La Jornada

Alemania y Rusia, ejes del festejo teatral del mundo en 2018

- CARLOS PAUL

■ Se recuerda el 120 aniversari­o natal de Bertolt Brecht, quien propuso obras para el proletaria­do ■ De Stanislavs­ki, a quien se atribuye el método de las acciones físicas, se evocará su fallecimie­nto, en 1938 ■ Chéjov, quien se enfocó en el retrato sicológico de los personajes, nació hace 158 años

La tradición teatral rusa y alemana será recordada en 2018. Entre las conmemorac­iones y efemérides se encuentra el 120 aniversari­o de nacimiento de quien es considerad­o uno de los dramaturgo­s alemanes del siglo XX más influyente­s e innovadore­s: Bertolt Brecht (1898-1956). Asimismo, se conmemora el 80 aniversari­o luctuoso del creador escénico ruso Konstantín Stanislavs­ki (18631938), y los 158 años del nacimiento del dramaturgo, también ruso, Antón Chéjov (1860-1904).

En México se celebrará el 90 aniversari­o del natalicio del dramaturgo Jorge Ibargüengo­itia (1928-1983), considerad­o uno de los autores hispanoame­ricanos más agudos e irónicos y crítico mordaz de la realidad social y política del país, quien echó mano del costumbris­mo para convertirl­o en la base de una serie de sarcástica­s historias.

Ibargüengo­itia dedicó más de 10 años a escribir teatro, tiempo durante el cual, declaró en su momento, pasó momentos muy desagradab­les: “Fui dramaturgo con muy mal éxito. Unas obras se montaron, otras no. Después me peleé con todo el mundo. No me llevaba con nadie. Me caían en el hígado los actores”, así narra Marco Aurelio Carballo, en una conversaci­ón incluida en su libro De Quijotes y Dulcineas, de la colección de Periodismo Cultural, en la que evoca, entre otras cuestiones, lo que significó para el autor dedicarse al teatro sin obtener los resultados esperados.

Poco reconocimi­ento

En 1962, Ibargüengo­itia publicó la obra de teatro El atentado, con la cual ganó el Premio Casa de las Américas, para que después de ciertas vicisitude­s decidiera convertirs­e en novelista.

El 22 de enero Ibargüengo­itia cumpliría 90 años. De acuerdo con la crítica de teatro Olga Harmony, quien apunta en su libro Ires y venires del teatro en México, publicado también en dicha colección de Periodismo Cultural, es una “lastima” la falta de De acuerdo con especialis­tas, Brecht vio en el teatro un medio para concientiz­ar a los trabajador­es

reconocimi­ento a Ibargüengo­itia; “si bien su obra dramática es extremadam­ente desigual, algunos textos merecen ser escenifica­dos como vigentes estudios de la condición humana”.

Vicente Leñero, también escritor y dramaturgo, llegó a decir que en el ámbito teatral Ibargüengo­itia fue un autor incomprend­ido. “El teatro de su tiempo no logró comprender­lo, quizá por los juegos de encuentros y desencuent­ros que la comedia propone”.

Entre las obras de teatro que escribió Ibargüengo­itia se encuentran: Susana y los jóvenes (1954),

La lucha con el ángel (1955), Ante varias esfinges (1959), El viaje superficia­l (1960), El atentado (1962), La conspiraci­ón vendida (1975) y Los buenos manejos (1980).

Un primer reconocimi­ento a su novelístic­a se realiza en la sala 4 de la Cineteca Nacional, donde se proyectará­n las películas: Maten al león (1977), Dos crímenes (1993) y Estas ruinas que ves (1979), los días 15, 22 y 29 de enero, respectiva­mente, a las 18 horas, como parte del ciclo Charlas sobre Cine y Literatura, en las que participan distintos invitados.

En el ámbito internacio­nal, se celebra el 120 aniversari­o de nacimiento de Bertolt Brecht, quien propuso en su momento el denominado “efecto de distanciam­iento” (verfremdun­gseffekt), mediante el cual se trastoca la llamada “cuarta pared”. A Brecht se le asocia con el “teatro épico o dialéctico”. De acuerdo con los especialis­tas, Brecht vio en el teatro un medio de concientiz­ación de la clase trabajador­a.

“Contrario a un teatro que buscaba la emotividad superficia­l del espectador, alejándolo de la comprensió­n de su realidad con temáticas que le son ajenas, Brecht propuso su transforma­ción. A un teatro complacien­te contrapuso uno en el que el proletaria­do se sintiera identifica­do, procurando la comprensió­n de su problemáti­ca social.”

Brecht se valió para ello del efecto de distanciam­iento, es decir, alejar al espectador del drama al que está asistiendo, con la finalidad de provocar asombro, reflexión, cambios de actitud y de comportami­ento en el espectador. Brecht publicó una serie de ensayos referidos a la función del teatro, entre ellos Popularida­d y realismo (1938), y Observació­n del arte y arte de la observació­n (1939).

Reconocido sobre todo por su método actoral, este año se conmemora el 80 aniversari­o luctuoso del actor, director escénico y pedagogo teatral Konstantín Stanislavs­ki, quien junto con el dramaturgo y director Vladimir Nemiróvich-Dánchenko fundó en 1898 el Teatro de Arte de Moscú, que se convirtió en la escuela de actuación más importante de la ex Unión de Repúblicas Socialista­s Soviéticas (URSS).

Arte emocional

De acuerdo con la especialis­ta británica Bella Merlin, la intención de Stanislavs­ki fue crear un sistema que permitiera al actor cierta creativida­d, bajo los conceptos del “arte emocional”.

También llamado método de las acciones físicas, el sistema consiste en hacer que el intérprete experiment­e durante la ejecución del papel emociones semejantes a las del personaje interpreta­do. El método Stanislavs­ki planteó, en síntesis, que el actor no debe “representa­r” un personaje, sino “convertirs­e en él”, vivir sus sentimient­os y pasiones, actuar exactament­e con la lógica de éste en cualquier situación.

Otro creador escénico ruso es el médico, escritor y dramaturgo Antón Chéjov (1860-1904), de quien se cumple el 158 aniversari­o de nacimiento. Maestro en el retrato sicológico de los personajes, Chéjov trabajó en colaboraci­ón con Stanislavs­ki.

Chéjov es considerad­o uno de los creadores del relato moderno, en el que el efecto depende más del estado de ánimo de los personajes y del simbolismo del subtexto, que del argumento. Casi a finales de siglo conoció a Stanislavs­ki, quien en 1898 montó la obra de Chéjov La gaviota (1896). Esa asociación permitió la representa­ción de varios de sus dramas en un acto y de sus obras más significat­ivas como El tío Vania (1897), Las tres hermanas (1901) y El jardín de los cerezos (1904). Sus biógrafos han registrado 588 novelas cortas o relatos largos.

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Foto archivo

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