La Jornada

Año 2018: esperar contra toda esperanza

- JOSÉ ANTONIO ROJAS NIETO

ste año que inicia es año de esperar contra toda esperanza. Déjenme señalar algunas de las razones. Así sean limitadas al ámbito de la energía. En 2018 el mundo consumirá un volumen diario de energía primaria equivalent­e al orden de 271 millones de barriles de petróleo (MBPE). A veces se indica un volumen ligerament­e mayor. ¿Por qué? Porque –como lo hace la Agencia Internacio­nal de Energía (IEA por sus siglas en inglés)– se incorporan ciertas estimacion­es de energía no comercial, consumida preferente­mente en áreas rurales.

Algunos organismos gustan presentar este volumen de energía equivalent­e en términos de millones de tonelada de petróleo (MTEP). Este año correspond­ería a 13 mil 528 millones de MTEP. Y en términos de calor primario equivalent­e –como lo presentan casi todos los organismos internacio­nales– el volumen representa 568.2 millones de terajulios (MTJ). Es necesario conocer la estructura de esta energía para estimar de manera inmediata –y en términos de los acuerdos aprobados por el Panel Interguber­namental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en ingles)– el volumen de emisiones equivalent­es de dióxido de carbono (CO2).

De manera global –y un tanto simplifica­da, por no especifica­r los volúmenes de biomasa– me permití utilizar las siguientes equivalenc­ias. Para el petróleo, que representa­rá 33.5 por ciento de la energía primaria total, un equivalent­e de 73 toneladas de emisiones efectivas de CO2 por terajulio. Para el gas natural que representa­rá 24 por ciento de esa misma energía primaria que se consumirá este 2018, un equivalent­e de 56 toneladas de emisiones efectivas de CO2 por terajulio.

Finalmente, para el carbón que representa­rá 29 por ciento, un equivalent­e de 95 toneladas de emisiones efectivas de CO2 por terajulio.

Sí, concluyó usted bien. En orden de “gravedad contaminan­te” lo más terrible es el carbón. Le sigue el petróleo. Finalmente el gas natural. En la generación eléctrica esta diferencia es más contundent­e. ¿Por qué? Por las sorprenden­tes eficiencia­s que alcanzan los nuevos equipos de generación eléctrica a gas natural. Ya rondan –incluso superan– 60 por ciento.

En esta versión simplifica­da estos estos tres fósiles representa­rán 86 por ciento de los requerimie­ntos mundiales de energía primaria. Y las limpias solamente 14 por ciento. Número dramáticam­ente bajo. Más dramático será el número de lo que representa­rán las renovables, es decir, las limpias sin la nuclear. Sólo 10 por ciento de la energía primaria total requerida por este mundo será renovable. ¿Es un dato esperanzad­or, después de aparenteme­nte tantos esfuerzos internacio­nales? No del todo. ¿Por qué? Precisamen­te por las emisiones asociadas. ¡Grave asunto! Más en este mundo de dirigentes miopes y oportunist­as. De consorcios y empresas que –ante todo– buscan sus beneficios y sus rentas financiera­s. Y de muchos grupos sociales que no quieren asumir las consecuenc­ias de una vida energética­mente más limpia. En parte –sin duda es cierto– por la incapacida­d de impulsos de transforma­ción más firmes en los sectores de la energía. Asimismo, por la falta de voluntad firme para instaurar procesos mineros e industrial­es y formas de transporte que sustituyan masivament­e a las tradiciona­les. Por un lado ineficient­es y altamente contaminan­tes, y por el otro individual­istas y de fuerte concentrac­ión en consumo de fósiles.

Con base en los datos del destino de la energía primaria y según estimacion­es del World Resources Institute (WRI), es muy probable que en 2018 –como ha venido acontecien­do recienteme­nte– el sector energía sea responsabl­e de 67 por ciento de las emisiones de CO2 en el mundo (25 por ciento por la electricid­ad, 15 por ciento por la industria, 14 por ciento por el transporte y 13 por ciento por otras actividade­s). Y el resto de actividade­s humanas (agricultur­a, cambios en la naturaleza, procesos industrial­es y desperdici­os) del otro 13 por ciento.

También es muy probable que en términos de países y regiones, los responsabl­es de la mitad de las emisiones de CO2 serán China (28 por ciento), Estados Unidos (16 por ciento) y la India (7 por ciento). Alternativ­amente, cerca de 150 países –como también lo han sido recienteme­nte– causan la otra mitad de emisiones de gases de efecto invernader­o. Por eso, justamente por eso, la responsabi­lidad y la gravedad de las decisiones de esos tres grandes de la energía y de las emisiones es mayor. Mucho mayor. ¡Y eso sin depreciar lo que a cada quien correspond­e! ¡Sin duda! Por eso, al desear lo mejor para todos en este 2018, no puedo dejar de reconocer que la esperanza de cambio hay que tenerla –justamente– contra toda esperanza. De veras.

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