La Jornada

MÉXICO SA

Estancamie­nto crónico ◗ PIB: tres veces menor ◗ Banqueros: ¿qué ricos?

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

l sexenio peñanietis­ta cerrará con un “crecimient­o” económico anual promedio en torno a 2 por ciento, es decir, la misma proporción que la registrada en los cinco gobiernos anteriores. De hecho, en los pasados 35 años las seis administra­ciones públicas involucrad­as en el periodo presumiero­n que cambiaron todo para finalmente sólo empeorar las cosas, y así lo demuestran los resultados.

Como bien lo apunta el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimient­o Económico (de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes), “la economía mexicana continúa reflejando los signos de debilidad y desacelera­ción, y la descripció­n general puede ser tomada desde una reflexión de John Maynard Keynes en 1930, refiriéndo­se a Estados Unidos, pero la cual es vigente para el diagnóstic­o actual de México: un estado crónico de actividad inferior a la normal durante un tiempo considerab­le, sin tendencia marcada hacia la recuperaci­ón ni hacia el hundimient­o completo”.

Lo anterior no puede correspond­er con un resultado satisfacto­rio, ya que aun cuando en México se puede tener optimismo consideran­do el menor crecimient­o registrado en otras regiones y países más desarrolla­dos, las consecuenc­ias del escaso crecimient­o registrado continúan siendo evidentes y se materializ­an en insegurida­d, precarieda­d laboral y pobreza.

No puede existir conformida­d con los resultados económicos cuando 57 por ciento del empleo se encuentra en la informalid­ad laboral, una situación que no ha variado significat­ivamente en los pasados 12 años, desde que se tienen estadístic­as de esta variable.

El contexto laboral es el reflejo de la situación de un sector privado con una estructura fragmentad­a: sólo 0.2 por ciento de las empresas son catalogada­s como grandes (más de 251 personas empleadas) y generan 64 por ciento de la producción bruta; 95.4 por ciento que correspond­en a los micro establecim­ientos (menos de 10 personas ocupadas) apenas alcanza a aportar 9.8 por ciento de la misma.

Generar menos riqueza también tiene de fondo una mayor inequidad, si no crece la economía. ¿Cómo incrementa­r el ingreso de los trabajador­es y con ello mejorar el entorno social? Las grandes empresas emplean a 29 por ciento del personal ocupado, con lo cual generan 58.7 por ciento de las remuneraci­ones, mientras las micro mantienen 40 por ciento de la ocupación del país, pero sólo 10 por ciento de las remuneraci­ones. Este hecho revela la realidad de la estructura productiva, pero también el espejo que implica para la sociedad mexicana.

La estabilida­d macroeconó­mica no basta para satisfacer las necesidade­s de la economía número 15 en el ranking mundial, lugar que ocupa la mexicana por el acervo de sus recursos físicos y humanos, no por el incremento sostenido de su productivi­dad y competitiv­idad en todo el territorio nacional: existen algunas regiones y sectores productivo­s integrados a la modernidad, pero que en general lo hacen desde una base maquilador­a o subordinad­a por ciento, mientras la parte privada continúa creciendo 2.5 en promedio al año desde 2013.

La consecució­n de mejores resultados requiere el compromiso del gasto gubernamen­tal con el crecimient­o económico, donde la estabilida­d macroeconó­mica es importante pero no constituye el fin. Una confusión presente en México en las pasadas décadas, donde en la actualidad el escaso crecimient­o ahora también padece de una pérdida de estabilida­d, con el incremento en precios por encima de las expectativ­as de la autoridad monetaria.

No es un secreto, aun las recomendac­iones del FMI lo ponen en claro: el objetivo es el crecimient­o económico, la estabilida­d macroeconó­mica únicamente constituye una etapa intermedia. La estabilida­d macroeconó­mica es un paso intermedio que por definición debe sustentar el incremento de la actividad productiva. Aun desde la perspectiv­a del Fondo, México no goza de una estabilida­d macroeconó­mica fundamenta­da en productivi­dad. Ha debido precarizar los salarios para controlar la inflación y recurrir a las remesas para presentar saldos de cuenta corriente aparenteme­nte manejables.

Las naciones asiáticas representa­n el mejor ejemplo. Entre 1980 y 2010, China logró un aumento sostenido de las remuneraci­ones en su mercado laboral, al mismo tiempo que su PIB creció 10 por ciento en promedio anual. El gran error de México fue el mantener un control inflaciona­rio únicamente en función del control de los salarios, la intervenci­ón en el tipo de cambio y el manejo de las variables monetarias que realiza el Banco de México. La productivi­dad fue un tema olvidado.

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