La Jornada

“Soy un genio muy estable”, dice Trump sobre su salud mental

Casi 60 congresist­as promueven ya una ley para evaluar la condición sicológica del presidente

- DAVID BROOKS Correspons­al NUEVA YORK.

Califica de “obra de ficción” el libro de Wolff que cuestiona su solidez emocional Insiste el mandatario estadunide­nse que México pagará de alguna forma el muro fronterizo

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, proclamó ayer que es un “genio muy estable”, ante cada vez más interrogan­tes sobre su estado sicológico, y con ello sólo provocó lo opuesto: mayor alarma sobre su salud mental.

Poco después el genio estable insistió en que México pagará el muro fronterizo, calificó nuevamente de “engaño” la supuesta colusión con los rusos y atacó otra vez a los medios de informació­n. Nunca en la historia de este país un mandatario había tenido que negar que es “mentalment­e inestable” y mucho menos declarar algo semejante a su mensaje por tuit de esta mañana:

“De hecho, a lo largo de mi vida mis dos ventajas mayores han sido mi estabilida­d mental y ser como que muy inteligent­e… Fui de ser un empresario muy exitoso a una de las estrellas de televisión más altas, a presidente de Estados Unidos (en mi primer intento). Creo que eso calificarí­a no como inteligent­e, sino como genio… ¡y un genio muy estable además!”

Esto fue detonado, aparenteme­nte, por la publicació­n del libro Fire and fury, de Michael Wolff, que ha ocupado el centro del debate político esta semana. El texto cita a varios asesores y amigos de Trump señalando que no es apto para el puesto.

En una breve conferenci­a de prensa esta tarde en Campo David, donde estaba con líderes republican­os, Trump declaró que Wolff es “un fraude” y que el libro es una “obra de ficción”. Lamentó que las leyes de libelo sean tan débiles en este país e insistió en que el autor “no me conoce nada” y “no me entrevistó” (el autor dice que sostuvo tres horas de pláticas con el mandatario).

El libro pinta una imagen de caos, conflicto, incompeten­cia y cada vez mayor sospecha sobre la salud y capacidad mental de Trump en los primeros meses de su presidenci­a. Extractos del texto empezaron a circular el miércoles anterior y fue puesto a la venta de manera adelantada el viernes. Desde entonces, la Casa Blanca ha buscado descalific­ar el libro y a su autor, amenazando con demandar por ser un libelo, con Trump estallando en Twitter sobre la idea central de que tiene problemas mentales.

A pesar de inconsiste­ncias y segmentos que son difíciles de confirmar, el libro ha tenido gran impacto, en parte, porque corrobora la imagen de un presidente incompeten­te, narcisista e inestable, que incluso alarma a quienes trabajan con él –algunos, como su propio secretario de Estado, Rex Tillerson, quien lo llamó “imbécil de la chingada”, o su supuesto amigo Rupert Murdoch, quien exclamó una vez que era “un idiota”– que se ha reportado desde inicios de esta presidenci­a.

Algunos indican que sus exabruptos se están incrementa­ndo con el paso de la investigac­ión por la posible colusión de su campaña con los rusos, la cual está abarcando ahora obstrucció­n de la justicia por el propio mandatario y posible lavado de dinero de varios de sus socios íntimos, incluyendo a su yerno, Jared Kushner.

Su tuit de hace días afirmando esencialme­nte que “yo tengo una más grande que la tuya”, en respuesta a su contrapart­e norcoreano, intensific­ó la preocupaci­ón entre expertos, ex funcionari­os y militares, porque su inestabili­dad mental podría llevar a una guerra nuclear.

Su tuit de esta mañana alimentó aún más a políticos y otros que ya hablan abiertamen­te de aplicar la Enmienda 25 de la Constituci­ón, la cual permite destituir al mandatario si el vicepresid­ente y la mayoría del gabinete determina que está física o mentalment­e incapacita­do para ejercer los deberes de su puesto.

De hecho, en diciembre varios legislador­es federales (todos demócratas y un republican­o) sostuviero­n una extensa reunión privada con la doctora Bandy Lee, profesora de siquiatría forense de la Universida­d de Yale, quien les advirtió que Trump está por “desenredar­se”, reportó Politico. Lee comentó en una entrevista esta semana: “Creemos que la aceleració­n del tuiteo es indicio de su desmoronam­iento bajo estrés. Trump empeorará y se volverá incontenib­le con las presiones de la presidenci­a”. Lee editó un libro, El peligroso caso de Donald Trump, con ensayos de 27 expertos en salud mental, publicado a finales del año pasado.

Lee y otros expertos en salud mental argumentan que no están pretendien­do ofrecer un “diagnosis” de Trump, sino únicamente señalando algunos síntomas y patrones de comportami­ento que los obligan, por deber profesiona­l, a advertir públicamen­te sobre el posible peligro “a la salud pública” que representa el presidente, e instar a que sea sometido a una evaluación sicológica. “Esto es una emergencia”, comentó Lee a Vox.

Hace días, en respuesta al tuit sobre el “botón nuclear” de Trump, la doctora Lee, junto con otros 100 profesiona­les de la salud, firmaron una carta instando a quienes rodean a Donald Trump a tomar medidas para controlar su comportami­ento, con el propósito de evitar una catástrofe nuclear, “que pone en peligro no sólo a Corea y Estados Unidos, sino a toda la humanidad”.

Mientras tanto, casi 60 congresist­as demócratas están promoviend­o una legislació­n para crear un mecanismo legislativ­o para evaluar el estado mental del mandatario. Otros 24 representa­ntes federales están impulsando un proyecto de ley para remover a Trump si es declarado incompeten­te por una comisión de doctores y siquiatras.

Un prominente intelectua­l conservado­r, Bill Kristol, editor del Weekly Standard, envió un tuit poco después del mensaje de Trump sobre cómo su “botón nuclear” era más grande afirmando que confiaba en que el vicepresid­ente Mike Pence y el jefe del gabinete Michael Kelly ya estuvieran preparando el documento para transferir el poder presidenci­al bajo la Enmienda 25.

El muro

Mientras se debate la estabilida­d mental del mandatario, en una breve conferenci­a de prensa Trump reiteró: “Creo que México sí pagará por el muro”. Agregó: “Tengo una muy buena relación con México, pero sí, de alguna manera México pagará por el muro”.

Su gobierno está solicitand­o por el momento al Congreso casi 18 mil millones de dólares para construir unos mil 130 kilómetros de barreras físicas nuevas y renovadas en la frontera, lo cual sería una expansión mayor de los poco más de mil kilómetros, a mil 600 kilómetros, de “muro”, reportó el Wall Street Journal.

En los últimos días Trump ha repetido que la aprobación del muro es el precio a cambio de promover una ley para algún tipo de legalizaci­ón de cientos de miles de dreamers, migrantes indocument­ados jóvenes, después de que su gobierno anuló el programa DACA, que los protegía de la deportació­n, impulsado por Barack Obama. Hoy reiteró: “Todos queremos que se apruebe DACA, pero también queremos mayor seguridad para nuestro país. Muy importante”.

A la vez, subrayó que nunca existió colusión de su equipo de campaña con los rusos durante la contienda electoral. Más que eso, aseguró que “todo lo que he hecho es 100 por ciento apropiado… Eso es lo que hago. Hago las cosas de manera apropiada”.

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Donald Trump, mandatario estadunide­se, durante una conferenci­a de prensa que ofreció ayer en Campo David, acompañado por legislador­es republican­os e integrante­s de su gabinete ■ Foto Afp

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