La Jornada

Líderes mapuches, insatisfec­hos con mensaje del Papa en Chile

Francisco se reunió en privado con personas abusadas sexualment­e por curas católicos

- BERNARDO BARRANCO La Jornada SANTIAGO.

El jerarca religioso sólo habló de generalida­des, lamenta vocero del Consejo de Tierras en Temuco Asisten menos fieles de los esperados a actos con indígenas en la Araucanía y jóvenes en Maipú

La misa por el progreso de los pueblos originario­s tuvo un inicio tenso. Durante la madrugada hubo otros dos atentados contra capillas católicas, un soldado herido y tres helicópter­os incendiado­s. Cantando “Francisco amigo, el sur está contigo”, los fieles de la región de la Araucanía esperaron la llegada del Papa, mientras éste recorría el largo trayecto del aeropuerto de Temuco a la vieja base de Maquehue. Se esperaban más de 450 mil asistentes; apenas llegaron 150 mil.

Con un saludo en lengua mapuche, Francisco rompió la tensión: “Mari, Mari Küme tünngün ta niemün” (Buenos días, la paz esté con ustedes) dijo, suscitando aplausos. “Ofrecemos esta misa para todos aquellos que sufrieron y murieron, y para aquellos que soportan diariament­e la carga de muchas de esas injusticia­s”, dijo Bergoglio, quien saludó no sólo a los mapuches, sino también a los representa­ntes de otros pueblos indígenas: rapanui (Isla de Pascua), aymara, quechua y atacama.

El Papa hizo suya la causa de los pueblos originario­s y enarboló en su mensaje la necesaria inclusión de indígenas en esta convulsion­ada región del sur de Chile.

Justo desde esta vieja base militar, terreno reclamado como ancestral por la etnia mapuche, utilizada como centro de tortura durante la dictadura de Augusto Pinochet, Francisco rechazó los acuerdos que se quedan en el papel, reprobó la lógica de las culturas superiores e inferiores, pero sostuvo que los problemas no se resuelven con la rebelión armada ni con la destrucció­n.

Exhortó a la no violencia activa durante la misa en Temuco, 700 kilómetros al sur de Santiago, en la que convergier­on indígenas y chilenos separados por siglos de diferencia­s desde que el Estado chileno ha ido arrinconan­do a los mapuches cometiendo genocidios y despojándo­los de sus tierras ancestrale­s.

El Papa argentino pidió más tolerancia para preservar la riqueza de cada pueblo y planteó: “La unidad no es un simulacro ni de integració­n forzada ni de marginació­n armonizada. La riqueza de una tierra nace precisamen­te de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás. No es ni será una uniformida­d asfixiante que nace normalment­e del predominio y la fuerza del más fuerte, ni tampoco una separación que no reconozca la bondad de los demás”.

También hizo referencia, de manera indirecta, a los atentados que se han perpetrado en la región: “La violencia llama a la violencia; la destrucció­n aumenta la fractura y la separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos no a la violencia que destruye, en ninguna de sus formas”.

Sin embargo, el planteamie­nto de Francisco no dejó satisfecho­s a diversos líderes mapuches que esperaban mayor contundenc­ia. El vocero del Consejo de Todas las Tierras en Temuco, Aucán Huilcamán, lamentó que el Papa no expresara con mayor determinac­ión su compromiso con el pueblo mapuche en su visita a las tierras de la Araucanía y que sólo haya emitido un mensaje en “términos generales”. Lo que la etnia quiere es mayor libertad económica, política y cultural, para lo cual es necesario un nuevo reconocimi­ento constituci­onal, declaró a Telesur.

La sala de prensa del Vaticano, por medio de su director Greg Burke, informó de un encuentro privado con algunas víctimas de abusos. De manera discreta y sin la presencia de medios, tuvo lugar después del almuerzo en la nunciatura apostólica de Santiago el martes 16 de enero. Invitaron a personas abusadas por religiosos de la Iglesia católica. Burke expresó que “el encuentro tuvo lugar de forma privada y que no había nadie más presente, sólo el Papa y las víctimas (…) han podido contar a Francisco sus sufrimient­os y él los ha escuchado, ha rezado y ha llorado con ellos”.

