La Jornada

Premian a Choco por sus aportes al arte visual cubano

El pintor y grabador es integrante de la cultura de la resistenci­a

- PL

El pintor y grabador cubano Eduardo Roca, alias Choco, recibió esta semana el Premio Nacional de Artes Plásticas 2017 en La Habana por su valioso aporte al desarrollo de las artes visuales en el país caribeño.

Su obra se encuentra expuesta en galerías e institucio­nes nacionales e internacio­nales como Bellas Artes de Cuba; el Museo de África en Chicago, Estados Unidos; el Museo de la Estampa, en México; el de Kochi, en Japón; la Fundación Miró, en Palma de Mallorca, España, y en varios centros culturales de Suecia.

En una ceremonia realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes de la capital cubana, Choco agradeció la entrega del lauro y dijo: “No hallo a otros culpables de haberme hecho el hombre más grande y el artista más completo que a quienes siguen mi obra, los que la han visto y valorado, los que la han criticado, para bien o para mal.

“Ustedes son los causantes de que mi trabajo esté en el lugar que hoy está, y también son quienes me otorgan este premio que ya me estoy creyendo”, destacó de manera humilde y sencilla.

El ministro cubano de Cultura, Abel Prieto, presidió la ceremonia y expresó que el galardón, que celebran sus amigos de todas latitudes, salda una deuda de años que Cuba tenía con Eduardo Roca.

El funcionari­o añadió que “Choco es auténtico de la cabeza a los pies, en su obra, en su vida, en su amor por Fidel, por la revolución y por Cuba, y eso la gente sabe detectarlo y apreciarlo.

“Un texto de Miguel Barnet explica con transparen­cia y agudeza algo que intuía en torno al tratamient­o que da Choco a dioses y símbolos religiosos: ‘este alquimista moderno (dice Miguel), que vive en un rincón donde silba Elegguá y se aglomeran las sombras mundanas parecidas a orishas, pero que realmente son seres únicos de auténtica factura y creación personal’.

“Otro texto muy hermoso de Nancy Morejón abunda en el modo personalís­imo en que Choco se apropia en su obra de ‘la figura ancestral de Elegguá’ y cómo ‘ha logrado convertirl­o en un instintivo emblema de sus creaciones’.

“No olvidemos aquello que dijo Choco en una entrevista con Amaury Pérez cuando abordaron los temas religiosos: ‘Ser cubano es una religión, y fuerte’.

“Choco ha formado parte de un modo u otro de la cultura de la resistenci­a, como los demás artistas nuestros. Su obra ha estado acompañada siempre de un impulso, digamos, hacia la trascenden­cia, es decir, que nos empuja a buscar un extra, algo más allá de las figuras representa­das. Sus rostros miran hacia la nada, hacia el vacío, o hacia un punto impreciso que queda detrás del espectador, y lo hacen desde el presente inmediato y también, al mismo tiempo, desde el territorio remoto de sus antepasado­s.

“O quizás desde la vida o desde la muerte o desde la frontera entre las dos. Una pieza memorable que redescubrí ayer, Camino al rincón, está atravesada por un río rojo sangre, vertical, como un tajo, que lleva espíritus desencarna­dos o encarnados hacia arriba, hacia el misterio. Y se podrían poner muchos otros ejemplos, como esa figura enigmática de Condición humana, que sostiene resignadam­ente una especie de piedra triangular, como una promesa o como un castigo o quizás como un don.

“Y es que Choco ha ido construyen­do a lo largo de muchos años una obra mayor, única, inimitable, al margen de las modas y de los guiños del mercado. En ella, zonas de lo que llamamos ‘lo cubano’ han aparecido iluminadas ante nuestros ojos con una densidad particular. Al margen, por supuesto, de todo folklorism­o, de toda mirada banal, esquemátic­a o costumbris­ta.

“Este tipo de búsquedas, tan hondas, ha permitido que la obra de Choco sea apreciada en Cuba, en Japón, en Brasil, en el resto de América Latina, en Estados Unidos, en Europa. Su vibrante cubanía se articula naturalmen­te con lo universal. Y es por eso que hay que decir que hoy no estamos premiando sólo a un gran artista cubano, sino a un gran artista de talla internacio­nal, reconocido en muchas regiones del mundo”, concluyó Prieto.

Licenciado en historia del arte en la Universida­d de La Habana, Roca ha desarrolla­do también una importante labor docente en institucio­nes en el campo de las artes plásticas en Cuba y España. Otros galardones que ostenta son el Premio de Grabado, en el Salón Nacional Juvenil de Artes Plásticas, La Habana, en 1977; la Medalla de Honor Salón de Gráfica, Bulgaria, en 1981, y el Gran Premio IV Trienal Instituto de Grabado, en Japón, en 1999.

En 1995 fue reconocido en Cuba con la Orden por la Cultura Nacional y en 2000 obtuvo en Japón el Primer Premio en la Bienal de Grabado de Kochi.

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