La Jornada

Tráfico de tierras frena estudios de biodiversi­dad: Julia Carabias

Los biólogos son tachados de “biopiratas” cuando realizan inventario­s

- ANGÉLICA ENCISO L.

Los inventario­s de la biodiversi­dad y la taxonomía ya no se realizan, porque los biólogos, cuando ponen un pie en una comunidad y quieren hacer los estudios de flora y fauna, son tachados de “biopiratas”, señaló Julia Carabias Lillo, primera secretaria de Medio Ambiente en el país y que en los pasados 17 años se ha dedicado a estudiar la Selva Lacandona en Chiapas. Ya no hay un avance del conocimien­to de la biodiversi­dad, se calcula que conocemos apenas 10 por ciento de lo que existe, indicó.

En entrevista, tras recibir la medalla Belisario Domínguez en el Senado, la bióloga se refirió a su trabajo en la reserva de la biosfera Montes Azules, en la Selva Lacandona, el cual por residentes de la zona ha sido tachado como una labor de biopirater­ía y la llevó a vivir un secuestro en 2014, pero dice que el fin de su labor con la asociación Natura y Ecosistema­s es lograr la deforestac­ión cero, que haya inversión en proyectos productivo­s sustentabl­es, que la gente pueda vivir en perfectas condicione­s de vida y dejen de ser pobres.

Subraya los resultados logrados por Natura y Ecosistema­s en Marqués de Comillas, Chiapas Conocemos 10% de la flora y fauna existente, destaca la ex secretaria de Medio Ambiente

En la Selva Lacandona existen todos los focos rojos

Explicó que en la Selva Lacandona están “todos los focos rojos que uno pueda mencionar de pobreza, deterioro, ilegalidad, narco, tráfico de mujeres. También es la zona más rica en biodiversi­dad y de mayor agua. Hay mucha gente en pobreza, esto se traduce en falta de alimentos, educación e informació­n. No llega celular, televisión, radio ni periódico. Nada. Sólo llega la voz del que tira rollo. Por eso esas comunidade­s se han convertido en botín político. ¿Cómo? Hay una industria de la invasión, de la expropiaci­ón, de la regulariza­ción de las tierras. Y antes circulaba mucho dinero en eso, históricam­ente, sí lograban la regulariza­ción, con eso se han ido comiendo la reserva”.

Añadió que su posición es que en la reserva no se puede regulariza­r la tierra, pero la gente con necesidad debe tener una atención de sociedad y gobierno para una vida digna. “No forzosamen­te tiene que ser con más y más tierra. No alcanza. En general en la región se reparten de 20 a 50 hectáreas por campesinos. Son muchas”.

El problema, dijo, es que los sistemas productivo­s son un desastre. “Se corta, se tala, se mal siembra, se agota el suelo, se pasa al otro predio y así se empieza a hacer una vegetación en eso que ya no permite que los suelos sean productivo­s. Se mete ganado, se pisotea y acaba invadido con especies exóticas o con pastos. Y se abandona”.

Sostuvo que la propuesta es una reconversi­ón productiva, un modelo diferente, con buenas prácticas de uso de suelo adecuado, y puede incrementa­rse mucho la producción. Y en los sitios de ecosistema­s naturales, bien conservado­s, no tiene que cambiarse el uso del suelo. Puede haber otro tipo de actividade­s productiva­s, está el ecoturismo, el manejo forestal sustentabl­e.

Mencionó que “nos han acusado de traficante­s, nos desprestig­ian, pero no pueden del todo. Sectores de la sociedad han visto que es falso”. El señalamien­to de que hacen biopirater­ía es parte del descrédito. Explica que este concepto ha pegado, pero explica que esa actividad se da cuando llega una empresa, se roba las cosas, va con un laboratori­o y las patenta, después saca algún producto y la comunidad de donde lo sacó se queda viendo, en ese caso “se roba la biodiversi­dad, eso es biopirater­ía”.

Apunta que sus grandes maestros, como Gonzalo Halffter, iban a los sitios, colectaban las plantas, animales, con lo cual se hicieron los museos y los herbarios, así como los inventario­s y el conocimien­to de la biodiversi­dad se amplió. Ahora, cuando esto se hace le llaman biopirater­ía, “ya se acabaron los inventario­s, se acabó la taxonomía. Los biólogos no quieren estudiar esto porque saben que si ponen un pie en una comunidad, quieren hacer el estudio de la flora y fauna, los convierten en biopiratas”.

Se ha avanzado en el municipio Marqués de Comillas, donde la gente ha cuadruplic­ado su ingreso, no hay deforestac­ión, hay servicios ecoturísti­cos y el nivel de vida ha mejorado. Pero “no se ha podido avanzar en otros sitios, porque se enfrentan a intereses, entre otros, el tráfico de tierras”.

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Julia Carabias Lillo, bióloga egresada de la UNAM, recibió el pasado 6 de diciembre la medalla Belisario Domínguez en el Senado ■ Foto Marco Peláez

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