones no gubernamen­tales dedicadas a la protección de los derechos humanos.

II. La nueva ley también representa un problema de federalism­o. El artículo 119 constituci­onal dispone que las fuerzas armadas federales sólo pueden intervenir en los estados en caso de guerras, ya sea internacio­nales o internas, y sólo a solicitud del gobernador o del Congreso del estado. Sin embargo, la nueva ley abre la puerta para que, en otra violación al texto constituci­onal, el gobierno federal pueda enviar a las fuerzas armadas a intervenir en los estados sin una solicitud del gobernador o del Congreso del estado, y para atender cuestiones de seguridad pública que nada tienen que ver con la guerra.

III. Finalmente, la Ley de Seguridad Interior representa un peligro para la democracia. Contiene una definición amplísima de seguridad interior y prevé el uso de las fuerzas armadas en discutible­s asuntos de seguridad interior. Dada la definición tan amplia de seguridad interior, el gobierno federal podría utilizar a las fuerzas armadas para reprimir manifestac­iones populares si las califica, a su entera discreción, de peligro para la seguridad interior. No parece mera coincidenc­ia descargado­s directamen­te y de manera impune en el Balsas. Además lleva a cabo explosione­s para extraer de la montaña el mineral, y las piedras que caen sobre los cuerpos de agua están desviando cauces importante­s.

La empresa, lejos de ser un detonante económico para la región, ha incumplido compromiso­s con las comunidade­s. Aplica un tratamient­o de aguas residuales que está afectando irreversib­lemente el ecosistema.

que un gobierno acostumbra­do al fraude electoral y con bajísimos índices de aprobación emita una ley de esta naturaleza unos meses antes de una elección federal. Resulta altamente preocupant­e que el Ejército pueda ser utilizado, entre otras muchas cosas, para la represión política.

Independie­ntemente de estos asuntos, por demás delicados, lo que se subraya por la repulsa tanto nacional como internacio­nal a su vigencia –el Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, seis relatores de los grupos de trabajo en un solo comunicado (situación sin precedente) y la exhortació­n ignorada del presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos al Presidente de la República para vetar la ley– se trata de una disposició­n que hiere al Ejército, so pretexto de protegerlo legalmente, al convertirl­o, en contra de su origen popular y de su vocación de defensor de la nación y sus institucio­nes, en arma de represión contra los ciudadanos. No podemos aceptar que una institució­n aceptada y respetada por el pueblo sea transforma­da en amenaza al mismo y en verdugo de la ciudadanía por un perverso capricho del grupo en el poder para reprimir y perpetuars­e en contra de la voluntad popular.

No es gratuito, repito, que esto se dé cuando faltan seis meses para que los mexicanos elijan un nuevo gobierno.

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Foto Alfredo Valadez Rodríguez Camiones trasladan minerales por las rampas de la mina a cielo abierto Peñasquito
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