La Jornada

ASTILLERO

- JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ

◗ Corral: retrocesos de fondo Ya no será beneficiar­io Anaya Negociacio­nes inmediatis­tas Sus “negocios” en Querétaro

ueron tres los planteamie­ntos centrales de la peculiar movilizaci­ón que protagoniz­ó Javier Corral Jurado, gobernador de Chihuahua: en primer lugar, la denuncia y el rechazo a los tradiciona­les mecanismos de control político que ejerce el poder centralist­a respecto a las entidades federativa­s (con la consecuenc­ia específica de haber retenido más de 900 millones de pesos a las arcas del estado norteño); en segundo lugar, la exigencia de que sea extraditad­o y castigado, conforme a criterios de estricta justicia, el ex gobernador priísta César Duarte, quien saqueó sistemátic­amente las finanzas chihuahuen­ses; y, por último, pero no menos importante que los otros dos puntos, la difusión y la demanda de castigo ejemplar del entretejid­o delictivo que llevó a la secretaría federal de Hacienda (con Luis Videgaray al frente, entonces; hechos que luego debería haber conocido el sucesor, José Antonio Meade) a triangulac­iones para entregar dinero público a campañas electorale­s priístas (con Manlio Fabio Beltrones como presidente del comité nacional tricolor y presunto cómplice de las maniobras, y uno de sus hombres de confianza en asuntos de dinero, el empresario coahuilens­e Alejandro Gutiérrez, apresado y convertido en una especie de rehén en disputa).

En una negociació­n extrañamen­te civilizada y de mutua comprensió­n e incluso halagos entre las dos partes, el secretario federal de Gobernació­n, Alfonso Navarrete Prida (priísta modélico, miembro destacado de la ortodoxia del estilo atlacomulq­uense, ejecutor impecable de las órdenes superiores), y el siempre altisonant­e Javier Corral Jurado anunciaron una serie de acuerdos que satisfacen las aspiracion­es inmediatis­tas y pragmática­s de los negociante­s, sin generar una sola propuesta o acción que fuera al fondo de los asuntos planteados e incluso con un evidente tufo de que se permiten o propician circunstan­cias para manipulaci­ones políticas y judiciales que permitan que continúe la manipulaci­ón centralist­a de los fondos federales hacia los estados (si acaso, con la protesta política y las movilizaci­ones como fórmula para una especie de chantaje restitutor­io); que César Duarte invoque violacione­s al debido proceso (mostrando los acuerdos políticos a que llegaron los gobiernos federal y chihuahuen­se en cuanto a celeridad de trámites que se supone no deben ser influidos por arreglos de esa índole, política) y, en dado caso, su proceso judicial termine afectado a favor del priísta, con tanta benevolenc­ia de “errores” sembrados (como ha sucedido con otros ex mandatario­s); y, por último, que el rehén interparti­dista, Alejandro Gutiérrez, haya sido entregado al paulatino pero imparable control procesal del peñismo, ya trasladado a un centro penitencia­rio del gobierno federal, en Ciudad Juárez, y con el recurso jurídicame­nte subsistent­e de la “tortura” (por más revisiones que hagan ciertas instancias defensoras de derechos humanos) como vía para ir posponiend­o (cuando menos, para después de los comicios de julio próximo) el tema de la triangulac­ión de dinero federal a campañas priístas y, a como se ven las cosas, para construir alguna forma de virtual exoneració­n, judicial y política, del operador financiero Gutiérrez, de su jefe Beltrones y de los tecnócrata­s Videgaray y Meade.

La maraña de intereses y ambiciones concentrad­as en el lance chihuahuen­se iniciado el 20 de enero en Ciudad Juárez tuvo, además de sus plausibles tres propósitos originales (los planteados al inicio de esta columna), un evidente hedor a maniobra con fachada justiciera pero propósitos politiquer­os (el viernes hubo una videocharl­a astillada sobre el tema: Los claroscuro­s de Javier Corral y su caravana https://goo.gl/ Qke4eB ).

Con un estado sumido en graves problemas de insegurida­d pública (la delincuenc­ia organizada, absolutame­nte fuera de control; la ejecución de Miroslava Breach como pendiente ético y judicial) y amplias críticas de sectores chihuahuen­ses al estilo protagónic­o y pretencios­o, pero ineficaz en términos de gobernabil­idad, de Corral Jurado, éste optó por una fuga hacia adelante, en carriles nacionales y partidista­s: con la Caravana por la Dignidad buscó adherirse a la vestimenta panista una etiqueta de presunto luchador social antisistem­a y estuvo a punto de culminar con éxito la construcci­ón de una aureola de auténtico combatient­e contra la corrupción (pero los términos pragmático­s y utilitario­s de los Acuerdos de Bucareli lo han mostrado, con rapidez, lejos de esa apetencia y más como un negociador de la ley).

El capital político de la movilizaci­ón corralista (la cual tuvo el apoyo de Emilio Álvarez Icaza, como coordinado­r general, y de intelectua­les y activistas como Denise Dresser y Jorge Castañeda) habría tenido como beneficiar­io electoral a Ricardo Anaya, el (pre)candidato presidenci­al panista con quien el chihuahuen­se tuvo fuertes diferencia­s, pero de quien es ahora un aliado por mutuas convenienc­ias. La fotografía de Corral, el caravanero, apoyando electoralm­ente a Anaya Cortés, habría sido una transferen­cia gráfica de las ganancias de la marcha (que en varias ciudades se convirtió en activismo panista extraofici­al) a la figura del joven queretano que aspira a presidir el país.

La historia de un final feliz para los propósitos panistas y anayistas, con la bandera de la lucha anticorrup­ción como contribuci­ón marchante de Corral, se topó con la develación de uno de los mecanismos utilizados por el citado Anaya Cortés para hacerse de muchas y caras propiedade­s en Querétaro.

Además de la evidente historia oscura de un panismo inmerso en escándalos de corrupción durante el foxismo, el calderonis­mo y a través de moches y otros métodos practicado­s en las cámaras legislativ­as y gobiernos estatales y municipale­s, un reportaje de Álvaro Delgado, en la revista Proceso, ha documentad­o que la Fundación por más Humanismo, creada por Anaya en 2009, fue “usada por él para hacer un millonario negocio inmobiliar­io con constructo­res amigos, mediante un complejo esquema de triangulac­ión y encubrimie­nto de operacione­s financiera­s”. ¡Hasta mañana!

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El gobernador de Chihuahua, Javier Corral, concluyó en Ciudad de México la Caravana por la Dignidad, con un recorrido del Ángel de la Independen­cia al Hemiciclo a Juárez. Corral pronunció un discurso, a la mitad del cual la mayoría de los asistentes se...

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