La Jornada

LAS REBANADAS DEL PASTEL

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salario mínimo diario (63.07 pesos por aquellas fechas) se podían comprar 5.83 litros de gasolina Magna, 5.54 de Premium y 5.64 de diésel. En enero de 2018, ya con la reforma instrument­ada y en operación, con un salario mínimo (88.36 pesos) se pueden adquirir alrededor de 5.1 litros de Magna, 4.6 de Premium y 4.9 de diésel. En los hechos, pues, la reforma mermó los bolsillos de los mismos consumidor­es a los que Meade, como secretario de Hacienda, pidió “no asustarse”.

Lo anterior, sin considerar que en buena parte de las casi 12 mil estaciones de servicio existentes a lo largo y ancho de la República (ordeñadora­s, la mayoría de ellas) los litros que allí se expenden nunca son de a litro.

Lo mejor del caso es que para justificar el megagasoli­nazo de 2017, el gobierno peñanietis­ta –sin rubor alguno– aseguró que el aumento de precios “viene del exterior” (EPN dixit, 6 de enero de ese año) y que, por lo mismo, no había forma de revertirlo (Meade dixit). Cabe recordar que México importa combustibl­es (de Estados Unidos, principalm­ente) en una proporción cada vez mayor, y eso se paga en dólares.

Sin embargo, desde el megagasoli­nazo de 2017 se documentó que los precios de los combustibl­es gringos cerraron año en el nivel más bajo desde 2004, de tal suerte que el argumento oficial se fue por el caño. De hecho, a estas alturas (enero de 2018) el precio promedio de la gasolina gringa (equivalent­e a la Premium) se mantiene alrededor de 30 por ciento por debajo del que se registra en México.

Con base en lo anterior, los precios de las gasolinas que se expenden en nuestro país resultan iguales a los imperantes en las islas Todo lo anterior, sin duda, “gracias a la reforma energética”. Pero tranquilos, que ya lo dijo José Antonio Meade: “no se asusten”… Si de petróleo se trata, ayer el barril mexicano de exportació­n se vendió a 59.09 dólares, el mejor precio en mucho tiempo.

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