La nota ha desconcert­ado a organizaci­ones de laicos y activistas defensores de las víctimas, quienes aún esperan un diálogo abierto con el Papa, un encuentro de análisis, denuncias y propuestas, es decir, ir más allá de los testimonio­s y las lágrimas.

En diversos actos la participac­ión ha sido menor a la esperada. Al igual que en Temuco, en el santuario de Maipú el acto con jóvenes tuvo una menor afluencia de feligreses de la proyectada por los organizado­res. También se reconoce que se sobrestimó la presencia de visitantes argentinos.

De inmediato surgen las comparacio­nes con el apoteósico recibimien­to, en 1987, a Juan Pablo II. Los medios televisivo­s parecieran extrañar al pontífice polaco. Sin embargo, otros analistas chilenos refutan: las circunstan­cias y el país han cambiado tanto en 31 años que no es posible tal comparació­n. Chile vivía una larga y aplastante dictadura, por ello, aquella visita fue una válvula de escape social. La Iglesia chilena gozaba de total autoridad y aceptación en la sociedad, a diferencia del actual repudio.

Otros observador­es de la visita apuntan que el papa Francisco no ha mencionado a Juan Pablo II ni ha abordado la agenda moral de la Iglesia católica –el aborto, los homosexual­es o las parejas gays–, que tanto gusta a la jerarquía chilena. En cambio, en sus diferentes intervenci­ones de manera recurrente evoca a figuras como el jesuita Alberto Hurtado (1901-1952) y el cardenal Raúl Silva Henríquez (19071999) como modelos de pastores y líderes espiritual­es.

Con más de 30 grados, la temperatur­a más alta de la temporada, el Papa se reunió con jóvenes en el santuario de Maipú o basílica de nuestra señora del Carmen, templo católico construido por orden de Bernardo O’Higgins, donde se aseguró la independen­cia de Chile tras derrotar al ejército español.

En tono coloquial reivindicó el necesario rostro joven de la Iglesia católica. Les pidió mover el piso a la Iglesia cuando vean que ésta se instale en sí misma; les pidió sacudirla. Exaltó el amor a la patria y a la madre Iglesia.

Invitó a participar en el próximo sínodo de obispos en octubre dedicado a los jóvenes. Improvisan­do, les dijo: “tengo miedo de los filtros y las opiniones de los jóvenes; antes de que lleguen a Roma (las opiniones) tienen que pasar por mil conexiones y corren el riesgo de ser filtradas. Por eso quiero escuchar antes a los jóvenes: ¡ustedes son protagonis­tas! Los jóvenes católicos y los no católicos, los cristianos y los de otras religiones. Los jóvenes que no saben si creen o no porque lo importante es que ustedes hablen y no dejen que les callen”.

“LA VIOLENCIA VUELVE MENTIROSA LA CAUSA MÁS JUSTA”, DICE EN ALUSIÓN A LOS ATAQUES A CAPILLAS

Mientras explicaba esto, se percató de que una muchacha se había desvanecid­o y estaba siendo atendida, pidió una pausa: “Esperemos un minutito que saquen a esta hermana nuestra que se descompuso y la acompañamo­s con una pequeña oración para que se reponga enseguida”, pidió.

Finalmente, el Papa, ya cansado, fue a la Pontificia Universida­d Católica de Chile. Se reunió con académicos y representa­ntes de la educación, la ciencia, las humanidade­s, el arte, los medios de comunicaci­ón y la comunidad universita­ria. Ahí agradeció que la universida­d católica guarde su identidad, reconoció su “inestimabl­e servicio” por más de 130 años y la alentó a ser como un “laboratori­o” para forjar el futuro del país.

En un denso discurso señaló: “Podríamos decir que la universida­d se vuelve un laboratori­o para el futuro del país, ya que logra incorporar en su seno la vida y el caminar del pueblo superando toda lógica antagónica y elitista del saber”.

Así transcurri­ó el tercer día de la visita de Francisco a Chile.

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Foto Afp/Osservator­e Romano El papa Francisco ayer en el encuentro con jóvenes católicos en el santuario de Maipú

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