La Jornada

Falleció Nicanor Parra, el antipoeta de...

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Nicanor Parra fue hijo pobre de campesinos y llegó a estudiar física en la Universida­d de Brown, en Estados Unidos. Nació en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914. Aunque estudió ciencias exactas y físicas en la Universida­d de Chile, en la que se graduó en 1937, fueron las letras las que marcaron el sendero de su camino.

Incluso ejerció la docencia como titular de física en la escuela de ingeniería de la Universida­d de Chile, de la que fue director interino entre 1949 y 1951. También estudió cosmología en Oxford.

Sin embargo, comenzó a escribir desde muy joven. Su primer libro, Cancionero sin nombre, se publicó en 1937.

El crítico literario Harold Bloom escribió sobre Nicanor Parra: “¿Cómo no iba a venerar yo los mejores poemas de Parra? Es un héroe de la ocultación, en sí mismo un mapa de malas lecturas. Ya se rebele contra la poesía chilena, contra Marx o Freud, conoce los límites de la ironía. Es a la vez un auténtico innovador y un monumento cómplice a la ansiedad de la influencia”.

El reconocido experto estadunide­nse afirmó: “No estoy muy convencido de entender del todo a Parra. Pero creo firmemente que si el poeta más poderoso que hasta ahora ha dado el Nuevo Mundo sigue siendo Walt Whitman, Parra se le une como un poeta esencial de las tierras del crepúsculo”.

Parra recibió múltiples premios y reconocimi­entos, entre ellos el Premio Miguel de Cervantes y el Iberoameri­cano de Poesía Pablo Neruda en 2012, Juan Rulfo en 1991, Reina Sofía en 2001 y el Nacional de Literatura en 1969.

Sin embargo, ya en su poesía plasmó su opinión: “No es la primera vez que me dan un premio que no merezco y espero que no sea la última”.

Al ganar el Premio Cervantes en 2011 fue su nieto, Cristóbal Ugarte, quien en su representa­ción pronunció unas palabras en la ceremonia oficial en España. “¿Se considera usted acreedor al Premio Cervantes? Claro que sí. ¿Y por qué? X un libro que estoy X escribir”. Así agradeció a la distancia a sus 97 años, desde su casa de Las Cruces, rodeado de libros, la mayoría versiones y estudios sobre El Quijote.

Dejó claro en uno de sus antipoemas: “Los premios son / como las Dulcineas del Toboso. / Mientras más pensamos en ellas / más lejanas / más sordas / más enigmática­s”, como leyó su nieto. “Los premios son para los espíritus libres / Y para los amigos del jurado / Chanfle / No contaban con mi astucia”.

CON INFORMACIÓ­N DE AFP

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