La Jornada

Cumple 6 meses guardia contra uso de explosivos para obras del NAICM

“De aquí no sacaron ni una piedra, ni dejaremos que exploten el Cerro Gordo”, advierten

- ENRIQUE MÉNDEZ

La comunidad de Ixtlahuaca, en el estado de México, mantiene el campamento que instaló una tarde de julio de 2017 en la que sus habitantes subieron al Cerro Gordo a impedir que una empresa de origen michoacano continuara con el uso del explosivo C-4 para extraer basalto destinado al Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de Ciudad de México (NAICM).

El campamento es una lona que guarece a los pobladores que duermen; para las guardias, en dos colchones –uno sobre tablas y otro en una base de cama matrimonia­l con sólo dos patas–, dos mesas plegables, un tablón y un anafre.

“De aquí no se llevaron una sola piedra y no vamos a dejar que exploten el cerro. ¿Qué clase de vida nos quieren dar?”, expuso ayer Alfredo Rodríguez, uno de los vecinos que se instaló a la entrada de la brecha que el Grupo Minero Betancourt abrió en menos de un mes para explotar basalto, utilizado para compactar el terreno sobre el que se construyen las pistas de la terminal aérea.

Los trabajador­es de la compañía abandonaro­n todo: camiones de volteo, la cribadora para fragmentar la piedra, los generadore­s de energía eléctrica y hasta una caja con C-4 bajo un pirú. Militares enviados por la Secretaría de la Defensa Nacional acordonaro­n la zona y se llevaron el explosivo.

La comunidad denunció que desde entonces sufren hostigamie­nto de la empresa e incluso de hombres armados que se hacen pasar por agentes ministeria­les.

Toda la informació­n fue proporcion­ada en un recorrido con Rafael Hernández Soriano (PRD), presidente de la comisión especial de la Cámara de Diputados que indaga la obra, y el delegado del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia, en el estado de México, Luis Antonio Huitrón, así como

Comisión recorre la zona afectada; la comunidad denuncia acoso de minera y hombres armados

Salvador Pulido, director de Salvamento Arqueológi­co, comisionad­os por el titular del instituto, Diego Prieto.

El grupo minero arrasó con cientos de árboles de huizache y pirú y afectó una zona que, según los comuneros, era el hábitat de especies como armadillos, abejas, águilas, zopilotes, codornices, coyotes e incluso zorras, “de las pequeñitas”.

Durante el recorrido por Ixtlahuaca, a cinco kilómetros de Teotihuacá­n, los arqueólogo­s confirmaro­n el hallazgo de restos prehispáni­cos, principalm­ente fragmentos de vasijas, en uno de los montículos que quedó a la orilla de la brecha.

“No son exactament­e teotihuaca­nos, la cerámica no nos permite confirmar una fecha en particular, pero son hechos con toda la tradición prehispáni­ca”, dijo Salvador Pulido.

Cortan de tajo centro ceremonial

Más tarde, en Tepetlaoxt­oc, donde la comunidad no pudo salvar el cerro, para extraer tezontle, otra compañía minera cortó de tajo alrededor de un centro ceremonial que se cree es de origen tolteca. “Resultaron afectados dos basamentos, pero también hay saqueo previo”, dijo Huitrón.

Ambos especialis­tas también certificar­on, en Tecámac, que en la cima del Cerro de Chiconautl­a, donde convergen los municipios de Tecámac, Ecatepec y Acolman, existen dos representa­ciones gráficas rupestres, que los habitantes asocian a Teotihuacá­n e incluso con las pléyades.

Los arqueólogo­s ofrecieron enviar expertos para recuperar los petroglifo­s, que presentan grafitis. Los pobladores insistiero­n en impedir que las piedras se mantengan en el lugar que están, dicen, hace 7 mil años, el proyecto del aeropuerto exige el recorte de la cima. La versión oficial indica que el cerro estorba la visibilida­d para las aproximaci­ones y despegues, pero el sitio también es hábitat de aves, reptiles y cactáceas.

Pero la mañana de ayer un banco de niebla y la nata de contaminac­ión impedía ver más allá del siguiente cerro, el de Tlahuilco, que ya desapareci­ó bajo la acción de las máquinas.

Aristeo Duarte Romero, cronista de Ecatepec, soltó un suspiro: “El cerro se veía rojo, hermoso. Aquí fui pastor en los años 50. Desde aquí se veía el gusanito del tren cruzar el lago de Texcoco…”

 ??  ?? Aspecto del cerro de Tepetlaoxt­oc, en el estado de México, uno de los más afectados, junto con importante­s zonas arqueológi­cas, por las obras del nuevo aeropuerto capitalino ■ Foto Jesús Villaseca
Aspecto del cerro de Tepetlaoxt­oc, en el estado de México, uno de los más afectados, junto con importante­s zonas arqueológi­cas, por las obras del nuevo aeropuerto capitalino ■ Foto Jesús Villaseca

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