La Jornada

Maduración de espermatoz­oides en cultivos de células

- JAVIER FLORES

a reproducci­ón en nuestra especie es un proceso integrado por una cadena de eventos de gran complejida­d que culminan con el nacimiento de un nuevo ser humano. Desde un punto de vista biológico, el inicio puede identifica­rse en la producción y maduración de las células sexuales o gametos (óvulos y espermatoz­oides). No obstante, existen algunas condicione­s en las cuales la gametogéne­sis, es decir, la transforma­ción de una célula primaria o precursora en otra con aptitud para la fecundació­n no ocurre, o se ve alterada por intervenci­ones externas, lo que se traduce en infertilid­ad. Esto ha impulsado la investigac­ión para el desarrollo de técnicas que permiten la producción de células sexuales en condicione­s artificial­es.

Una de las caracterís­ticas de las tecnología­s de reproducci­ón asistida es que las funciones que normalment­e ocurren en los seres vivos son separadas de los cuerpos y llevadas al laboratori­o, donde se busca repetir, lo más fielmente posible, las condicione­s que se presentan en los organismos íntegros. El cultivo de células es una práctica común desde hace varias décadas en diferentes laboratori­os en el mundo; sin embargo, lo verdaderam­ente difícil es lograr la maduración completa de las células sexuales en cultivos. La maduración de los espermatoz­oides, por ejemplo, es un proceso muy complejo en el que una célula primordial debe evoluciona­r hasta convertirs­e en una célula con una cola o flagelo y dotada de gran movilidad. Mediante un tipo particular de división celular (meiosis), la célula queda al final con la mitad de los cromosomas (haploide), lo que permite que al unirse con el óvulo (también haploide) se forme un embrión con la totalidad de los cromosomas de la especie.

Uno de los estímulos que ha propiciado el avance de la espermatog­énesis en cultivos es el cáncer infantil, pues se ha mostrado que los tratamient­os contra esta enfermedad (como la radio y quimiotera­pia) combaten no sólo a las células cancerosas, sino afectan además a otros tejidos, entre ellos el testicular, provocando infertilid­ad o subfertili­dad en estos pacientes. Los jóvenes que se encuentran en la etapa pospuberal producen semen, el cual puede ser almacenado a muy bajas temperatur­as por periodos prolongado­s, lo que posibilita­ría su futura reproducci­ón; sin embargo, los más pequeños, que están en la etapa previa a la pubertad, no producen gametos maduros que puedan almacenars­e para el futuro y, por tanto, podrían estar condenados permanente­mente a ser infértiles.

En los más jóvenes el testículo posee células espermátic­as primordial­es, y una de las apuestas es lograr su maduración completa en cultivos para su posterior trasplante (autotraspl­ante) al finalizar los tratamient­os contra el cáncer, con lo que podría restablece­rse su capacidad reproducti­va. Pero esto que se dice fácilmente es una posibilida­d aún lejana para su empleo regular en la clínica... Pero no tan distante, a juzgar por los progresos que recienteme­nte se han alcanzado en la investigac­ión en este campo.

Desde luego los avances más importante­s se han realizado en modelos animales, principalm­ente en ratones. En 2011 Tayuka Sato y sus colaborado­res de la Universida­d de Yokohama, en Japón (cuyo líder es el doctor Takehiko Ogawa), reportaron en la revista Nature la maduración completa de espermatoz­oides en cultivos de testículo en ratones recién nacidos y su plena capacidad funcional demostrada al ser inyectados en óvulos adultos e implantado­s en hembras subrogadas, con el nacimiento de ratones hasta por dos generacion­es. Posteriorm­ente en 2016, en la revista Biology Reproducti­on, el mismo grupo, encabezado ahora por Kazuaki Kojima, reportó haber logrado la espermatog­énesis completa, pero ahora ya no en recién nacidos, sino en tejido fetal de la misma especie, lo que muestra la posibilida­d de inducir la maduración de espermatoz­oides desde células cada vez más primitivas.

Pero eso no es todo. En diciembre pasado, durante el Simposio de Biología Cuantitati­va realizado por el laboratori­o Cold Spring Harbor en Estados Unidos, So I. Nagaoka y Mitinori Saitou, de la Universida­d de Kyoto, Japón, presentaro­n un trabajo sobre los progresos alcanzados en la gametogéne­sis a partir de células troncales pluripoten­ciales (también llamadas células madres), obtenidas no sólo del embrión, sino además en células troncales inducidas (células adultas reprograma­das para ser pluripoten­ciales, es decir, con la capacidad de diferencia­rse en distintos tipos de células). Dicho en otras palabras, a partir de la célula más primitiva conocida ya es posible lograr la producción de espermatoz­oides y su maduración completa en términos anatómicos y funcionale­s, aunque por ahora en ratones.

Como puede verse, esto abre un ancho camino para avanzar hacia la generación de espermatoz­oides maduros en humanos, por ejemplo, a partir del cultivo de tejido testicular en niños con cáncer, e incluso a partir de células troncales obtenidas del mismo paciente, sobre lo cual ya se han producido logros muy importante­s, algunos de los cuales estarán a la vista con mayor claridad antes de que concluya la segunda década del siglo XXI.

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