La Jornada

El lunes del Rey

MAR DE HISTORIAS

- CRISTINA PACHECO

on las dos de la mañana. Lucio baja del taxi cargando la maleta en que lleva su atuendo de Rey Mago. El lunes antes de las once tendrá que devolvérse­lo a Eusebio: lo contrata cada año por estas fechas para que los niños se tomen la foto del recuerdo. Además de ser su patrón, Eusebio es su cuñado, y, sin embargo, antes de que comience la temporada, aparte de cobrarle el alquiler, le pide tresciento­s pesos como garantía. Se los devuelve a principios de enero, siempre y cuando todas las piezas del equipo se encuentren en perfectas condicione­s. El encuentro será, como siempre, humillante.

Irritado, Lucio sube de prisa la escalera rumbo a su departamen­to. Abre la puerta con cautela y procura no hacer ruido mientras va hacia la recámara donde lo espera Julia. De pasada se asoma al cuarto de sus hijos. Lo enternece verlos dormir en medio de un desorden de cajas y envolturas: “Por lo menos esta vez los Reyes Magos pudieron traerles algo. El año que entra, ¡quién sabe!”

Tiene frío. Se dirige a la cocina. Deja la maleta sobre la mesa. Cuando pone a hervir agua escucha la voz de Julia: “¿Eres tú, mi amor?” “Sí, voy a hacerme un café, pero no te levantes. Aprovecha para dormir. Acuérdate, ya pronto vas a tener que levantarte muy temprano para llevar a los niños a la escuela.”

II

Lucio saborea el café ante la mesa donde quedaron pedazos de rosca y bebidas a medio consumir: “¿Quién entiende a mis hijos? Cuando hay refrescos, no se los terminan, y si no se los compramos, dicen que se mueren por uno.” Reconoce que no debe ser tan drástico. Él también tiene contradicc­iones.

Durante las semanas de asueto que Froylán y Marcos estuvieron en la casa, él se la pasó diciéndole a Julia cuánto anhelaba que esos niños latosos volvieran a la escuela. Ahora que sus hijos están a punto de regresar a clases, lo lamenta: sabe que extrañará su presencia, sus risas y hasta sus constantes pleitos que tanto lo preocupan. Julia, en cambio, los toma como algo natural: “A su edad, la cosa es pelear. Acuérdate de los pleitazos con tus primos. Tu madre me contó que una vez tú y Poncho se golpearon tan feo que tuvieron que separarlos echándoles cubetadas de agua.” Se oye el motor del primer avión que cruza el cielo. Lucio calcula que deben ser las cuatro de la mañana. Necesita dormir, estar listo para que Froylán y Marcos disfruten de su último día de vacaciones antes de volver a la rutina: levantarse temprano, entrar al baño medio dormidos, comer sin apetito, lavarse los dientes rápido y despedirse.

Le gustaría ir con los niños a la escuela en su primer día de clases, caminar en medio de ellos, recomendar­les lo que le aconsejaba su padre antes de darle la bendición y verlo perderse en el patio entre otros niños: “Te portas bien. Si me llega alguna queja te quedas sin ver tele quince días.”

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