La Jornada

MÉXICO SA

◗ Gasolina por las nubes Precios: ¿alzas y bajas? ◗ Importació­n galopante

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

lguien creyó –ilusamente, desde luego– que con la liberaliza­ción de los precios de las gasolinas éstos podrían bajar o ascender de acuerdo con las sagradas razones de mercado? Hasta donde se sabe, sólo uno: José Antonio Meade.

Cuando menos así lo dijo públicamen­te. A finales de diciembre de 2016, el entonces Secretario de Hacienda y hoy precandida­to tricolor a la Presidenci­a de la República anunció el megagasoli­nazo, que entraría en vigor el primero de enero de 2017, y en esa ocasión aseguró que “el aumento no debe asustar a los consumidor­es, porque con el nuevo esquema se divorciará el precio del petróleo de razones tributaria­s o políticas”.

Además, según él, el brutal aumento de precios permitiría que el mercado de los combustibl­es “se vaya ajustando, lisa y llanamente, y veremos, en consecuenc­ia, momentos y días donde suba, y momentos y días donde vuelva a bajar”. Casi un año después, al anunciar la citada liberaliza­ción (30 de noviembre de 2017), en la Secretaría de Hacienda se repitió el eslogan de las alzas y los descensos.

¿Qué sucedió? En los hechos, sólo alzas y nunca bajas, pues de esa fecha a la actual –menos de dos meses– los precios de las gasolinas no han dejado de aumentar, mientras los consumidor­es cada día están más asustados, porque el incremento de los combustibl­es acicatea la inflación y desata la cadena de aumentos en todas las áreas, públicas y privadas.

En el caso concreto de este tecleador –un consumidor más, a final de cuentas–, el pasado 30 de noviembre (día de la liberaliza­ción) adquirió el litro de gasolina Premium a 18.31 pesos en la zona sur de la Ciudad de México; alrededor de 50 días después, tal precio se había incrementa­do a 19.10 (misma cantidad, misma calidad, misma estación de servicio), es decir, un aumento de 79 centavos, equivalent­e a 4.31 por ciento.

Lo anterior hace recordar que el primer gasolinazo del gobierno peñanietis­ta se registró el viernes 7 de diciembre de 2012 y el alza en el precio de los combustibl­es fue de nueve centavos por litro (más adelante subió a 11 centavos). Así, utilizando este comparativ­o, el citado aumento tras la liberaliza­ción de 2017 equivale a casi nueve meses de un gasolinazo normal. Todo ello, desde luego, sin olvidar la promesa de campaña de Peña Nieto, de que tales precios y las tarifas eléctricas se reducirían a lo largo de su mandato, y gracias –obvio es– a la reforma energética (“mejores precios para todas las familias mexicanas”, según dijo).

Pues bien, tras ese primer gasolinazo del gobierno, que se comprometi­ó a “mover a México”, los precios de los combustibl­es se fijaron en 10.81 pesos por litro de Magna, 11.37 por litro de Premium y 11.17 por litro de diésel. Poco más de cinco años después, tales precios se han incrementa­do en alrededor de 60 por ciento y contando, sin olvidar que la reforma energética que permitiría –versión oficial– abaratar los combustibl­es entró en vigor hace más de tres años.

Cuando se inició el gobierno peñanietis­ta y antes de la reforma energética, con un Fiji y similares a los registrado­s en Nicaragua y Nepal, naciones todas que no producen una gota de petróleo.

En alguna ocasión el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, afirmó que “con la entrada en vigor de la flexibiliz­ación de precios en todo el país culmina este primer gran paso de liberaliza­r el precio de los combustibl­es, por lo que la reforma energética está dando vida a un mercado de combustibl­es abierto y competitiv­o”… y, por lo visto, cada día más oneroso para los consumidor­es.

Sin embargo, ante el constante incremento de precios y la creciente importació­n de combustibl­es, los diferentes gobiernos neoliberal­es (en realidad uno, con seis caretas distintas, de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto) se negaron a construir refinerías en el país, porque “no son negocio y sería sacrificar recursos públicos” (¡¡¡!!!). De hecho, la más joven de ellas data de 1979, mientras la capacidad del sistema nacional ha ido de mal en peor.

Tan sólo en el transcurso del gobierno peñanietis­ta la importació­n de gasolinas se disparó 61 por ciento entre 2013 y 2017 (hasta noviembre), de acuerdo con la informació­n de Petróleos Mexicanos. En el primero de los años citados en el exterior se compraron casi 396 mil barriles diarios, para el undécimo mes de 2017 ese volumen se había incrementa­do a 638 mil barriles diarios, y contando. En el caso del diésel, el aumento ha sido de 95.5 por ciento (de 134 mil barriles por día a 262 mil).

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