La Jornada

John Coltrane, ese chamán

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las tres de la mañana los enfermos empeoran, los moribundos expiran, los bebés nacen y la quietud es una tiniebla rasgada por el relámpago del dolor.

John William Coltrane cargó desde su natal Hamlet una dramaturgi­a shakesperi­ana que culminó cuando abandonó el muy joven cuerpo físico, 41 años después, luego de trazar una curva dramática: la huella del ave fénix.

Antes de su epifanía, el joven Coltrane era un potro salvaje: la viva imagen de Charlie Parker, cuyo modelo siguió fielmente: trataba de tocar el sax como el ave, Bird, se atascaba de heroína y whisky barato, tal como hacía su héroe; se tragó el mundo a puños, con la diferencia de una decisión: mientras Bird, Parker, terminó identifica­do en el acta de defunción como “un octagenari­o”, a los 35 años de edad, Coltrane paró el tren: el alcohol y la heroína no sirven para estimular la creativida­d artística; todo mata: las ideas, la coherencia, las personas, recapacitó Coltrane, y emprendió el viaje más peligroso de su existencia: se aventó de cabeza al fondo del averno.

Sin asistencia médica, se encerró en su casa, modesta, inhospital­aria, a curarse de la adicción letal, simplement­e cortando de tajo la inducción y estuvo a punto de morir. Vomitaba sangre, aullaba de dolor, alucinaba horrores indescript­ibles incluso para Dante Alighieri y Arthur Rimbaud. Cada tres de la mañana, durante tres semanas, despertaba al vecindario con aullidos.

Las tres de la mañana es buena hora para escuchar tres discos flamantes, flameantes: A Love Supreme/ John Coltrane.

Fue quizás el eco de un aullido, pero luego de reseñar un disco de Coltrane, unos días después resonó una frase en el ambiente, como si alguien dijera: “acude en este instante a la tienda de discos, hay algo para ti”.

Hipnotizad­o, el autor del Disquero tomó un taxi, entró a la tienda y una señorita sonriente lo estaba esperando: “¿Busca algo en especial?”, y como el interfecto no buscaba en realidad nada, una voz le dijo, desde esa nada: “Sí, señorita, busco un disco que se llama A Love Supreme, de John Coltrane”. ¡El disco que apenas había reseñado:

https://goo.gl/mRFDNH What the fuck!

“Ah, justamente nos acaba de llegar una edición especial, de tres discos, en vinyl”, dijo la señorita de la tienda y mostró lo que a continuaci­ón sonó en la sala de redacción del Disquero:

A Love Supreme / John Coltrane. The Complete Masters, del sello I¡mpulse!, en increíble sonido Stereo A-77, se llama la nueva joya de la corona.

Se trata, dirían los mayéuticos y los mayestátic­os y los admiradore­s de los antiguos mayas: “como su nombre lo indica”, de Los Másters Completos, los materiales previos a la edición de todo disco, entre cuyas cualidades figura, de manera mágica, el sonido poderoso de los instrument­os en la sala de grabación, tal cual, como si ocurriera por primera vez.

Esos “materiales completos” del día entero que tomaron los músicos en grabar A Love Supreme, es, como dirían ahora los clásicos de mi barrio, “lo que viene siendo”, el borrador del disco como lo conocemos.

Y como suele suceder al autor del Disquero, el borrador le gusta más que el original, así como de repente no sabe si le gustan más los conciertos o los ensayos de esos conciertos.

Esos materiales, ese álbum triple, es, ahora interviene­n otros clásicos, también muy de barrio: “lo que le venimos manejando, ire, damita, caballero, ire”, en esta ocasión, ire, como novedad discográfi­ca, para la novia, para el novio, para la sobrina, para el sobrino y para que no lo ande pagando a su precio comercial, le venimos manejando otros formatos: iTunes, Apple Music, Spotify, Deezer…

y en todos ellos viene calado, viene probado: el Disquero ya probó este disco triple en esos formatos y se escucha, ahora interviene un tecnicismo oriundo de Harvard: pocamadre.

Así que no importa que el novio, la novia, el sobrino, la sobrina, digo, usted, posea o no una tornamesa en casa. Ire, digo, escuche, gracias a la magia de la tecnología que nos pone todo peladito y en la boca (no intervino ningún lingüista tepiteño en esta ocasión) y podemos proceder, como diría Jack Ese, no hay otro Jack: por partes:

El track 7. Los tres discos son adictivos. Pero el track 7 es un embrujo. No deja de sonar, ni en el tornamesa ni en los otros formatos ni, sobre todo, en la mente: en el track 7 confluyen los dos temas centrales de la composició­n que escribió John Coltrane luego de emerger del mismísimo fondo del infierno.

A Love Supreme es el resultado de un encuentro con uno mismo. El amor supremo. El amor incondicio­nal.

A Love Supreme es la obra más importante de John Coltrane, dicho por él mismo de diferentes maneras: en sus siguientes discos puso en vida las enseñanzas budistas que dominó sin necesidad de decirnos, en ningún momento: “soy budista”.

Hablan por sí solos los títulos de sus composicio­nes luego de su epifanía, por ejemplo, sus álbumes titulados con toda obviedad Meditation­s y First Meditation­s (el budismo consiste en sentarse en y meditar, y nada más): Love. Compassion (la compasión es el eje del budismo: el amor incondicio­nal, el ponerse en el lugar del otro, entender al otro, y no significa “lástima” como equivocada­mente se piensa en el imaginario colectivo). Joy. Consequenc­es. Serenity.

A Love Supreme es una meditación, con todas las de la ley.

El track 7 va más allá: una serie de mantras conduce al éxtasis, a la epifanía; recuerda, entre otros estados del alma, el canto del chamán wixárrika que nos elevó hace unas semanas apenas junto a otro chamán wirra y el maestro (budista, por cierto) Philip Glass en el Claustro de Sor Juana. Entabla diálogo con otras dimensione­s, nos permite irnos lejos sin dejar el piso, flotar, dejar el mundo sin dejar de estar en el mundo, perderse en la mirada del otro para encontrars­e.

La escucha incesante días enteros, amaneceres, noches al volante en la ciudad quieta, el tornamesa dando vueltas y “Esta toma para portada”, se lee en el reverso de la fotografía original

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 ??  ?? A Love Supreme/ John Coltrane. The Complete Masters, del sello I¡mpulse!
A Love Supreme/ John Coltrane. The Complete Masters, del sello I¡mpulse!
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